
Por: Amanda GarcÃa L. — 21 de junio, 2019
Son criaturas de sangre frÃa, capaces de adaptarse a condiciones climáticas adversas. La debilidad que enfrentan con la llegada del invierno las lleva a emigrar lejos de su lugar de origen para encontrar un refugio que les permita continuar con vida. Es por eso, que para ellas siempre existe una esperanza.
El ciclo de vida de una mariposa es el sÃmil natural de una Geisha. La metamorfosis de ambas es un proceso por el que deben atravesar hasta alcanzar el punto máximo de madurez manifestado a través de su belleza. Pequeños seres que evolucionan de adentro hacia afuera con la única intención de volar.
El Ballet Madame Butterfly es una adaptación dancÃstica de la ópera original del compositor italiano Giacomo Puccini, quien encontró en este ser de la naturaleza la inspiración para generar una obra que invita a perderse en lo etéreo de la música a través de la voz de MarÃa Callas y la dirección musical de Hernert von Karajan.
A más de un siglo de su estreno, la compañÃa Rising Art, A.C. –bajo la dirección y coreografÃa de Rodrigo González– conjuntó la sutileza de la danza clásica y la viceralidad del lenguaje contemporáneo para hacer de Cio-Cio San (Ana Paula Oropeza y Karla Falcón) una mariposa con la fortaleza de mujer.
La ópera de Puccini, estrenada en 1904 en el Teatro La Scala, es un pasaje en tres actos que al trasladarse a la escena de la danza le permite al espectador apreciar a través del cuerpo sentimientos como el amor, la traición, el resentimiento y la muerte. La vulnerabilidad de la sociedad occidental en tiempos de guerra frente a la preponderancia estadounidense hace eco a un mundo polarizado en el que las emociones humanas siempre se verán opacadas ante la lucha de intereses.
AsÃ, la representación de la mujer oriental propuesta por Rodrigo González enfatiza la fragilidad femenina escondiéndola tras los coloridos kimonos y una piel que se oculta tras los polvos de arroz. En respuesta a la decepción amorosa ante la partida del soldado Pinkerton (Far Alonso) y la influencia del casamentero Goro (Yokoyani Areola), la corporalidad de las bailarinas se torna tan vertiginosa como violenta. Es el acto que culmina con el suicidio de Cio-Cio San.
Las extremidades corporales como alas de insectos voladores, asemejan, cual sutiles pinceladas, pintar el escenario de un azul tan profundo como el mar. Es asÃ, como la composición escénica comparte elementos propios de la cinematografÃa en la mirada que se traslada hacia un plano distinto en cada movimiento.
El sosiego ante la precisión de los pies de las bailarinas hace un acercamiento de la cámara ocular, mientras que la lucha entre soldados se aleja para apreciar abiertamente el pasaje cargado de tragedia, aquel que da fin a esta exploración dancÃstica que parte de la música de Puccini.
Es asà como el Ballet Madame Butterfly –con una corta temporada los sábados 22 y 29 de junio en el espacio escénico de Un Teatro– hace de esta versión dancÃstica una metáfora sobre la feminidad fragmentada. Una mujer con alas quebrantadas como producto de una sociedad llena de dolor y ambición; aleteos que pese agitarse con la misma frecuencia se ven forzadas a descender el vuelo de un amor no correspondido.
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