
Por: Josué Romero — 7 de agosto, 2015
En el mundo del teatro hay de comedias a comedias. Pero, cuando en el escenario se habla de moral –y no precisamente del árbol que da moras– y buenas costumbres, con diálogos ingeniosos, una buena dirección y actuaciones hilarantes, el resultado es el disfrute y la estimulante terapÃa de la carcajada… Como nos sucedió el pasado fin de semana en El libertino.
Aunque pareciera una comedia ligera –pero no de cascos– El libertino es una puesta en escena que cuestiona la moral a través de las experiencias, defectos y debilidades humanas de uno de los personajes más importantes de la Ilustración francesa: el célebre Diderot interpretado, en esta ocasión, por Rafael Sánchez Navarro, quien se refiere a este protagónico “como un personaje ingenioso que vive el momento en el que un gran pensador recibe un golpe de duda y ve tambaleada su seguridad cuando habla de la fidelidadâ€.
Escrita por Eric-Emmanuel Schmitt, con la cual el filósofo francés vuelve a la comedia, manejando con certera habilidad dramática algunas paradojas filosóficas en un vivo homenaje al deseo y al placer, el cual se retrata en una excelente visión teatral dirigida por Otto Minera, quien además de recuperar la ligereza y la alegrÃa del teatro de Moliere, hace un homenaje a Diderot a través de este entrañable personaje que plantea, entre otras cosas, las contradicciones de las ideas y las experiencias de vida propias del ser humano.
“Al autor no le interesa platicar de la biografÃa de una figura decisiva de la Ilustración, sino que lo utiliza de excusa para hablar de la moral mediante una comedia libertinaâ€, Otto Minera.
Como buen filósofo, antes que dramaturgo, Eric-Emmanuel Schmitt al escribir este texto partió de hechos verÃdicos e históricos, y se sabe que el único elemento falso es el nombre de la amante en turno de Diderot.
Pero vayamos al principio. ¿Quién era Diderot? Pues ni más ni menos que una figura decisiva de la ilustración francesa, quien supervisó la redacción, editó y compiló una de las obras culturales más importantes de su época: L’Encyclopédie, obra magna compuesta por 72 mil artÃculos, de los cuales unos 6 mil fueron aportados por el propio Diderot.
De seguro ya están pensando qué tiene que hacer este señor Diderot en esta obra de teatro. Pues en este escenario de Minera lo presentan como un hombre de carne y hueso. Un hombre atrapado y sumergido en las contradicciones a las que los comúnes y corrientes nos enfrentamos todos los dÃas.
Y para entrar un poco más en detalle, imaginen la escena queridos lectores de InterEscena: Diderot parado frente a un atril filosofando sobre la moral cuando, del fondo de una habitación, sale la guapÃsima madame Therbouche (Marina de Tavira) quien se propone pintarlo desnudo.
A partir de esta escena, Diderot se ve enredado con diferentes mujeres. Primero con su esposa, madame Diderot (Karinina Gidi) quien le echa en cara que está cansada de ser la mujer más engañada de ParÃs… pero él, como todo un caballero de alta sociedad, reafirma que el matrimonio es una monstruosidad.
Acto seguido y lleno de compasión por sà mismo al ser una vÃctima del sexo, aparece mademoiselle D’Holbach (Andrea Guerrero) que al igual de las otras mujeres trata de seducirlo. Por último, llega su hija Angelique (Marcela Guirado) quien se quiere embarazar de un hombre casado. Su padre, atropellado por tantas contradicciones humanas y por su misma condición de seductor, le empieza a dar consejos sobre la importancia de la familia y el sentido del matrimonio.
Presionado por su fiel secretario Baronnet (Alberto Dányuro) para que escriba un artÃculo sobre la moral para La Enciclopedia, nuestro Diderot transita del infiel marido al padre avergonzado y después al seductor filósofo. Sin embargo, en todas estas facetas termina engañado –por sà mismo– y sujeto de las pasiones humanas.
“El siglo XVIII se caracterizó por la lucha de las libertades individuales y sociales. No hay otra obligación que perseguir la felicidad y esa es la lÃnea de la obra. El personaje principal es Diderot quien se robaba la noche en las tertulias cuando discutÃan cómo alcanzar la libertadâ€, Otto Minera.
No cabe duda, si quieren ver al hombre como objeto y a la mujer como sujeto y verse reflejados en el escenario por tanto desatino y desfiguro de nuestras pasiones humanas, aun están a tiempo de ir al Teatro Helénico y ser partÃcipes de El libertino, una comedia que expone, además de divertir, la capacidad que tienen las féminas para mentir. Fotos: Jorge Vargas.
Un listado de enlaces a centros culturales, música, teatro, danza, infantiles, festivales y medios y más.
Deja un comentario