Conciertos patrios con canciones populares y algunas pinceladas nacionalistas

Por: Enrique R. Mirabal — 4 de septiembre, 2010

Joshua Bell se presenta en el concierto inaugural de la segunda Temporada 2010 de La Orquesta Sinfónica Nacional, septiembre 2010 Festejar la Independencia a doscientos años del acontecimiento que nos dio patria es un imperativo que no admite excusas. Los músicos mexicanos tienen muy claro el concepto y cada año -éste con mayor razón- se aprestan para dar sonoros conciertos en emblemáticos espacios.

Prácticamente, la mayoría de las orquestas han preparado sus programas, única y exclusivamente configurados con música nacional. Algunos directores han intentado salirse de la rutina y otros han buscado el equilibrio entre las piezas obligatorias por reclamo popular y la búsqueda de novedades entre lo popular y la música de salón, mezclándolo con partituras de concierto de los, siempre por reivindicar, compositores mexicanos.

La Orquesta Sinfónica Nacional, con la dirección de Carlos Miguel Prieto, se anticipa el primer fin de semana de septiembre con un singular concierto que reúne lo mexicano con el gran post-romántico ruso Chaikovski.

En la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM –el Palacio de Bellas Artes se espera esté a punto para el Centenario de la Revolución, para el 19 de noviembre- se escuchará La noche los mayas de Silvestre Revueltas y H. P. Caballos de vapor de Carlos Chávez, obras de dos compositores trascendentales en la primera mitad del siglo XX -mas no únicos-, pioneros en introducir las vanguardias al estancado mundo musical de entonces.

Alun Francis dirige a la Orquesta Filarmónica de la UNAM, en el Concierto Mexicano, Homenaje a Manuel Esperón, septiembre 2010 Un invitado que atraerá mucho público es el famosísimo Joshua Bell que tocará el Concierto para violín de Chaikovski, a fin de cuentas, un fervoroso nacionalista que, sin presumir de ello, fue el más ruso de todos sus contemporáneos o, al menos, el realmente universal y trascendente.

También en la Sala Nezahualcóyotl, sede de la OFUNAM, habrá el tradicional Concierto Mexicano, en Homenaje a Manuel Esperón, los días 11 y 12 con la orquesta mencionada bajo la dirección de Alun Francis quien tal vez incluya Las golondrinas en el programa. La voz del tenor José Luis Ordóñez dara voz a este programa.

El viernes 10, un día antes de este par de conciertos, la también habitual de la Neza, la Orquesta Sinfónica de Minería bajo la dirección del adjunto José Areán hará lo suyo para homenajear a sus compatriotas.

La nota curiosa del programa es la obra que abre la sesión: la Obertura mexicana de Merle John Isaac (1898-1997), músico norteamericano que impulsó la creación de partituras (o arreglos) para orquestas juveniles y a cuya memoria se celebra un Concurso de composición en su país natal.

Fernando de la Mora celebra el Grito en la Gala Mexicana que lleva por título, Canto a la Concordia, en el Auditorio Nacional, septiembre 2010 La Obertura es, nada más y nada menos, un popurrí de aires, danzas y melodías populares mexicanas arregladas por Isaac. No hay que ser muy agudo para presentir que La cucaracha y Cielito lindo serán identificados a los primeros compases. Los más duchos tararearán la Marcha Zacatecas. El resto de la velada está dedicada al Vals sobre las olas de Rosas, al Janitzio de Revueltas… Para finalizar, dos lugares comunes pero inevitables, el sobrevalorado y cansino Danzón No. 2 de Márquez y el Huapango de Moncayo, éste sí bienvenido.

En el Auditorio Nacional, la noche del 15 de septiembre a partir de las 21 horas, el tenor Fernando de la Mora calentará sus cuerdas vocales para gritar de lo lindo a las 23 horas un ¡Viva México! con el eco coral de los casi once mil asistentes que alberga el Auditorio. La Orquesta de Cámara de Bellas Artes, el Mariachi Gama Mil y el Quinteto de Gonzalo Romeu acompañan a De la Mora en esta Gala Mexicana que lleva por título, Canto a la Concordia, que se está convirtiendo en tradición.

Después del Grito, los asistentes podrán degustar platillos mexicanos bajos en calorías y ad hoc para la medianoche en la Explanada del Auditorio que se convierte para la ocasión en una alternativa a cualquier Zócalo de la República.

Para este mes Patrio, nadie podrá decir que nuestros músicos estuvieron ajenos a la celebración del Bicentenario.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.