
Por: Fritzi Mazari — 17 de diciembre, 2016
Por la noche, Clara duerme y en sus sueños se encuentra en medio de una batalla entre ratones y un Cascanueces a quien logra salvar, el soldado cobra vida invitándola en agradecimiento al PaÃs del Azúcar. En ese mundo de fantasÃa Clara se encontrará con un sinfÃn de personajes, como el Hada de Azúcar y su caballero, un batallón de soldados, flores que bailan un vals, el juguetero Drosselmeyer y hasta la misma Reina de las Nieves…
AsÃ, se sucede la magia de El Cascanueces, el tradicional cuento con el que la danza festeja la Navidad desde su creación que surge del imaginario del célebre Marius Petipa a partir del cuento por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (escrito en 1816) y adaptado al francés por Alexandre Dumas, una historia que se transformó en la coreografÃa de Lev Ivanov quien la enmarcó con la música de Piotr Ilich Tchaikovski.
Al paso el tiempo, El Cascanueces –estrenado en diciembre de 1892 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo– se distingue por ser parte esencial del repertorio de las compañÃas más prestigiadas en todo el mundo, entre ellas la CompañÃa Nacional de Danza (CND) que le mantiene como una de las obras más consentidas por el público desde hace 36 años, cuando se presentó primera vez en el Palacio de Bellas Artes en diciembre de 1980, y dos décadas después –2001– en el escenario del Auditorio Nacional.
Desde entonces, este clásico ballet es escenificado cada año por la CND en este escenario icono de la cultura capitalina, transformándose en un espectáculo de gran formato que se interpreta en una hermosa escenografÃa que dibuja la magia y los sueños de la infancia a través de elementos representativos de la natividad, teniendo dos estrellas principales, el tradicional Ãrbol de Navidad y un distintivo y enorme Cascanueces.
Aun cuando su clásica interpretación prevalece intacta, en su montaje en el Auditorio, El Cascanueces, sorprende cada año con nuevos elementos escénicos y desde su primera presentación en el Auditorio por la riqueza de su producción, encabezada por un elenco conformado por más de 80 bailarines, entre ellos niños y jóvenes de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBA, y por supuesto el cuerpo de baile que integra la CompañÃa Nacional de Danza. Además para este 2016, Mario Galizzi, director del ensamble ha elegido a la primera bailarina Blanca RÃos y el bailarÃn Sebastián Vinet como los solistas principales de esta representación.
“Las coreografÃas se respetan porque es la lógica. Todo avanza y la técnica es más competitiva, por eso digo: no nos conformemos, el montaje presenta modificaciones exclusivamente en la ejecución de los primeros bailarines, quienes han sido exigidos en lo técnico”, Mario Galizzi.
Además, en cada función la narrativa coreográfica de este ballet se fusiona con la música en vivo, ejecutada por la Orquesta del Teatro de Bellas Artes que este año es llevada por la batuta del maestro Srba Dinic, una sonoridad mágica que describe la nostalgia por la infancia perdida que se suscribe entre la realidad del mundo de los adultos y el universo onÃrico de los niños. Un juego orquestal de notas entrelazado con imágenes en movimiento que llevan a los espectadores a ser infantes por unas horas al presenciar escenas armonizadas con las notas de una melodiosa partitura que desborda el fascinante imaginario del compositor ruso.
“El cascanueces es una obra perfecta y clásica que prevalece cada año en estas fechas tan emotivas de diciembre, nosotros como compañÃa tenemos la responsabilidad de estar a la altura de la obra, y como espectáculo en vivo tenemos el reto de mejorar y superar el nivel año con año”, Tihui Gutiérrez, antes primera bailarina y hoy profesora de la CND.
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