Por: Josué Romero — 10 de marzo, 2018
Cuando era niño uno de los momentos más esperados del año –después de la Navidad y del DÃa de Reyes, por supuesto–, eran las vacaciones de verano porque invariablemente mi papá, todos los años, nos llevaba al circo. Ya fuera el Atayde, el Ringling Brothers o el que llegara de visita a esta muy noble y leal Ciudad de México.
Por ello, cuando me enteré de que el circo estaba en la ciudad, lo primero que hice fue esperar a que llegará el domingo para ir por Manolo, el Romero tres, y agarrar camino al Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (CCB) y acordarme de esos momentos que vivà con mi papá y contarle a mi hijo de las emociones que nos esperaban.
Al llegar, en esa cartelera gigante que se observa en el llamado CCB, lo primero que vimos fue una gran lona donde estaban Yap y Chaz, dos payasos vagabundos que pertenecen a la compañÃa Los Estrouberry Clowns, que como en los anuncios de antaño, presentan el magnÃfico y gran espectáculo del Vagabondo Circo bajo la dirección de Erick Murias.
De pronto, padre e hijo estábamos sentados en la primera fila, como en años pasados lo hice con mi papá. Esperábamos con gran emoción y desesperación la ansiada “tercera llamada, tercera” para ser parte de una mágica y entrañable función de circo.
Cuando se apaga la luz, hacen su aparición dos clowns vagabundos que al encontrarse frente a un bote de basura descubren las herramientas perfectas para transportarnos a una pista de circo donde se llevarán a cabo los más sorprendentes y espectaculares actos circenses.
Como el del hombre que realiza un asombroso acto con un aro gigante donde desafÃa toda ley de la fÃsica, o el de los yoyos chinos que giran en el aire para crear el efecto de que estamos frente a una gran rueda de la fortuna; y por si fuera poco, el malabarista que a ritmo de chachachá se funde con las clavas y los aros en un show que se anuncia espectacular.
Los equilibristas y contorsionistas son hombres y mujeres fuera de este mundo que en la pista de circo se vuelven, dirÃa Manolo, como súper héroes de los cómics que sorprenden a más de uno.
Cómo no quedar hipnotizado con los desplazamientos que se realizan en las cuerdas aéreas; o más que sorprendidos con los movimientos imposibles de la chica elástica que se funde con la Luna a mitad de la pista del circo, o con la increÃble sensualidad de la equilibrista en el columpio.
Entre acto y acto las risas del respetable se hacen presentes con las locuras de Yap y Chaz que van desde escarbar en los botes de basura, pasar por una alocada carrera en monociclos, o deslumbrarte con divertidos malabares donde bolsas y sobreros vuelan y, para terminar una divertida situación que involucra a los papás y mamás de los niños.
Después de todos estos grandes actos podemos decirles, queridos lectores de InterEscena, que Vagabondo Circo es un homenaje a los artistas del circo, a esos personajes que a más de uno nos traen grandes recuerdos evocados a través de la magia de la carpa, las luces, el olor a aserrÃn y otros.
Más allá de compartir los videojuegos o el internet con tus hijos, también se puede compartir las aventuras de Vagobondo Circo, una excelente oportunidad para crear recuerdos con nuestros hijos a partir de una experiencia que se presenta sábados y domingos –hasta el próximo 18 de marzo– en el Teatro Julio Castillo, sin duda, un divertimento que provocará emociones y sensaciones que harán que grandes y pequeños reÃamos por igual. Fotos: Luigi Sotres.
Un listado de enlaces a centros culturales, música, teatro, danza, infantiles, festivales y medios y más.
Deja un comentario