
Por: Enrique R. Mirabal — 19 de junio, 2018
Bailar profesionalmente en puntas y travestidos es un sueño hecho realidad para los integrantes, todos masculinos, de Les Ballets Trockadero de Monte Carlo, la perseverante compañÃa que inició, de manera precaria, presentaciones en 1974 en la neoyorquina definición territorial de Off-Broadway, fuera del circuito de los exitosos y costosos espectáculos, a pocos años y a pocas calles del Stonewall de 1969.
Qué caracteriza a esta agrupación de ballet con evidente raigambre en la técnica clásica de su disciplina: ante todo, el sentido del humor manifiesto con gran entusiasmo y el amor por el ballet. Si a ello le sumamos una preparación profesional y exigente, tendremos como resultado el disfrute de la danza clásica a través de una complicidad con todos los guiños que nos prodigan los bailarines-bailarinas en cada representación.
El repertorio de Les Ballets Trockadero abreva en la tradición que se perpetúa en el ABT, el Bolshoi o el Mariinsky, es decir, los coreógrafos de cabecera como Petipa, Fokine, Messerer a los que se añaden Balanchine y Robbins, herederos y renovadores de sus ancestros danzantes.
También podemos encontrar referencias a la danza moderna, al musical de Broadway, al vaudeville y hasta al cine silente por lo que debemos estar atentos a lo que pasa en escena para disfrutar al máximo el show.
Si pensamos en la parodia como un recurso fácil tomando como referencia el rutinario trabajo de algunos dizque cómicos, nos sorprenderemos con la sutileza y el buen gusto con que los bailarines de LBT nos contagian su humor.
Resaltar y sobredimensionar los recursos habituales de la danza clásica como la pantomima, los tics de algunas bailarinas, la competencia latente y, a veces, rivalidad manifiesta, entre ellas, los traspiés en el momento más inoportuno en los que la destreza técnica debe prevalecer son constantes en las puestas al dÃa de los famosos y socorridos solos y pas de deux del ballet clásico.
Sorprendente es verl@s bailar un Don Quijote o un Cisne negro con grandes alardes técnicos y un desenfado ostentoso, producto de la seguridad con la que aparecen en escena pero también con el respeto patente a los estilos y tendencias de la danza, con un gran despliegue de virtuosa asimilación de los diversos perÃodos del ballet clásico.
No podemos evitar la mención al travestismo en las artes escénicas, inclusive cuando el teatro y la danza no se percibÃan como entretenimiento ni como una manifestación artÃstica sino como un ritual. Tanto en Oriente como en Occidente, no hace muchos siglos, no les era permitido a las mujeres aparecer en las representaciones públicas: los griegos del Siglo de Pericles, a los que tanto les debemos en nuestra cultura, excluÃan al sexo femenino.
En la muy apaludida Ópera de PekÃn, en el Kabuki japonés o en el Kathakali de la India, los personajes femeninos eran/son interpretados por hombres. En la Inglaterra renacentista, la primera Julieta de Shakespeare fue un actor travestido.
En el ballet, caso curioso, se dio el travestismo en sentido contrario, a mediados del siglo XIX: en la Ópera de ParÃs, los roles masculinos, es decir, los que asociamos con el partenaire que sostiene a la prima ballerina, hubo una tendencia a sustituirlos por bailarinas en travesti: Revise usted el elenco del estreno del ballet Coppelia y corroborará esta afirmación. La moda no se hizo consuetudinaria por fortuna para el desarrollo del ballet.
La visita a México de Les Ballets Trockadero de Monte Carlo, después de 10 años de ausencia, coincide con el 49 aniversario de los sucesos alrededor del Stonewall de la calle 14 de New York. Ocasión ideal para ver bailar a los quince integrantes de Les Trockadero en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el viernes 22 y el sábado 23 de junio, un espectáculo en el marco del ciclo Entre lenchas, vestidas y musculocas.
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