Por: Susana Fernández — 1 de julio, 2011
En un viaje de verdadera exploración sobre el qué hacer escénico y una reflexión personal sobre los elementos que pueden enriquecer su propuesta como artista, Isabel Beteta se encuentra en un punto de redescubrimiento que comparte con el público a través del programa La búsqueda que presenta el 5 y 12 de julio en el Centro Cultural Helénico.
Directora y fundadora de la compañÃa Nemian Danza Escénica, la maestra Beteta presenta con este compilatorio, algunas de sus piezas de repertorio como El jardÃn de las delicias, estrenada en 2008.
Además de obras de otros creadores como Ya llegó el carro de la muerte de Óscar Ruvalcaba y Hunters de la coreógrafa Jean Isaacs –directora del San Diego Dance Theater– y Kratos Demens de Isabel Beteta.
Se trata de la oportunidad de ver otra faceta de una artista que no sabe permanecer inmóvil y que sin miedo busca otras formas de expresión sin importarle experimentar con otros géneros.
En este sentido, la maestra se ha enriquecido del género de danza butoh, disciplina nada sencilla donde la maestra Natsu Nakajima, ha sido su guÃa e incluso colaboró con ella en Tras la sombra de los pájaros, obra que presentó durante el pasado mes de junio en el mismo escenario del Helénico.
Sobre esta nueva faceta y aprendizajes estéticos Isabel Beteta compartió con InterEscena algunos de los hechos más significativos de este proceso.
¿Qué te impulsó a incursionar en este género?
I.B. “Yo ya habÃa estado cautivada desde hace 25 años, cuando tuve el primer contacto con Natsu y el butoh, y me fascinó, luego vi mucho y me desencantó un poco porque creo que hay mucho butoh light. También hay una idea errónea de andarse catarseando en el escenario, eso no es butoh. A nadie le interesa ver una catarsis, para eso, mejor vete con tu siquiatra. El butoh es un espectáculo, bien armado y con sus reglas, y debes respetar éstas”.
¿Por qué el butoh y no otro estilo?
I.B. “El butoh toma de sus propias tradiciones y del expresionismo alemán, por ese lado a mà me interesó primero. A mà me atrae demasiado el expresionismo, siempre y cuando no esté llevado a la pura forma y tenga un sustento real. Se que es duro, no es una cosa suave para el alma, no es algo que tú veas y difÃcilmente digas “qué bonitoâ€, en ese sentido no es gentil”.
“El butoh puede ser muy estético. Cuando no está gesticulando tiene una serenidad que contacta, pienso que eso puede ser un atractivo para el público Sabe usar los colores y las luces esenciales, y al vacÃo lo dota de una estética que contagia”.
¿No se trata de una disciplina lejana a nuestra cultura?
I.B. “Creo que justo México tiene una conexión especial con sus raÃces y una capacidad de sentir que hay seres incorpóreos que conviven con nosotros, no todas las culturas tienen esto. En ese sentido, Japón tiene una cierta cercanÃa con el sentir mexicano que yo descubrà recién ahora. Si pensamos en la tradición mexicana, y en cualquier tradición teatral, si usa la máscara en el escenario, se usa con fuerza, cuando la cara es la máscara puede ser mucho más directo este contacto, creo que serÃa interesante para la gente que lo ve por primera vez, pensar que la distorsión expresiva es comunicativa y que la atmósfera puede ser muy seductora”.
Con una experiencia tan amplia como la tuya, ¿qué aportó el butoh a tu interpretación?
I.B. “Más allá de todo lo que implica, no sólo en lo técnico de saber moverte correctamente, es lo que se necesita para la preparación interna, que en el caso del butoh es un trabajo muy especÃfico. Primero debes llegar a “vaciarte de tiâ€, alcanzar ese estado donde puedas ser poseÃdo por tu personaje se logra sólo cuando te despojas de tu nombre, tu sexo, tu identidad social, hay que vaciarse de uno mismo, se dice fácil y no lo es”.
“Una de las técnicas que se usan –que no es la única pero que a mà me funcionó– es tener los ojos abiertos a la mitad y cerrados a la mitad, curiosamente es lo mismo que te dicen para meditar porque te permite estar afuera y adentro al mismo tiempo. Pero también implica tener una apertura a que suceda algo que no sabes qué es, a nivel emotivo y a nivel interno”.
En estos ejercicios, ¿cuál fue tu experiencia?
I.B. “Justo en esas partes fue donde el contacto con la emoción fue más violento. Tu mente va al recuerdo y este elemento es muy importante porque a partir de éste hay situaciones y salieron una serie de onomatopeyas. Creo que no saber a dónde te lanzas te permite que surjan estos recuerdos. Recordé una Isabel que no sabÃa que existÃa”.
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