
Por: Oswaldo Valdovinos — 20 de febrero, 2008
El abismo es la más cruenta de las venganzas. En él todo carece de sentido y poco a poco se pierde la identidad en aras de la búsqueda infructuosa de una falsa promesa de redención; en él, los atisbos de locura son incomparables a la verdadera tortura de verse sometido a las arbitrariedades de una entidad veleidosa y desquiciada, ávida de encrucijadas y galimatÃas imposibles de resolver, aun para el más versado en cuestiones de humillación personal; en él, lo más sencillo serÃa volarse la tapa de los sesos antes de soportar el desollamiento del espÃritu a manos de invisibles criaturas tan vaporosas como los mismos pensamientos. De ahà que pocos sean los que se atreven a mirarse en el espejo, no en búsqueda del reflejo superficial, sino en la paradoja que se es cuando los atavÃos caen y se vislumbra el verdadero homúnculo que habita debajo de la piel.
Pero aunque el camino para llegar a ese abismo suele presentarse a menudo (quizás demasiado a menudo, demasiadas veces en un solo dÃa, demasiadas oportunidades que se dejan pasar de largo), pocos son quienes se aventuran a abismarse y se entregan con deleite al canto de las sirenas de la perdición, pues de antemano saben que, a diferencia de cualquier otra travesÃa, ésta no tiene posibilidad de retorno y mucho menos de arrepentimiento.
Aunque también existen aquellos viajeros incansables que lo han perdido todo —incluso el rumbo— y deambulan de una estadio a otro, de una entidad nebulosa a un sendero inmisericorde marcado por la abatimiento; viajeros para quien el único sentido es perseguir imágenes engañosas y distorsionadas por caminos inaccesibles a la cordura.
Tal es, en términos más o menos generales, el panorama planteado en el montaje interdisciplinario Sin tÃtulo, de Pilar Gallegos, que se presenta los miércoles a las 20:30 horas en el Teatro Helénico dentro del Ciclo Cuerpos en Acción.
De este modo, a partir de la plástica, teatro y multimedia, con la danza como punto de enlace, se conforma la estructura básica que da pie a una anécdota sencilla: una mujer narra a su psiquiatra un sueño perturbador con un auto, un camino inusual y un árbol que se desdobla luego en mujer. La psiquiatra medica a la mujer y ambas invitan al espectador a cambiar de espacio (el primero es el lobby del teatro), a un ámbito interior (el teatro) más amplio donde se han de suceder una serie de cuadros delirantes.
Ya al interior del teatro, una primera imagen visual —un auto de juguete sin control, dando tumbos de un lado para otro, en una carrera que se anticipa al borde la colisión y el desastre— da pie a una sucesión de cuadros plásticos donde la constante es la manipulación del cuerpo como si fuese visto a través de un lente distorsionado compuesto por pequeños cristales cóncavos y convexos, de tal manera que lo que se ve no pertenece al plano de la cotidianidad, sino a ese páramo donde lo onÃrico y lo aberrante conforman una misma entidad, cuyas fronteras son prácticamente nulas. De ahà que las imágenes visuales cotidianas —amén de las auditivas que parecen insoportablemente neuróticas— resulten familiares pero al mismo tiempo distintas al estar fuera del contexto usual, en una atmósfera propia de la esquizofrenia o el delirio. Tal es el caso, por ejemplo, de un recorrido al interior de un largo pasillo de uno de las tantos y tantos edificios viejos citadinos, en el que los tonos verdosos y el constante desequilibrio visual conforman un laberinto donde el personaje de la Mujer se abisma sin más intención que la de seguir el camino sin importar el destino.
El único “peroâ€, quizás sea la escena inicial del lobby, pues si bien plantea el inicio del espectáculo, puede no resultar tan claro para quien tiene poca visibilidad (dependiendo del lugar en que esté), además del tiempo un tanto excesivo entre la entrada a la sala y el inicio de la coreografÃa como tal.
Entre penumbras y una difusa sensación de estar en una situación inoportuna donde los horrores de la mente se dan cita, Sin tÃtulo es un buen ejemplo de cómo es posible una buena integración de diversas disciplinas en pos de un espectáculo de calidad.
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Sin tÃtulo, me abre la expectativa. Iré a verla hoy y les platicaré qué me pareció. Por ahora sólo puedo decir que parece interesante y diferente.
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