
Por: Aracely Cortés — 1 de diciembre, 2008
La adaptación de un texto clásico es en todo momento un riesgo, porque de la interpretación de los guionistas, directores, escenógrafos, actores y hasta del mismo público depende que tanto una obra cobre fidelidad respecto al original.
En el caso del mito de Medea que ha sido sujeto de muchas interpretaciones sabemos que ha sido identificado prácticamente con todos, desde el génesis hasta textos feministas, esto nos deja ver que el reto que tomó David Hevia al hacer Play Medea no es cosa fácil, ya desde el mismo tÃtulo y programa de mano podemos inferir que se trata de un traslado del texto clásico a nuestro tiempo que se presenta, hasta el 14 de diciembre, de jueves a domingo en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque.
Cabe mencionar que la Medea de Hevia rescata el concepto original y respeta en buena parte los parlamentos de los personajes, particularmente de quien le da tÃtulo a la obra, que sumado a la destacada actuación de Carolina Politti, quien a través de su fuerza interpretativa hace una mujer que combina el amor exaltado hacia los hijos y hacia la pareja, siendo ella una extranjera que vive la discriminación y al ser una mujer de alcances fuera de la moral en turno la hacen también que lleve un estigma que no le permite en modo alguno la inserción plena a la vida social.
Aunque estos temas tienen vigencia social gran parte del aporte de Medea -no sólo mitológicamente hablando sino desde la vivencia más primaria- está en la fuerza y elocuencia resaltada en el género femenino, pero considerando la dualidad humana también están presentes la obsesión y la venganza como elementos que contrarrestan y equilibran la obra.
Para la visión contemporánea el hecho de matar a los hijos como forma de venganza por el abandono al seno familiar por parte del padre aún sorprende, pero no es inimaginable, lo que sà es una constante es la utilización de los hijos como rehenes con el mismo fin; y este aterrizaje a lo actual se puede ver desde la escenografÃa misma ya que Sergio Villegas, escenógrafo y creador de la iluminación nos lleva de una sala de teatro a un elegante salón de fiestas, donde se lleva a cabo la boda de Jasón -interpretado sin más, por Miguel Cooper– el ex esposo y padre de los hijos de Medea con quien fuera la hija de Creón, la bella Glauce que el mismo dÃa de su matrimonio es muerta a través del manto que la misma Medea le obsequia.
Lech Hellwig Górzinski el director y profesor universitario cumple con un Creón soberbio y con el tono de extranjero para sobresalir a los personajes foráneos; el final de la obra como mesa redonda la hace un poco tediosa porque los temas están ya entendidos y no hay necesidad de alargar tanto; no obstante, la representación tiene mucho que aportar respetando el texto clásico y adaptándolo a lo moderno, a tal punto que hasta una cumbia bailan…
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