Imágenes de danza, el arte de hacer permanente lo efímero

Por: C. Magun y S. Fernández — 1 de enero, 2009

“Los artistas lo son aun contra su voluntad”, José Jorge Carreón, mirón escénico profesional

Músico de formación, José Jorge Carreón es uno de nombres más sonados en el ámbito de la fotografía escénica de nuestro país. Con una amplia trayectoria de más de veinticinco años, este hombre de gesto amable, sonrisa conciliadora y testigo discreto de un sin fin de anécdotas, ha visto y capturado algunos de los momentos más emotivos del teatro y la danza en México. A su trabajo debemos la posibilidad de registrar y recordar lo efímero de un arte que nunca se repite, la danza.

Foto de José Jorge Carreón: Cortesía de Fernando Moguel

¿De dónde surge la necesidad de capturar imágenes?
De la música. Era mi profesión cuando la fotografía era sólo un pasatiempo. Gracias a la música conocí la escena, primero la ópera y después el teatro y la danza. La ópera reúne a todas las disciplinas, pero el teatro y la danza, como discursos independientes, llamaron mi atención fotográfica después de que lo hiciera la escena operística. Entonces mi único recurso era mi instinto. Fotografiaba la escena simplemente como algo curioso que sucedía en complicidad con la música, sin una intención particular. Además, sólo podía hacerlo durante los compases de espera o cuando no estaba en escena, a veces salía, vestido y maquillado, a la sala de butacas para tener otros puntos de vista.

Para ser totalmente justo, mi primera necesidad real de capturar en imagen un momento escénico específico no fue exclusivamente mía, la promovió la Maestra Rosenda Monteros. Una vez, por ahí de 1982, me pidió que le enseñara mis fotos para ver si podían servir para difundir la temporada y recuperar al público que comenzaba a escasear. Las vio y me dijo, mutatis mutandis: “Tus fotos van a servir, pero no éstas, sino las que vas a hacer a partir de ahora. Tu instinto es bueno, pero ahora lo vas a hacer mejor.”

Foto: Canción de Cuna, Compañía de Vicente Silva. En la imagen: María Rodríguez.

A partir de ahí, me explicaba las escenas y me indicaba el momento en que debía disparar. Me hablaba del gesto de tal o cual emoción, de su preparación y su resolución, de su ritmo y su intensidad. Actuaba para mí en su camerino. Aprobaba mis resultados pero me hacía intentar otra vez y mejorar. “Aquí el gesto es bueno… espera el gesto triunfal, coincide con él”. Me exigía… ¡y me pagaba! Me entusiasmé de inmediato, ella me convirtió en un mirón escénico profesional.

¿Qué retos implica hacer fotografía de danza?
El reto principal es lograr que quien la observe reconozca –ante todo y sobre todo–, a la danza. Cierto nivel de habilidad y conocimiento de la técnica fotográfica son indispensables, pero éstos de nada servirán si no son capaces de capturar un momento escénico relevante. Una de las obligaciones del fotógrafo es saber reconocerlo para coincidir con él. No sólo se trata del momento que admite una imagen fija, sino el que la pide a gritos. Hay otro reto importante, y es que el fotógrafo tiene que lidiar con las condiciones lumínicas del hecho escénico.

Por lo general, y especialmente en la danza contemporánea, dichas condiciones van de precarias para abajo. La mayoría de las veces el fotógrafo no dispone de su materia prima, que –en términos estrictamente semánticos– no es la danza sino la luz. De otros retos a vencer, mencionaré dos más: La retribución económica del trabajo fotográfico y los derechos de autor de obra fotográfica. Diré simplemente que la cultura que vivimos no permite al medio dancístico –salvo muy pocos casos excepcionales– comprometerse con seriedad con ninguno de los dos temas.

Foto: Estrella de Invierno, Contempodanza. En la imagen: Marely Romero y Ugo Ruiz.

¿Cuál es la relación entre una actividad solitaria como es la fotografía y un arte colectivo como es la danza?
Creo que es una relación sumamente estrecha, orgánica, al grado en que el colectivo dancístico incorpora –supongo que sin intención ni necesidad– al fotógrafo en el acto escénico, quitándole así su condición de solitario. Al menos creo que así debería ser, para bien del fotógrafo y de su obra.

La fotografía es igual que la batuta frente a la danza, o está con ella o simplemente no está. Si la va a estar persiguiendo va a llegar siempre a destiempo, garantizado. No pretendo que el fotógrafo haga la clase y ensaye las coreografías con los bailarines, no. Lo único que debe hacer es presentarse con respeto y buena disposición ante la danza y estar allí, con ella.

No más de lo que haría cualquier espectador sin cámara. Así, si consigue involucrarse y participar del ritmo, de la atmósfera, de la energía, de la emoción; respirar con la cadencia de una obra o un ejecutante, y luego con otro, a su aire; si lo consigue habrá ensamble.

Después de una larga trayectoria de hacer fotografía dancística, ¿qué te ha dejado ésta?
Muchísimas imágenes, por supuesto, y la oportunidad de estar en contacto cercano con un arte puro.

Sin embargo habrá una gran cantidad de imágenes que no logran reunir todos los requisitos para ser publicadas,
¿Paja? Claro, siempre la hay, y aunque a veces inclina la balanza, nunca la vence. Lo bueno es que siempre habrá artistas de verdad que no dejarán espacio para la confusión.

Y lo mejor es que siempre sabe uno dónde encontrarles para seguir aprendiendo. De toda la danza que admiro y respeto, lo que más atesoro es la relación que tengo con la mayoría de sus creadores. Gozo de amistades entrañables, muy queridas. Y otra cosa… me ha dejado también –insisto en lo fácil que es notarlo- una cursilería proverbial que a veces ni yo me aguanto.

Foto: Invitación, Laleget Danza. En la imagen: Carolina Patiño.

¿Cómo ves el desarrollo de la danza en México?
Muy mal, lento pero no imposible. Desgraciadamente vivimos en un país cuya política cultural está dedicada a promover el culto a la vaca sagrada, y la campaña de exterminio en contra de quienes no han de llegar a serlo es ahora más franca que nunca. Me consuela la certeza de que los artistas lo son aun contra su voluntad, así que, el que se proponga algo, lo ha de conseguir aunque estos tiempos le exijan el doble de esfuerzo.