Por: Susana Fernández — 17 de octubre, 2012
La compañÃa japonesa Dairakudakan celebra su 40 aniversario en la Sala Miguel Covarrubias del 29 al 31 de octubre.
Después de conocer el trabajo el maestro Akaji Maro, hace dos años en el marco del Festival Internacional Cervantino del 2010 debo confesar que mi desgastado gusto por la danza butoh sufrió una renovación y reconciliación por todo lo experimentado en la escena.
Desde entonces, la compañÃa Dairakudakan se ha convertido en un referente que nos recuerda que el atractivo de la danza butoh se haya precisamente en el gesto pausado que dramatiza cada acción, en esa expresión que nace de lo más profundo del ser humano, en lo más oscuro del pensamiento que encuentra la luz a través de una manifestación artÃstica que no necesariamente está ligada a la belleza empero sà a la emoción verÃdica, sin falsas pretensiones.
Tal y como me dijera un bailarÃn hace dos años, me permito suscribir su pertinente afirmación: “ver a Dairakudakan en acción es como disfrutar en directo del Ballet Bolshoi, pero en su versión orientalâ€, (los conocedores habrán de disculpar las comparaciones pero el trabajo de Dairakudakan vale eso y más).
No es de sorprender que al saber de la próxima visita a nuestro paÃs (29, 30 y 31 de octubre de nueva cuenta en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario), del ensamble que dirige Akaji Maro, significa la emoción por volver a ser partÃcipe de una de sus propuestas e imagino compartida por el mayor número de seguidores de la danza.
En esta ocasión Dairakudakan presentará Hai no hito (Hombre de cenizas), un composición coreográfica que habla de cómo en una ciudad reducida a cenizas por un cataclismo, los hombres pueden regresar a la vida. Una creación que de forma cruel coincidió el ensayo para su estreno con el devastador terremoto que se sufrió en Japón en marzo de 2011.
Concebida por Akaji Maro, Hai no hito (Hombre de cenizas) es la manifestación de cómo un sÃmbolo puede representar lo mismo el final de todo, asà como la oportunidad de renacer, de esta forma las cenizas no sólo son el reducto de algo que fue, al mismo tiempo significan el terreno fértil donde puede florecer el hombre y la esperanza misma.
A decir del propio Akaji Maro, “Las cenizas, son el relato de la caÃda y la resurrección, escape de la gravedad, caÃda al suelo. ‘Cenizas-vida’ o ‘Cenizas-Muerte’, delicadeza y misterio, de este modo, las cenizas gobiernan la no existencia y juegan con todos los seres. Un hombre de cenizas danza dilemasâ€.
Formado como actor, el joven Maro se vio atraÃdo a la danza butoh cuando conoció al fundador de esta disciplina, Tatsumi Hijikata en la década de los 60. Este género, austero en su presentación escénica donde en la mayorÃa de los casos los intérpretes actúan desnudos o pintados de blanco y cuyo peso recae en la expresividad del cuerpo por si mismo, ejerció en Akaji Maro un poder de atracción inmediato que más tarde lo llevarÃa a fundar su propia compañÃa Dairakudakan, con la cual este año cumple cuatro décadas en los escenarios y que sin temor a errar podemos a afirmar que es una de las agrupaciones de butoh con más prestigio, cualidad que le ha valido al género dancÃstico gran parte de su proyección a nivel internacional.
Con un estilo propio que ha perfeccionando a lo largo de su trayectoria, Akaji Maro ha logrado que en los trabajos de Dairakudakan predomine el sentido introspectivo de la danza butoh empero con un perfecto sentido de la danza como espectáculo y grandes dosis de teatralidad y movimiento escénico que le dan otra visión sin contradecir su génesis. Se trata de danza con más espectacularidad y riqueza visual donde están presentes todos los excesos desde lo más grotesco del barroco hasta lo más agresivo de la esencia contemporánea.
Con la interpretación de los bailarines Muramatsu Takuya, Mukai Kumotaro, Ikko Tamura, Matsuda Atsushi, Shioya Tomoshi, Okuyama Barabbas, Daiichiro Yuyama, Kohei Wakaba, Matsuri Hashimoto, Naoya Oda, Kobayashi Yuta y el mexicano Espartaco MartÃnez, Hai no hito (Hombre de cenizas) de la compañÃa japonesa Dairakudakan será –sin duda– uno de los eventos dancÃsticos del año, una experiencia para ver la danza butoh con otros ojos y redescubrir aquello que dice el cuerpo con un lenguaje que nace de las reflexiones más profundas del ser humano sin necesidad de la palabra.
“Las cenizas también evocan ingravidez y ligereza, Hai no hito es un magnÃfico himno a la vidaâ€. Akaji Maro.
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