Danza

Eugenia Vargas: Una percepción coreográfica donde el cuerpo se encuentra con la poesía…

Por: Claudia Magun — 15 de octubre, 2009

“La muerte es una palabra. La palabra es una cosa, la muerte es una cosa, es un cuerpo poético que alienta en el lugar de mi nacimiento”, Alejandra Pizarnik.

Eugenia Vargas presenta El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos en el Centro Cultural Los Talleres, octubre 2009 En una reflexión que toma como pretexto la presencia escénica, Eugenia Vargas presenta en el Centro Cultural Los Talleres, El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos, cuatro soliloquios alrededor de la poesía de Alejandra Pizarnik.

Para la coreógrafa Eugenia Vargas, la poetisa argentina “siempre ha sido una poeta que acompaña mis noches y mis días”. Y como suelo jugar a poner mis manos sobre un libro y hacer una pregunta íntima: pregunté sobre este momento en el que yo me hallaba existencialmente, pidiendo una luz, y así salió esta obra, que me pareció que era justo lo que me estaba ocurriendo. La encontre en esa dualidad de la muerte y de la vida, así, opté por empezar a trabajar bajo el impulso de ese universo poético y, así fue como empezó a generarse todo este proyecto”.

El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos surge de un proyecto de investigación y creación coreográfica que se manifiesta de una experiencia llamada, VVV, un espacio a la reflexión sobre el cuerpo como entidad expresiva total.

Eugenia Vargas presenta El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos en el Centro Cultural Los Talleres, octubre 2009 Una obra que reúne al Laboratorio Escénico Danza Teatro Ritual en un experimento donde se activan la depuración y desarrollo de la energía, una metáfora que suscita un estado de alerta en el actor-bailarín transformando su ser cotidiano en un encantador de serpientes, fascinado y fascinante capaz de hacer visible lo invisible.

Una pensamiento coreográfico que emana con la idea de ahondar en el estudio del cuerpo y la presencia escénica a partir de una experiencia que inicia entre enero y mayo del 2009, en la cual se convocó a cinco talleres dirigidos a profesionales y estudiantes avanzados de artes escénicas con el objetivo de profundizar en el conocimiento del cuerpo y sus posibilidades expresivas apoyándose en distintas técnicas de movimiento, actuación y emisión de la voz.

“Paralelamente a estos talleres me encontré con los textos de la Pizarnik y esto, que se llevó varios meses cocinándose, se concretó con El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos, un ejercicio que se basa en la intención de encontrar el lenguaje que exige la propia naturaleza de la obra, misma que pretende ser un espectáculo del cuerpo, donde el lenguaje es el protagonista del drama. No hay bailarín que pueda bailar sin conocer su cuerpo como el instrumento fundamental”, Eugenia Vargas.

Así, como en una sobredosis de aliento donde la vida y la muerte nos va tomando a cada instante, para la maestra Vargas, el título del espectáculo evidentemente es una inspiración sobre el poema de esta autora argentina, que como ella dice “en realidad surge de una inquietud muy íntima y personal que la inspiró en un momento de crisis. Yo me hallaba en una disyuntiva: entre dejarme caer en una etapa depresiva, o imaginar algo que pudiese darle sentido a despertar cada mañana y trabajar por algo específico”.

Eugenia Vargas presenta El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos en el Centro Cultural Los Talleres, octubre 2009 Con la participación escénica de Gisela Cortés, Sandra Celedón, Laura Zermeño y la misma Eugenia Vargas y la música e interpretación en vivo de José Navarro, que trabaja a partir de lo que cada intérprete está proponiendo y aporta su propio sonido, El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos reune cuatro soliloquios interpretados por dos bailarinas y dos actrices donde la “plástica escénica de cada soliloquio es diferente” y la propuesta en sí es “un mismo poema interpretado o encarnado, de forma tan original como la interprete que lo lleve a cabo”.

La metáfora de los cuerpos poéticos, precisa la maestra Vargas, es un anhelo, en realidad, de poder encontrar o invocar algo más allá de lo que uno mismo como intérprete pueda decir con sus propios límites humanos, “esa apertura a que la energía atraviese por uno, y entonces ocurra la danza. Entonces ya no es uno en su propio ego, es una fuerza sagrada, y que no ocurre siempre, por eso los grandes artistas nos dejan maravillados. En el caso de este trabajo, no es más que el intento fiel de seguir un oficio, un llamado personal”. Fotos: Gloria Minauro / Escénica 7

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.