
Por: Oswaldo Valdovinos — 19 de octubre, 2006
La discriminación será siempre la medida de ineptitud de una sociedad. Y lo malo es que tal segregación responde, la más de las veces, a miedos infundados o prejuicios tan arraigados que resulta muy difÃcil transgredirlos y aún modificarlos, ya sea por falta de voluntad o por temor al cambio. Lo peor es que este comportamiento intransigente se hereda de padres a hijos, cuyas consecuencias pueden afectar irremediablemente las relaciones humanas si por alguna circunstancia alguien cercano es objeto de dicha actitud, sobre todo cuando este alguien es un “discapacitadoâ€.
Por fortuna existe un sector en la sociedad que entiende que la falta de uno de los cinco sentidos no es obstáculo alguno para convivir, trabajar y mantener relaciones duraderas y estables. Es por eso que la agrupación teatral Seña y Verbo desde hace años viene implementado puestas en escena lo mismo para sordos que para oyentes, con la clara intención de dejar en claro que no escuchar no es ningún impedimento para la comunicación y mucho menos para hacer teatro.
El rey que no oÃa pero escuchaba, obra infantil de Perla Szuchmacher, es el más reciente montaje de esta agrupación en el que se aborda, a la manera de los antiguos juglares, la historia de un reino que por dejarse llevar por los prejuicios casi sucumbe ante los caprichos y veleidades de un mal rey.
La historia ocurre en un pequeño pueblo donde un viejo rey tiene dos hijos: el primogénito, que es sordo, y otro que es oyente. Aunque cabe mencionar que entre los súbditos también hay oyentes y sordos. Si bien en un principio hay concordia y estabilidad al interior de la familia real, esta situación se ve afectada cuando el rey muere.
Lo más lógico, según rezan las costumbres monárquicas, es que el primogénito ascienda al trono, pero está el desafortunado “impedimento†de su sordera, lo cual lo hace un candidato inviable desde el punto de vista de los ministros, quienes optan por nombrar rey al hijo oyente.
Lo que no saben es que éste se interesará más por veleidades y superficialidades que por reinar y ocuparse de los asuntos de estado y de sus propios súbditos, situación que lo llevarán a convertirse en un déspota y tirano, conduciendo al reino al borde del desastre.
Por fortuna habrá súbditos que no estarán de acuerdo con muchas disposiciones reales –como por ejemplo, desterrar a todos aquellos que hablen con las manos- y harán lo posible para que el verdadero rey –el hijo sordo- asuma el lugar que le corresponde.
Desde la perspectiva que da trabajar “juntos sordos y oyentes. Tres actores son sordos, dos son oyentes. Uno de los directores es oyente, el otro es sordo. La autora es oyente…â€, El rey que no oÃa pero escuchaba es un montaje en el que la inteligencia para entender al otro es la lÃnea argumental, reforzada por una escenografÃa y un vestuario ingeniosos y llenos de colorido, asà como un utilerÃa muy bien pensada y empleada para dar vida a personajes incidentales.
Actúan Eduardo DomÃnguez, Ricardo Esquerra, Clarissa Malheiros, Jafrán Méndez y Lupe Vergara, bajo la dirección de Adrian Blue y Alberto Lomnitz.
Con una temporada hasta el 10 de diciembre, El rey que no oÃa pero escuchaba se presenta en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque los sábados y domingos a las 12:30 horas.
Siempre será bueno “escuchar historias grandes, pequeñas, viejas†con las manos llenas de palabras.
Un listado de enlaces a centros culturales, música, teatro, danza, infantiles, festivales y medios y más.