Por: C. Magun y S. Fernández — 15 de octubre, 2012
“En Octopus no hay una historia que contar, sólo hay danza, mucha danza y un toque de poesÃa. El lenguaje corporal es lo que viste al espectáculo porque la expresión del cuerpo es la sensualidadâ€, Philippe Decouflé.
Sin grandes aspavientos de haber descubierto el “nuevo lenguaje de la danza†o hablar de un propuesta con grandes recursos tecnológicos (que si los hay, utilizados de forma lúdica e hiper creativa), el coreógrafo francés Philippe Decouflé presentó Octopus, una propuesta interpretada por la Decouflé‘s Company for the Arts o Défense Contra Avion (DCA), que previamente a su presentación no sabÃamos a ciencia cierta que era empero que –particularmente desde nuestro punto de vista– dejó claro que la danza no hay que explicarla con grandes discursos sino hay que saber sentirla, expresarla y transmitarla.
Invitado del 40 Festival Internacional Cervantino, la actuación de Philippe Decouflé se anunciaba como uno de los platos fuertes de esta edición. ¿Y cómo no?, si el francés es conocido como uno de los grandes de la escena que busca dejar claro que la danza contemporánea no es exclusiva de un público elitista.
Su sentido del arte coreográfico nace de una pasión visceral –y, por supuesto de la técnica–, de un poder de seducción que como imán subyuga en un juego hipnótico que no te permite parpadear.
Con el Auditorio del Estado de Guanajuato como magno escenario de una propuesta escénica imaginativa y aguerrida, la noche del pasado viernes 12 de octubre, la magia de Decouflé inició con un raro personaje que atraÃa la atención del público en un extraño preámbulo que arrancaba cuestionamientos sobre aquello que nos esperaba. Nada parecÃa anunciar la descarga de adrenalina y sensualidad que estábamos a punto de presenciar.
Tal y como sucede en un concierto de rock que al primer acorde te anuncia el poderÃo de la música, en Octopus la presencia de la mancuerna sinérgica de Labyala Nosfell y Pierre Le Bourgeois nos profetizaba una noche de grandes sopresas…
Armados con guitarras, bajos, percusiones y sintetizadores, esta extraordinaria dupla transitaba del más puro tono rockero a la sensualidad del blues, sin dejar de lado algunas inclusiones medio electrónicas y breves estrofas donde su voz jugaba con una amplia coloratura que se fundÃa con el movimiento para crear una atmósfera orgánica donde danza, música y riqueza visual dibujaban una sola escena subyugante.
AsÃ, a lo largo de poco más de hora y media, la imaginaria de Octopus se sucitaba como imágenes plásticas que expresaban historias del cuerpo. En el escenario se apreció desde la danza erótica de unas lenguas proyectadas al fondo del escenario, pasando por un diálogo de largas y sensuales piernas que decÃa más que las palabras hasta un encuentro de cuerpos desnudos que en un rojo profundo se entregaban a la pasión en las alturas. El arte digital estuvo presente a través de sensores que magnificaban la expresión del cuerpo que vibraba con la intensidad de la danza.
Estructurada como una sucesión de imágenes que muestra erotismo, belleza, sensualidad y pasión, la coreografÃa de Philippe Decouflé ascendió a cada paso, conmoción emocional que como espiral nos llevó en esta gran noche a un éxtasis escénico donde vivimos desde las más profundas escena de amor hasta el lado más oscuro del erotismo.
“La religión es como las luciérnagas que para brillar hace falta oscuridadâ€, se escuchaba como preámbulo en una de las escenas más seductoras donde el enigma del negro lo dominaba todo, sin darnos tiempo el movimiento nos cautivaba con ese interludio de cuerpos que delicadamente y brutalmente danzaban.
Octopus es un proyecto que hace honor a los principios de su creador, una proyección donde la danza es reina y soberana, donde la expresión desborda pasión y poesÃa y la música también es protagonista… Un concierto, una danza, un espectáculo del siglo XXI que confirma que Philippe Decouflé es un atrevido que puede darse el lujo de hacer danza y no andarse con remilgos o falsas justificaciones.
Dudamos que algunos de los asistentes a cualquiera de las presentaciones que tuvo Octopus en el Festival Internacional Cervantino (se presentó el 12, 13 y 14 de octubre) haya podido resistirse a esta explosión de danza y música, tal vez lo más puristas pudieran odiarlo pero para Decouflé el pasar desapercibido no existe… su talento es evidente.
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