
Por: Enrique R. Mirabal — 27 de septiembre, 2018
Pensar en teatro polaco es rememorar la época (años 60 y subsecuentes hasta la caÃda del Muro de BerlÃn) en que la cultura de este paÃs atraÃa a la juventud que se relacionaba con el movimiento del 68 en México, ParÃs o Praga. La vanguardia artÃstica tenÃa su equivalente en el pensamiento revolucionario de los jóvenes occidentales: actos polÃticos con un toque de performance, arengas incendiarias con acento dramático y la espontánea gráfica que acompañaba a los manifestantes.
La música, los cantos y tonadas alusivas al statu quo hubieran encontrado a un gran admirador en el Bertold Brecht que no alcanzó a vivir los años sesenta que mucho tenÃan de su teatro politizado.
Los polacos sobresalieron y dejaron huella en diferentes manifestaciones artÃsticas en estos años turbulentos y hasta la oleada que desencadenó el movimiento Solidaridad. En los años 80, nos visitaban, en el marco del Festival Cervantino, Tadeusz Kantor (1915-1990) y su compañÃa Cricot 2 con la puesta Wielepole, Wielepole, honrando a su ciudad natal y descrita a la par que el conjunto de su obra como “una escritura escénica de la corrupción generalizada”.
Kantor pudo abrevar de las vanguardias que le precedieron, se inspiró en ellas, pero no las copió, asimiló lo que le resultó afÃn y lo procesó hasta convertirlo en propio: extrañamiento, deconstrucción del fenómeno teatral, amalgama de géneros y medios, sin relación alguna con el abuso de las novedades tecnológicas de hoy, más los recursos plásticos y visuales que, como buen pintor de origen, rebosaban en sus obras.
No sólo Kantor significaba Polonia, también el diseño gráfico que identificaba a los afiches del cine que se exhibÃa en Polonia y el cine polaco per se con Wajda (también director de teatro), Zanussi, Ford (Aleksander), Kawalerowicz, Zulawski, Skolimovski y Polanski por no hacer muy larga la enumeración.
La pantomima y la danza moderna fueron un antÃdoto que los polacos adoptaron ante el embate del realismo socialista que la invasora Unión Soviética les quiso imponer. La resistencia se hizo con talento e inventiva, demostrando la idoneidad de lo contemporáneo versus el anquilosado realismo.
La música de vanguardia de la segunda mitad del siglo XX se consolidó gracias al aporte de los polacos: Tadeusz Baird, Witold Lutoslavski, Penderecki, Grazyna Bacewicz… Las artes constituÃan el bastión inexpugnable de los polacos ante el embate de sus vecinos.
Con la desaparición del bloque soviético, Polonia recurrió a su historia y sus tradiciones, incluidas las vanguardias, pero permanece en un impasse que nos hace añorar los años dorados.
Ahora nos llega el Nowy Teatr de la Polonia de 2018. ¿Qué podemos esperar de ellos: una resurrección de las glorias pretéritas o una negación del pasado para levantar un proyecto que no tenga deudores? Sólo lograremos saberlo, asistiendo a Bellas Artes el jueves 27 o el viernes 28.
El fin es la obra que presenta este grupo creado en 2008 y dirigido por Krzysztof Warlikowski. De la obra en cuestión, podemos mencionar los créditos artÃsticos: música de PaweÅ‚ Mykietyn, diseño de iluminación de Felice Ross, coreografÃa de Claude Bardouil y video de Denis Guéguin, escenografÃa y vestuario de MaÅ‚gorzata Szczęśniak.
Sobre la obra que es creación del propio director, se apunta que toma como fuentes a tres obras literarias: Nickel Stuff, un guión cinematográfico de Bernard-Marie Koltès; El proceso de Franz Kafka, y fragmentos de la novela Elizabeth Costello de J.M. Coetzee.
Un clásico del siglo XX junto a dos escritores actuales, reconocidos, el primero, por el teatro y, el segundo, por sus narraciones premiadas (Nobel incluido) y best seller en librerÃas.
La distópica e inconclusa novela de Kafka y toda su obra son un parteaguas de la narrativa del siglo XX como lo fue Ulises de Joyce y En busca del tiempo perdido de Proust.
El proceso tiene un antecedente visual imprescindible en la pelÃcula que Orson Welles dirigiera, coescribiera y actuara en 1962. De ahÃ, inferimos un cierto tono y manera con preguntas sin respuestas que será preciso comprobar en el teatro.
Krzysztof Warlikowski se presenta como un artista al uso en el medio teatral de la actualidad, amante de la multimedia, de la interacción de diversas disciplinas, seguidor de la dinámica del performance y el happening, de la danza imbricada con la acrobacia, el video, juegos escénicos… ¿Qué tanto ha aprendido de sus predecesores y qué tanto los reconoce como antecedentes indiscutibles?
Nowy Teatr presenta El fin el jueves 27 y el viernes 28 en el Teatro del Palacio de Bellas Artes. Las funciones comienzan a las 18:00 horas, es decir, a las 6 de la tarde, debido a la extensión de la puesta que puede rebasar las 3 horas. Mucho movimiento atractivo que despierte la curiosidad se necesita para mantener el interés y la atención del público. Fotos: Magda Hueckel.
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