1Q90, una historia que se narra y se vive en la escena

Por: Interescena informa — 9 de marzo, 2018

“A través del cuerpo los seres humanos fueron escribiendo su complicada relación con la naturaleza; en el cuerpo se tatuaron nuestras respuestas al peligro y al asombro, al placer y al dolor; desde el cuerpo también es que construimos redes simbólicas con otros. Y en el origen no sólo están inscritas nuestras primeras experiencias corporales, también está nuestra relación con los dioses, con la sanación, con la muerte”, Diego Mur.

Antes de su participación en el Festival del Centro Histórico (sábado 17 de marzo en el Teatro de la Ciudad), 1Q90, de la compañía Nohbords, se presentará del 9 al 11 de marzo en el Salón de Danza del Centro Cultural Universitario, una propuesta de Diego Mur y Mauricio Rico que se desprende de un laboratorio llamado MOVE, bajo la idea de la construcción de un mundo paralelo, proponiendo una especie de ritual en la escena y probando herramientas tradicionales y básicas de lo que se percibe como danza contemporánea.

El nombre de la pieza, es la inspiración que un libro japonés llamado “1Q84” le otorga a Diego Mur, para hacer una danza que “relaciona una historia romántica con la idea de sostener el mundo paralelo o alterno con aquello que sucede en la vida real”.

Así, imágenes corporales se aproximán a las perspectivas asentadas en la historia de la humanidad sobre los ritos ancestrales y las historias de la creación de carácter mítico-religioso o científico-antropológico, para poder evocar a través del lenguaje escénico su versión de la creación de un universo alterno: una historia de la humanidad que se narra y se vive en la escena.

En ella el espectador participa de ese imaginario que se transforma en un ejercicio que representa “el entendimiento del cuerpo en favor de la mecánica para generar un lenguaje propio que interactúa con la multiplicidad del cuerpo y la práctica de técnicas relacionadas con lo ritual, el uso y poder de la mente”.

Nohbords presenta 1Q90 del 9 al 11 de marzo en el Salón de Danza del Centro Cultural Universitario, un escenario que descubre, en palabras de Diego Mur: “un universo paralelo, ese mundo en el que habitan los bailarines, y por otro está el foro en el que se distribuye el público. Ambos mundos transitan de manera simultánea en la función y la transforman en algo parecido a un ritual”.