
Por: Susana Fernández — 1 de marzo, 2009
De la idea original del cineasta, guionista y escritor sueco, Ingmar Bergman, el director Ignacio OrtÃz Cruz nos lleva por un viaje al universo de las complicadas relaciones interpersonales en la puesta escénica Saraband, un trabajo “que muestra la miseria del alma humana para dejar un hueco a la esperanzaâ€.
Con el riesgo que implica trasladar una obra cinematográfica al teatro –más aún tratándose de la obra de un genio de la talla de Bergman–, el director mexicano habló para Interescena de cómo fue que llegó a este guión.
“Es muy difÃcil encontrar un buen texto teatral, cuando vi la pelÃcula de Saraband, me pareció muy teatral y me puse a investigar. Encontré el texto originalmente en español, lo leà y dije: este es un texto teatral. Posteriormente me di cuenta que tenÃa grandes valores teatralesâ€, Ignacio OrtÃz.
¿En que radica el atractivo de Saraband?
I.O. “Es muy interesante porque trata problemas contemporáneos y universales. Problemas contemporáneos porque estamos hablando de un hombre de 86 años en un mundo donde también está su hijo de cincuenta y tantos y su nieta de 19 años, y las tres generaciones se encuentran luchando por tener un lugar en este mundo. Obviamente, en algún momento, el hombre empieza a pensar en la muerte pero de entrada son tres generaciones tratando de tener un lugar en el mundo. Hace 50 o 40 años, en este paÃs morirse a los 50 años era morir de muerte natural. Actualmente, con la expectativa de vida –que ha subido a los sesenta, setenta y tantos años–, un dÃa de pronto el hombre de 30 y tantos se descubre sobre el mundo con tanto derecho como el jovencito de 19 o con tanto derecho como el hombre de 70. Es un conflicto muy interesante. Por otro lado, trata problemas universales porque es la eterna relación padre e hijo y sobre que está sustentada ésta. ¿Qué es el amor filial?, ¿qué es el amor fraterno?, ¿qué es el amor?, sobre eso se sustenta la obra”.
¿Por qué explorar especÃficamente la relación padre e hijo?
I.O. “Porque expone la relación de dos hombres –uno de cincuenta y tantos, y otro de setenta– que de pronto son más que padre e hijo, son dos hombres donde de pronto uno le dice al otro: ¡Imbécil, chantajista de mierda! Y el otro le responde: viejo cerdo. Ambos lo dicen en serio. Entonces vemos de pronto el odio –como parte de los sentimientos meramente humanos–; porque el instinto de protección lo tienen todos los animales, de protección para con sus crÃas, para con la vida, pero el sentimiento de odio es netamente humano, ese es un conflicto muy interesante”.
¿Se trata de ahondar en la parte oscura del ser humano?
I.O. “¡Por supuesto! No se por qué se le tiene tanto miedo hablar de dos seres que se odian si es de lo más cotidiano. Si alguien no puede vivir sin odiar es el ser humano, es lo más cotidiano, lo más natural. Entonces, por supuesto son sentimientos puestos en la oscuridad, ¿por qué? no lo se, deberÃan ser expuestos para conocernos mejor. Se ha ocultado esa práctica del ser humano, se habla del amor pero y el odio, ¿dónde está? ¿Qué es el odio?, es un sentimiento oscuro que lleva a la destrucción, probablemente, pero hay que conocerlo no hay porque ocultarlo. Tratar de que el ser humano no odie es tratar de negarle su naturaleza. El asunto es la ley, la iglesia y el estado, está bien lo dicho por Benito Juárez, ´el respeto al derecho ajeno es la paz´, pero fuera de eso cada quien es libre de tener sentimientos y expresarlos y vivir”.
Llevada a escena por un elenco conformado por el primer actor Sergio Bustamante, Laura Almela, Alejandro Calva y Adriana Segura, Saraband es un trabajo que le ha exigido un esfuerzo de otro tono a quienes tienen la responsabilidad de transmitir este conflicto al espectador, ya que se trata de personajes más Ãntimos.
“Llevo un buen tiempo haciendo trabajos en teatro muy histrionicotes, personajes con mucha fuerza, con mucha garra, personajes con esa sensación de energÃa desbocada que te exigen un gran esfuerzo desde lo fÃsico hasta emocional. En esta obra ha sido delicioso tener un personaje que escucha, que ve lo que sucede. Es algo suave, hondo y no es una expresión teatral a priori en la manera de expresarlo, esto ha sido un bálsamo para mÃâ€, Laura Almela.
Por su parte, el maestro Sergio Bustamente, encuentra en la puesta y en la dirección de OrtÃz, un reto que afronta desde una posición meramente personal y que le ofrece otras posibilidades como actor.
“Esto es un trabajo intenso, que se necesita estar pensando constantemente ¿por qué hace uno esto?, ¿por qué se reacciona asÃ? Nacho es una gente que trabaja con el actor, sensiblemente e intelectualmente porque esto es una disección. En ocasiones, él parece más un colaborador que un director porque está viendo lo que opina uno, y en general si lo acepta –si lo considera coherente e inteligente–. Creo que esta obra es un trabajo muy, muy interesante y que a uno lo viste de muchas cosas. El método que emplea Nacho trasciende hasta el momento en que uno está leyendo. Esto depende realmente de él, de su dirección, si no estamos bien es culpa nuestra, no es de él. Él ha hecho lo posible porque nosotros entendamos lo que está sucediendo dentro de los personajes. Para nosotros lo importante es lo que está atrás del texto, sino ¿para qué es uno actor? Hay un texto, evidentemente, pero hay otros textos ocultos y extraños que ni siquiera se dicen y que forman parte de una vida interior muy abundante para todos nosotros, los actoresâ€, Sergio Bustamente.
Con una producción del Instituto Nacional de Bellas Artes, la Coordinación Nacional de Teatro, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, y Cinefilias Producción Teatral, Saraband -que se presenta a partir del 5 de marzo y hasta el 10 de mayo, en el Teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque, de jueves a domingo-, es una producción de corte minimalista, donde no existe nada en la escenografÃa que apoye el trabajo actoral, se trata de un propuesta que no guarda ninguna similitud con la estética visual del autor, que apuesta a la historia y a quienes la interpretan.
“Lo que puede ofrecer Saraband –y que para mà siempre es valioso–, es un trabajo de actuación, donde no está toda la parafernalia de luces y cosas –que también tiene su encanto y su lugar–. Aquà la gente va a ver a seres humanos en riesgo, creando una tensión, una atmósfera, contando desde ese lugar una historiaâ€, Laura Almela.
“Lo que busca Saraband es comunicar un sentimiento válido entre un padre y un hijo que es el odio, pero –aunque parece lugar común–, es muy cercano al amor. Hay un sentimiento sobre el que trabajó uno de los grandes dramaturgos coterráneos de Bergman, que es Strinberg, quien inventó justamente el término amo-odio que es el punto realmente justo, la brevÃsima distancia que separa al amor del odio y luego del odio al amor; y el tránsito entre uno y otro para poder caminar y de lo qué están hechas las relaciones humanas. ¡Ay de aquel que no haya pensado algún dÃa con odio de su ser más querido!, incluso de padres a hijos y de hijos a padres, que tiren la primera piedra…â€, Ignacio OrtÃz Cruz.
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