
Por: Enrique R. Mirabal — 14 de septiembre, 2017
De entre todas las óperas de Giacomo Puccini, La fanciulla del West es, junto con Il trittico y las primeras obras del compositor (Le Villi, por ejemplo) de las menos representadas aunque cada una por diferentes razones. En Il trittico, integrado por tres óperas cortas, hay arias que, aisladas, forman parte del repertorio de concierto de muchos cantantes pero el conjunto no logra acaparar la atención de los programadores, debido casi siempre a la predilección por los tÃtulos más conocidos: Tosca, La bohéme, Turandot, Butterfly… que atraen al público convencional, casi siempre renuente a experimentar con novedades.
Lo mismo sucede con las sinfonÃas de Beethoven: ¿cuántas veces se programan las dos primeras, la cuarta o la octava? o con las obras de Shakespeare: busque en la cartelera Titus Andronicus o Coriolano y le será difÃcil verlas, hasta en Londres. Otras veces, en la comparación con los tÃtulos sobresalientes de los autores, la popularidad se decide en una jerarquÃa que desfavorece a los menos atractivos. Tal es el caso de La fanciulla de West.
Lejos de ser una partitura gris, La fanciulla… posee una orquestación sólida, un ritmo que no decae y no pocos momentos en los que el autor da rienda suelta a su vena melódica o pone el acento en delicados trozos corales o en potentes escenas de conjunto. La trama de la ópera procede de un melodrama escrito por David Belasco, autor también de Madame Butterfly, convertida en ópera por Puccini.
Belasco, nacido en San Francisco en los años de la Quimera del oro (inmortalizada por Chaplin en cine) conoció, en el entorno de su ciudad natal, el comportamiento de los buscadores de oro, las intrigas y desventuras de ellos asà como las fortunas creadas con el metal precioso.
The Girl of the Golden West, el punto de partida de la ópera pucciniana fue un éxito teatral que pronto pasó al cine. Su versión más conocida es la de 1938, dirigida por Rober Z. Leonard y con la inmarcesible pareja de actores/cantantes Jeanette MacDonald y Nelson Eddy en los papeles principales. Puede decirse que es la segunda musicalización de la trama, con canciones escritas especialmente para la pelÃcula por Sigmund Romberg, conocido por sus operetas El prÃncipe estudiante y La canción del desierto.
Por muy californianos que resulten los personajes y situaciones en La fanciulla del West, la ópera es esencialmente italiana de pura cepa, cantada, por supuesto, en italiano y continuadora de la estética verista desarrollada por Puccini, un compositor a medio camino entre el siglo XIX y el XX.
Ésta, una de sus últimas óperas, estrenada en 1910 en el desaparecido edificio originario de la Metropolitan Opera House en Nueva York, ha recorrido famosos teatros de óperas por todo el mundo. En América Latina, tuvo su estreno en el entonces recién inaugurado Teatro Colón de Buenos Aires en 1911.
Como es fácilmente audible en Turandot, La fanciulla… también se identifica por recursos musicales desarrollados a continuación del post-romanticismo pero nunca podrÃa asociarse a las vanguardias que, en la segunda década del siglo XX, ya eran aceptadas o no por el gran público, la simiente de la música del siglo XX. Los norteamericanos tendrÃan que esperar varios años para poder presumir una ópera nacional que tiene en Porgy and Bess de Gershwin su mejor representante; sin embargo, con La fanciulla…, el paisaje del oeste tiene su presentación oficial al público operático, mucho después que el Lejano Oriente, Rusia, el Medio Oriente, la antigüedad clásica y hasta los hunos entraran a la palestra.
Esta vez, La fanciulla del West se presenta en el escenario de la ópera por excelencia en México, y como es costumbre con sólo cuatro representaciones en el Palacio de Bellas, los dÃas 17, 19, 21 y 24 de septiembre. La dirección musical recae en Luiz Fernando Malheiro y la escénica en Sergio Vela. El reparto combina españoles y mexicanos: la soprano Ãngeles Blancas GulÃn que cantará la Minnie, el barÃtono Jorge Lagunes, al sheriff Jack Rance y el tenor Andeka Gorrotxategui a Dick Johnson, alias RamÃrez. La música de Puccini interpretada por El Coro y la Orquesta de Bellas Artes redondea la puesta.
Por la acción de la ópera, el marco ambiental del Far West y la música de Puccini, la dirección escénica, la escenografÃa y el vestuario deben servir de apoyo a la trama y, por ningún motivo, enrarecer la atmósfera en función de postulados que no concuerden con la esencia ni la época de la ópera. Estas ocurrencias no se llevan con el western y mucho menos, cuando está cantado en italiano.
“Hacer La fanciulla del West de Giacomo Puccini es una tarea obligada de toda compañÃa que haga ópera de calidad. Debe figurar porque es la partitura más ambiciosa, audaz y compleja de todas las de Puccini. Aunque nunca ha tenido el grado de popularidad de otros de sus tÃtulos, es muy importante porque se trata de una dramaturgia muy compleja, y aunque parece lineal e ingenua, está llena de honduras y vericuetos muy interesantes”, Sergio Vela. Fotos: Arturo López.
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