
Por: Roberto Sosa — 25 de abril, 2009
El escenario propone la historia de un secuestro, un plagio disfrazado por un hombre para vengarse de su ex mujer, la relación de pareja llevada al lÃmite, desgastada. Atada a una silla, el espacio escénico se llena con la angustia de esta mujer, él la amenaza con sacarle un ojo, cortarle una oreja o matarla. El relato del ex es a través de un vÃdeo, quien le confiesa la cadena de crÃmenes que ha cometido…
El Teatro Helénico presenta Palabras encadenadas del dramaturgo catalán Jordi Galcerán, con las actuaciones (alternadas) de Yolanda Ventura, Carlos Bonet, MarÃa Rebeca y la actuación y dirección de Alejandro Aragón. Esta obra cumplió temporada en los teatros, el Telón de Asfalto y Wilberto Cantón; ahora se presenta en el escenario principal del Centro Cultural Helénico.
Laura y Ramón se han separado fÃsicamente, pero no en lo emocional, a dos años de su divorcio se exponen las situaciones y los motivos que los llevaron a tomar la decisión que cambió su vida. Las palabras encadenadas es un juego que a uno de los dos le costará la vida; la verdad absoluta no existe, todo es subjetivo. Un ejercicio lúdico y fatal.
Un juego que se propone como una salida para liberarla, un juego que en otro tiempo era divertido, ahora se torna perverso: si ella gana, la deja libre, si pierde, tendrá relaciones sexuales con él, sin forzarla, con su complacencia. El desarrollo escénico mueve a los dos personajes hacia una espiral destructiva, fÃsica y emocionalmente destructiva.
El texto del catalán es suficiente para llenar la escena, el sentido dramático se transforma en humor negro, pasando por el melodrama y la comedia, un juego psicológico y sexual, un ejercicio actoral que implica y exige a los histriones el cien por ciento. En este sentido la obra le queda grande al personaje femenino, interpretado en esta función por Yolanda Ventura, quien pone más belleza que talento.
Palabras encadenadas, una pieza inteligente y bien estructurada, con personajes sólidos desde la dramaturgia del autor; un trazo escénico acertado donde los personajes se mueven desde sus emociones, con el espectador como testigo, con las sensaciones fluyendo en ambos sentidos. Habrá que esperar que sucede con los dos repartos.
La relación de pareja desde un punto de vista que expone a dos seres humanos en situación extrema; la vida en juego, y juego para sobrevivir. El amor desgastado, la separación y el dolor que esto implica; elementos que restan y suman en una dinámica que lleva al desastre y a la destrucción. Un ejercicio psicológico y mental aderezado de manera erótica y perversa.
“Nunca se sabe quién dice la verdad, quién es la vÃctima o el victimario, si sólo uno o los dos están locosâ€, comentó el director. “Nos identifica como seres humanos por dentro, en esta obra se vale desnudarseâ€, expresó Carlos Bonet.
Palabras encadenadas de Jordi Galcerán sostiene la premisa de que las apariencias no importan y que todo el mundo tiene un lado oscuro.
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