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Por: Roberto Sosa — 2 de junio, 2013
En la danza contemporánea se crea, se inventa y se buscan nuevos caminos para la creación artÃstica; los lenguajes son variados. En esta dinámica, la estética no siempre cabe; en las diversas expresiones los creadores trabajan desde su perspectiva y con una visión muy personal…
En mayo se presentaron dos espectáculos de danza contemporánea: de Francia, Malandain Ballet Biarritz en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, con el espectáculo Magifique Tchaikovsky Suites y la compañÃa A poc A poc, con una creación muy particular de Macbeth, que ofreció dos funciones en el marco del FMX Festival de México en el Centro Historico.
La génesis de Magifique fueron las suites de El lago de los cisnes, El cascanueces y La bella durmiente, tres grandes partituras del compositor ruso Piotr Ilitch Tchaikovski. La de Macbeth, ciudad insomnio, obra homónima de William Shakespeare en una versión contemporánea de Jaime Camarena director del grupo mexicano.
Dos autores clásicos que son tratados de diferente forma: Thierry Malandain, creador de Magifique respeta al autor no sólo en la concepción de la coreografÃa, lo respeta además porque la misma obra no le permite salirse de su esencia, la música del compositor lo atrapa en su estética, pero desde la contemporaneidad lo deja crear, inventar y explorar. El resultado es un espectáculo que cautiva, con una visión del lenguaje movimiento y una forma de abordar la obra de un clásico, sin transgredirlo.
Lo que hace Jaime Camarena con Macbeth, es la antÃtesis. Lo que presentó en el escenario de Bellas Artes, fue un “show†que por momentos parecÃa más un concierto de rock, que una función de danza contemporánea. Nos descubrió un espectáculo irreverente, para el autor, para el público y para el mismo recinto.
¿En dónde aparece Macbeth? En la torcida imaginación de Camarena. Si esto es danza contemporánea, si estos son los nuevos lenguajes escénicos, está bien, pero que dejen en paz a Shakespeare, merece un poco más de respeto.
En creación de Malandain, la estética es el fundamento de la obra; la música crea el espacio y el tiempo no existe. En paralelo con los acordes de la partitura de Tchaikovski, no aparece la primera bailarina con zapatillas ni tutú; no habÃa escenografÃa de bosque, lago o castillo alguno, sobre el escenario se expresaba una coreografÃa que fusionaba lo clásico con lo contemporáneo, cohabitando en el mismo espacio que por momentos llenó de nostalgia al espectador (de pronto me sentà en el Lago de Chapultepec, en el Palacio de Bellas Artes o en el Auditorio Nacional).
En Macbeth, ciudad insomnio, hubo de todo: música de rock, danza contemporánea, interacción con el público, un desnudo masculino, lenguaje abyecto y una escenografÃa tubular, todo como salido de una pesadilla, o de una noche de insomnio.
Me llama la atención los tÃtulos de las dos obras en cuestión: Magifique, no hace referencia a la obra de Tchaikovski; en Macbeth si hay referencia al autor inglés, pero se destroza el texto del dramaturgo. Desde su posición como creadores, algunos se toman esta libertad y están en su derecho, pero en mi particular punto de vista: hay recintos y autores que merecen un poco de respeto…
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