Danza

Kikunokai, celebración de amistad entre México y Japón

Por: Nina Ines Jung — 22 de febrero, 2010

Kikunokai, con la dirección de Michiyo Hata, se presentó en el Teatro de la Ciudad, febrero 2010 Bajo el lema “danza japonesa, tradición y creatividad” la compañía de danza Kikunokai se presentó el pasado sábado 20 de febrero en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. Para celebrar los 400 años de amistad entre Japón y México se preparó un programa muy variado de baile Kabuki y comedia japonesa, creado por Michiyo Hata.

Sobre este significativo evento, Masaaki Onu, embajador de Japón en México, comentó: “Kikunokai presenta una danza japonesa original que conserva su rasgo tradicional, combinado con un toque de creatividad que permite adaptarse a la época actual”.

El espectáculo consistió de 15 piezas individuales, divididos en dos partes. La primera parte empezó con un segmento de la pieza KOTOBUKI KIKU SANBA-SO, una canción apropiada para representar la celebración conmemorativa.

Luego se bailó “la danza de los leones“, SHAKKYO, una pieza típica de la danza clásica japonesa representando una leyenda sobre el rey de la jungla y su(s) cachorro(s). Leones con vestidos colorados y melena roja y blanca dominaron el escenario bailando con la belleza y elegancia que caracteriza al arte oriental.

Kikunokai, con la dirección de Michiyo Hata, se presentó en el Teatro de la Ciudad, febrero 2010 Después siguió una comedia del teatro Noh llamada BO-SHIBARI (Atar el Palo), la cual trata sobre un señor feudal y sus dos empleados que tienen el hábito de robar y beber sake de su jefe cuando el no está. ”En esta pieza se puede encontrar un poco del sentido del humor japonés” comentó Michiyo Hata, la representante y fundadora de la compañía Kikunokai.

La segunda parte del programa consistió en 12 piezas de baile tradicional japonés. Iniciando con KONJYAKU MONOGATARI que narra cuentos de tiempos pasados, seguido por OBORO ZUKIYO NO SAKURA obra inspirada en los Cerezos de la Luna Nebulosa. La Sakura es la flor del cerezo más querida por los japoneses desde los tiempos pasados y hasta hoy en día con un significado especial.

A continuación se presentó la danza de la primavera, HARUO ODORU, que simboliza –igual que tal vez en otras culturas– la oportunidad de encontrar un nuevo amor. Siguió el turno a TOMONI AYUMU (Caminando hacia el Futuro, un pasaje tradicional sobre una pareja joven que en la primavera trabajan como recolectores de plantas comestibles.

Kikunokai, con la dirección de Michiyo Hata, se presentó en el Teatro de la Ciudad, febrero 2010 Una de los cuadros que más gustó fue una semblanza sobre el espíritu del Japón con el título de NIHON NO KOKORO, expresión patriótica que mostró los sentimientos de este pueblo: el amor a su tierra natal, el respeto a la gente y la importancia de valorar la vida.

La siguiente presentación fueron las danzas: NANBU TAWARATSUMI UTA, la cual representa “una canción para apilar costales de paja con arroz”, sensible agradecimiento por la buena cosecha; y GOIWAI que simboliza a los hombres del mar quienes bailan dinámicamente expresando alegría por la abundante y buena pesca.

Después, se presentó TSUGARU JYONKARA BUSHI, acompañada de un Tsugarushamisen, uno de los instrumentos más representativos del norte de Japón (un laúd de cuello largo con tres cuerdas). Esta pieza se bailó rítmicamente expresando la alegría de la juventud con sonidos ligeros del shamisen.

Kikunokai, con la dirección de Michiyo Hata, se presentó en el Teatro de la Ciudad, febrero 2010 Prosiguieron con YASABURO BUSHI, una parábola sobre la relación complicada entre suegra y nuera (también como sucede en otras culturas), siendo está la única interpretación teatral de la segunda parte, una fractura con el estilo de las anteriores que consisitieron en danzas tradicionales.

En la movida danza de la sombrilla, KASA ODORI, aparecieron tres hombres que bailaron con grandes y coloridas sombrillas hechas de papel japonés y bambú. Después se representó ROKUCHO, un tranquilo cambio que muestra una parte romántica de la vida de pareja: Un hombre y una mujer que bailaron apasionadamente para expresar sus sentimientos en un tiempo acelerado.

Kikunokai cerró el programa con USHIBUKA HAIYA BUSHI y AWAODORI KAKEAI, un encuentro de todo el elenco en el escenario para ofrecer dos cuadros muy alegres y ritmicos provenientes de dos regiones y culturas diferentes.

Kikunokai, con la dirección de Michiyo Hata, se presentó en el Teatro de la Ciudad, febrero 2010 Michiyo Hata creó Kikunokai en 1972. Sólo cuatro años después, este ensamble japonés recibió el Premio a la Excelencia en el Festival Cultural que otorga la Agencia de Asuntos Culturales del Japón.

En sus inicios la compañía solamente se presentó en ciudades japonesas, mientras que hoy gozan de gran popularidad y reconocimiento a nivel internacional. Entre 1997 y 2007, los miembros de Kikunokai se hicieron acreedores, durante nueve años seguidos, al reconocimiento por parte de la División de Danza Japonesa del Concurso Nacional de Danza patrocinado por Tokyo Shimbun.

En su espectacular presentación en el Teatro de la Ciudad, Kikunokai contó con la participación de los bailarines: Nagamitsu Satare, Satoshi Hara, Yasushige Tsuruoka, Eiji Iida, Norio Takei, Hidetoshi Nakamura, Rika Miyazawa, Yuko Aoki, Asuka Tsuchiya, Teruko Kasai, Hiroko Sekiguchi y Yoko Nakamura.

Una particular mención merece la presencia de Irene Akiko Ilda -integrante de la compañía Teatro de Ciertos Habitantes –que actualmente presenta Contramarea, el regreso del samurái en la Sala Xavier Villaurrutia-, ya que estuvo realizando distintas roles a lo largo del espectáculo: representante de la compañía, maestra de ceremonias, intérprete y cantante.

En la noche del sábado 20 de febrero, Kikunokai nos mostró una parte del alma de Japón, Michiyo Hata resumió esta experiencia de la siguiente manera: “hemos entregado nuestras hermosas canciones japonesas a través de enérgicos bailes que llegarán a sus corazones”.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.