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Por: Enrique R. Mirabal — 3 de septiembre, 2014
Este sábado 8 de septiembre, atractivo programa con estrellas y solistas internacionales: Krysanova, Stashkevich, Carrillo, Hernández, Domitro, Shklyarov…
A pocas semanas de la gala Despertares en el Auditorio Nacional, Bellas Artes quiere dejar bien sentado que, para festejos, el Palacio se pinta solo. Un programa extenso y cercano a la coherencia necesaria en cuanto a estilos y tendencias del ballet de hoy en dÃa, dejando de lado ocurrencias mediáticas y mercadológicas al estilo de los hermanos porteños y la Venus de ébano de la era Obama. Esta Gala promete, a juzgar por el programa y los solistas anunciados, una armonÃa y fluidez que, más que contrastes, busca continuidad en el devenir de la danza clásica.
Hay de todo un poco, desde los obligados números de virtuosismo hasta las concesiones al gusto del público más joven con música al uso y algunos tics para cumplir con la cuota de contemporaneidad exigida. Predominan los pas de deux de siempre (cuente usted las veces que los ha visto y de éstas, cuántas los ha disfrutado y cuántas los ha sufrido): El corsario, Grand Pas Classique, Don Quijote, Diana y Acteón, Giselle, Cisne blanco, alguna incursión en lo dramático a propósito del año Shakespeare, Escena del balcón de Romeo y Julieta.
Asà como algunas variantes según la compañÃa de procedencia de los bailarines: una escena del ballet Espartaco de Khachaturian/Grigorovitch, durante décadas la pieza fuerte del realismo socialista del oficialismo soviético, el Vals de Moszkovski con coreografÃa de Vainonen, una miniatura acrobática con mucho de kitsch pero que resultaba deliciosa cuando calzaban las zapatillas Lepzhinskaya y Struchkova… unas cuántas décadas atrás. Habrá que ver en estos tiempos qué toque le imprimen la pareja del Teatro Bolshoi conformada por Anastasia Stashkevich y Mijail Lobujin.
Lo contemporáneo, es un decir, en algunos casos, se identifica con Tristeza del coreano Yung Jun Sin, un solo interpretado por el bailarÃn, también coreano, Kimin Kim, un caso especial de un extranjero que integra a las filas de una compañÃa rusa, en este caso, el Mariinsky de San Petersburgo (la otra rareza ha sido la invitación al norteamericano David Hallberg como primer bailarÃn del Bolshoi).
Dos obras del italiano Mauro Bigonzetti, un coreógrafo ecléctico que ha creado piezas que transitan entre el neoclasicismo y los códigos de lo que suele llamarse contemporáneo, con puntas o sin ellas, con titubeos de autenticidad en la factura pero sà contando con la aceptación del público. A saber, el solo de Cinque a partir de Vivaldi (A un italiano se le debe exigir una búsqueda más exigente en el patrimonio musical de su paÃs. Además de Vivaldi y Rossini hay cientos de buenos músicos en la penÃnsula). La intérprete, la bailarina principal del Bolshoi, Ekaterina Krysanova.
Caravaggio es el otro ballet de Bigonzetti/Monteverdi del que veremos un paso a dos interpretado por Elisa Carrillo, la mexicana que por méritos propios es bailarina principal en la Ópera de BerlÃn acompañada por el ruso Mijail Kaniskin.
Además de Carrillo habrá otros mexicanos en la Gala. El golden boy y consentido de las galas, Isaac Hernández, regresa con la rusa Jurgitta Dronina, ambos del Ballet Nacional de Holanda para repetir su Romeo y Julieta de Rudi van Dantzig/Prokofiev que vimos el mes pasado en Despertares. Su segunda participación, el Tchaikovski pas de deux de Balanchine, una pieza que se ha integrado al grupo de las favoritas en galas y concursos de ballet.
La impronta balanchineana descansa más en la capacidad de combinar pasos difÃciles, en ocasiones, forzados, con la musicalidad y el juego escénico: la tradición en serio pero a distancia. De la CompañÃa Nacional de Danza, dos parejas tienen la oportunidad de alternar con figuras internacionales sin necesidad de salir de casa. Ana Elisa Mena junto a Erick RodrÃguez y Lorena Kesseller al lado de Roberto RodrÃguez son los escogidos para medir fuerzas con los invitados.
Del San Francisco Ballet, Taras Domitro y Frances Chung, alguna vez vistos en escenarios mexicanos, tienen la difÃcil tarea de sorprendernos con algo diferente y brillante en Don Quijote. Pareciera que ya no hay nada que añadir (y sà mucho que quitar) a este caballito de batalla que sólo debe bailarse cuando se porta la seguridad de ofrecer algo original y sorprendente. Las expectativas son altas: el cubano ha demostrado que su rango en la compañÃa ha sido ganado con talento. A Chung, la recordamos por una especial delicadeza que no es, precisamente, lo esencial en las bodas de Kitri y Basilio.
Una buena noche de ballet, en la que todo el peso recae en los rusos provenientes de los teatros Bolshoi, el Mariinsky y el Stanislavsky–Nemirovitch. Ekaterina Krysanova es una de las cartas fuertes a futuro del Bolshoi después de la salida de Natalia Osipova. Anastasia Stashkevich, ha ido subiendo rápidamente entre las favoritas por alcanzar el estrellato y lo tiene muy merecido por su fuerza técnica, una lÃnea hermosa y un buen rapport con el público.
Una curiosidad en esta Gala en Bellas Artes, es la versión que del clásico romántico La Peri hiciera Vladimir Malakhov. Las tentativas anteriores protagonizadas por Alonso y Fracci, a pesar de su divismo, nunca convencieron. La Peri será bailada por Carrillo y Kaniskin. Sin haber visto el trabajo de Malakhov, precisamos que, si no hay una recreación del estilo romántico con la técnica y los recursos expresivos de la época, las poses chistosas, los falsos errores o tropiezos a expensas del romanticismo ni malabares técnicos de la segunda mitad son apropiados para La Peri. Foto de Elisa Carrillo y Mijail Kaniskin interpretan Caravaggio: Carlos Quezada.
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