
Por: Enrique R. Mirabal — 14 de febrero, 2016
El pequeño prÃncipe y Antonieta, funciones hoy domingo 14, jueves 18 y domingo 21 de febrero…
Cuando se habla de ópera mexicana contemporánea, la (exigua) lista de los compositores que le han dedicado horas de inspiración a este género, está encabezada -sin duda alguna- por Federico Ibarra Groth. La aseveración está fundamentada no sólo por la solidez y contundencia de sus ocho óperas sino por la repercusión que han tenido en México y en el extranjero.
Sobresale Ibarra por méritos propios que se sustentan en una formación profesional de firme raigambre académica, amplitud de miras, y una singular sensibilidad que rebasa las fronteras de modas e ismos. No gravita su creatividad alrededor de grupos ni tendencias, permanece ajeno a conciliábulos y a snobismos. Simplemente, trabaja, compone y nos deja oÃr sus obras cuando sabe que tendrán la interpretación adecuada.
No es necesario enumerar los premios, reconocimientos y distinciones a los que se ha hecho acreedor y entre los que recordamos el más reciente, en 2015: la Medalla Bellas Artes que otorga el INBA a las figuras preeminentes en las diversas disciplinas artÃsticas por su trayectoria y trascendencia en el ámbito nacional.
Si repasamos el corpus de la obra de Federico Ibarra, encontraremos que ha abordado todos los géneros y formas posibles en la música: sinfonÃas, cantatas, obras de cámara y corales, para piano y otros instrumentos asà como conciertos, música para ballet, teatro y las ocho óperas mencionadas, cuyos tÃtulos nos refieren a varios escritores que no son nada usuales encontrar como base literaria en el género operático: De Georg Büchner, su primera ópera, Leoncio y Lena (1981), una incursión premonitoria del dramaturgo en el universo del expresionismo y las vanguardias del siglo XX.
Büchner inspiró también a Alban Berg en el caso de Wozzeck (1922), una de las óperas capitales del siglo XX junto a Lulu (1935). Por otro lado, encontramos Madre Juana (de los Ãngeles), inspirada en Aldous Huxley y la pelÃcula homónima de Jerzy Kawalerowicz. El juego de los insectos, parte de la obra homónima del checo Karel Capek, uno de los pioneros de la ciencia ficción.
Que sepamos, la única ópera anterior a la de Ibarra que se inspira en Capek es El caso Makropulos del también checo Leos Janacek. Igualmente nos encontramos con Lewis Carroll y Saint-Exupéry entre las fuentes inspiradoras del compositor mexicano.
Este 2016, la Ópera de Bellas Artes inicia su primera temporada con dos óperas de Federico Ibarra: El pequeño prÃncipe, que parte de una adaptación de Luis de Tavira basado en la novela de Antoine de Saint-Exupéry y Antonieta según un libreto de Verónica Musalem que se inspira en la tortuosa, intensa y peculiar vida –con trágica pero nada modesta despedida en Notre Dame– de la mexicana Antonieta Rivas Mercado, famosa por su cercanÃa con los poetas y artistas mexicanos vanguardistas de la primera mitad del siglo XX, conocidos como Los Contemporáneos.
Antonieta fue mecenas, inspiración, promotora y amiga de varios de estos hombres de letras que también han servido de base para algunas obras corales de Ibarra: Xavier Villaurrutia y Carlos Pellicer, por ejemplo.
Las dos óperas conforman un programa que se cohesiona, para empezar, por la estética particular del compositor, porque sus libretos están escritos y serán cantados en castellano y por ser ambas de una duración modesta en comparación con los patrones de las óperas tradicionales.
El director de escena de El pequeño prÃncipe es Luis Miguel Lombana quien ya ha trabajado con la Ópera de Bellas Artes y participan los cantantes Nadia Ortega, quien interpreta al prÃncipe; Enrique Ãngeles, al piloto; Anabel de la Mora, a la flor y al agua; Carla Madrid, a la zorra; Héctor Valle, a la serpiente; Hugo ColÃn, al contador, y Sergio Ovando, al astrónomo turco.
En el caso de Antonieta, este rubro le corresponde a José Antonio Morales. Los papeles son interpretados por Grace Echauri (Antonieta), Jesús Suaste (su padre) Zaira Soria (alegorÃa del amor), Jesús Ibarra (alegorÃa de la polÃtica), Gerardo Reynoso (alegorÃa del arte) y Gerardo Rosado (Ãngel de la Independencia).
La dirección musical de una y otra ópera corre por cuenta de Iván del Prado. Acompañan a los cantantes solistas la Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes. Aunque ya se habÃan escuchado este par de óperas en otros teatros, esta es la primera vez que se cantan en el Teatro de Bellas Artes, una institución que debe tener entre sus objetivos el apoyo y difusión de la buena música mexicana.
Para quienes sean reticentes a escuchar música del siglo XX por haber sufrido experiencias traumáticas con irresponsables ocurrencias escénicas, les garantizamos que el maestro Federico Ibarra posee ricos y variados recursos estéticos que le permiten escribir en un lenguaje contemporáneo sin olvidar que la ópera como expresión máxima de la lÃrica no puede obviar el lenguaje melódico ni las exigencias técnicas para los cantantes.
Asà nos lo ha demostrado Federico Ibarra en todas sus creaciones. Disfrutemos la buena ópera mexicana cuando llega al Palacio de Bellas Artes. No es nada común que se conjuguen estos factores.
¡ Felicidades, Maestro, por sus 70 años de vida compartida con la Música!
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