Teatro

Dante Gaspar, se enfrenta a las tinieblas de la vida

Por: Fritzi Mazari — 3 de agosto, 2018

Goyo Carrillo es Dante Gaspar, un hombre en aguas peligrosas. Teatro Orientacion, agosto 2018. Foto Alfredo Hurtado “A través de la memoria y la imaginación, Dante Gaspar es ese personaje que, a punto de cambiar su vida, busca rescatar aquello que está perdiendo su memoria…”

Dante Gaspar, es un cartero que, a sus 35 años, está a punto de jubilarse. Sin embargo, se prepara para regresar a sus remitentes esas cartas olvidadas que nunca llegaron a sus destinatarios. En ese destino que él mismo se ha impuesto encuentra algo especial, una libreta misteriosa que se empeñará en entregar a su dueño. Es por eso que emprenderá una investigación para localizarlo, confiando en su “pensamiento lógico”.

Goyo Carrillo es quien da vida a ese personaje que nos devela un juego de metáforas, donde él, y los personajes que representa, abordan uno de los temas más urgentes de la vida contemporánea; la pérdida de aquello que hace tiempo se quedó en las tinieblas de su mente… y de su espíritu, ese raciocinio inmaterial del hombre que también se desvanece.

Así, a través de la palabra, de la gestualidad y el movimiento escénico, Goyo da vida a numerosos personajes, al final el espectador cautivo ante una inesperada realidad se ve envuelto en un sorpresivo y muy inesperado planteamiento dramatúrgico que recrea modismo, lenguajes, costumbres y sentimientos y sobre todo el rescate de la memoria del ser humano.

Goyo Carrillo es Dante Gaspar, un hombre en aguas peligrosas. Teatro Orientacion, agosto 2018. Foto Jorge Vargas Dante Gaspar… es quien, de la mano de Michelle Guerra, como autor y director, permite al espectador hacer un viaje junto con el protagonista, para encontrarse con un discurso visual y poético donde el agua y la madera se reconocen como elementos transformadores de los espacios comunes, otros más oníricos y metafóricos en concordancia con el estado emocional del personaje. Son atmósferas que reproducen sonidos cotidianos, como el rechinido de una puerta o el chillido de una rata.

Dante Gaspar, un hombre en aguas peligrosas, es una de esas obras que invita a descubrir los caminos de la mente y del alma a partir de un discurso visual y poético donde el protagonista se enfrenta a una tremenda dramaturgia que le exige el desborde de una capacidad histriónica para desarrollar “una historia de un solo actor que se abre a la diversidad de diferentes personajes”, Michelle Guerra.

Goyo Carrillo es Dante Gaspar, un hombre en aguas peligrosas. Teatro Orientacion, agosto 2018. Foto Jorge Vargas Además, del trabajo actoral existe el componente visual de la trama, aquello –como el agua y la madera– que como elemento transformador de los espacios forma parte de un interludio de personajes y textos que reproduce situaciones oníricas y metafóricas en concordancia con el estado emocional que se reproduce en el escenario. Son escenas que transporta al espectador a lugares obscuros, misteriosos y entrañables, como aquellos recuerdos que quedan en el olvido.

Es el laberinto de la mente, aquella que sin perderse en el olvido genera la historia de Dante, ese marinero que a través de sus relatos ofrece una aventura que se cuenta en la quietud de un pueblo pesquero, encerrado en la nostalgia de aquellos recuerdos que divagan en una memoria casi perdida…

Goyo Carrillo es Dante Gaspar, un hombre en aguas peligrosas. Teatro Orientacion, agosto 2018. Foto Jorge Vargas Son relatos que se dispersan en la magia de la escena teatral sustentados por el diseño de iluminación de Lupillo Arreola; la sonorización y musicalización de Miguel Ángel Cuevas y un diseño de escenografía que surge de la producción del Teatro en Espiral, un colectivo que se ha preparado en la Universidad Autónoma de Baja California y en el Centro de Artes Escénicas del Noroeste de Tijuana.

Dante Gaspar, un hombre en aguas peligrosas, ofrece sus últimas funciones –este fin de semana– de esta temporada que se presenta en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, una propuesta que emerge desde la tranquilidad de Ensenada, donde -como dice Michelle Guerra“parece que no pasa nada y sin embargo tiene mucho que decir, como en este mensaje que –una vez más– el teatro nos otorga, una reflexión que invita a salvar la imaginación y la memoria, personal y colectiva, para pensar en una mejor calidad de vida”. Fotos: Alfredo Hurtado y Jorge Vargas.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.