
Por: Enrique R. Mirabal — 8 de agosto, 2016
Desde los tiempos de la Nao de China arribando a nuestros puertos del PacÃfico, la comunicación entre México y el Lejano Oriente no ha cesado. Algunas muestras de la cultura oriental siempre han gozado del gusto de nuestro público pero la dilatada frecuencia con que nos llegan no da lugar a prender el foco de interés por ellas.
Las diversas escuelas teatrales de Japón representadas por el Butoh, Noh y Bunraku y, de China, la Ópera de PekÃn son sólo algunas de las muy ricas y variadas manifestaciones escénicas del Oriente. En India, el Kathakali y en Tailandia, el Khon y el Lakhon redondean un catálogo que se extiende a Corea, Laos y Cambodia por citar los más conocidos espectáculos de danza y drama en Asia.
La Ópera de PekÃn, próxima a presentarse en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, es una visita largamente esperada. Para todos los amantes de la ópera tradicional que se gestó en la Italia renacentista y de ahà se expandió al resto de Europa, es bien sabido que la denominación de ópera china es una forma de acercar este espectáculo al público occidental por las semejanzas que guardan uno y otro género.
Se trata de una representación teatral con diálogos cantados con el apoyo de instrumentos musicales, movimientos escénicos subrayados con pasos de danza y el uso de vestuarios llamativos y otros elementos ornamentales que alegren la vista del espectador.
Hasta ahà las analogÃas. La ópera china tiene mucho de acrobacia, malabarismo, artes marciales y el uso de máscaras y otros recursos provenientes de las sombras chinescas (valga la reiterada alusión a la geografÃa) y, además, la aparición de figuras mitológicas y zoomorfas.
Quien busque nombres de libretistas y compositores en este género, le será más fácil identificar a los intérpretes y ejecutantes que aportan creatividad a estos renglones que la propia autorÃa que tanto nos ocupa en estos lares porque de derechos de autor, patentes, etcétera, etcétera, como dirÃa el Rey de Siam, mejor no indaguemos.
Tradición bicentenaria de una cultura milenaria, la llamada Ópera de PekÃn que también se cultiva en Shanghai y otras ciudades ha mantenido su predominio entre las artes escénicas de China a pesar de los vaivenes polÃticos y su variante ultranacionalista en tiempos de Mao y su Revolución Cultural, gracias a su aceptación, tanto entre las clases populares como entre la antigua nobleza y la nobleza maoÃsta: revisitar la ópera Nixon en China de John Adams para redondear la perspectiva.
De la evolución o la permanencia de la tradición (sin adulteraciones) del género, no nos queda más que esperar a ver el espectáculo La leyenda de la serpiente blanca que nos trae la Ópera de PekÃn al Palacio de Bellas Artes en las dos fechas programadas, jueves 11 y viernes 12 de agosto.
Si en las óperas y ballets occidentales, nos topamos con “intervenciones†fallidas y lamentables, deseamos que se mantenga la esencia de este espectáculo chino que se disfruta, precisamente, por su fidelidad a la época en que fue creado (a finales del siglo XVIII, sin electricidad y, por consiguiente, sin micrófonos) aunque hoy agradezcamos los supra tÃtulos con traducción al español.
Con relación a una ópera en Asia que siguiera los modelos occidentales (que no es el caso de La leyenda de la serpiente), encontramos algunos ejemplos curiosos que se quedan, con precisión milimétrica, en la curiosidad.
De Japón, pudimos escuchar en el Palacio de Bellas Artes, hace varios años, la ópera Yuzuru (Cigüeña) de Ikuma Dan, cantada en japonés. Una curiosidad, repetimos, que no es necesario repetir.
En la República Popular China, antes de las purgas culturales de Mao, se presentaba con asiduidad, a manera de ópera y/o de ballet el espectáculo La muchacha de cabellos blancos, más cercana a un musical que a la ópera aunque siguiendo las reglas del género, con orquesta de formación europea y la emisión de la voz, tratando de aproximarse al canon de Occidente.
La leyenda de la serpiente… se presenta de manera oficial y formal como representante de la Ópera de PekÃn y, por lo tanto, estamos seguros de que no es un grupo itinerante que se asemeje a las improvisadas compañÃas rusas de ballet con la rúbrica de Bolshoi que nos han visitado recientemente, algunas de ellas, adornadas con efectos especiales y animaciones 3D de Ãnfima calidad, desvirtuando la tradición secular.
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