SuRrealismo, nos habla de la realidad que vivimos o compartimos en mayor o menor medida las mujeres

Por: Colaborador Invitado — 15 de julio, 2008

SURrealismo, la obra que ha ganado 21 premios internacionales, incluyendo Mejor espectáculo internacional en el Festival de Viña del Mar, regresa a México exclusivamente con 7 funciones en La Planta de Luz.

Cuando asistimos a ver una puesta en escena podemos salir del teatro de muchas formas: alegres… decepcionados… animados… indignados… asombrados y hasta deprimidos… y cualquiera de estas emociones son totalmente válidas y normales si ése era el objetivo de la obra; me parece que la única manera de decir que un montaje es un perfecto fracaso -ya sea en cine, teatro o televisión-, es cuando salimos igual que como entramos, porque no nos aportó nada.

Lo increíble es cuando una obra nos hace sentir todas las emociones al mismo tiempo, ésa es una meta que pocos pueden lograr, y Nora Fernández lo logra a través de SURrealismo, un espectáculo unipersonal que nos lleva de la risa a la reflexión en unos segundos.

SuRrealismo nos habla de la realidad que vivimos -o compartimos en mayor o menor medida- todas las mujeres latinoamericanas, las mujeres que vivimos en el sur, ya sea de este país o del continente americano. Nos pesan todavía la cultura, las tradiciones, la presión de ser mujeres –y mujeres perfectas-, porque en nosotras recae la responsabilidad de una casa, los hijos, el marido (cuando lo hay), y además el ser, la mayoría de las veces, el único sostén económico y emocional de la familia.

Tal vez para las que vivimos en las grandes ciudades nos suene un poco exagerado, pero no nos es ajeno, porque vivimos rodeadas de mujeres que están inmersas en esta realidad todos los días y que son víctimas no sólo del machismo, sino del mismo feminismo. Aún para quienes nos consideramos liberadas y civilizadas, nos es difícil zafarnos de nuestras culpas y nuestras obligaciones tanto en casa como en el trabajo.

Bajo la producción y dirección de Ricardo Fernández, la actriz Nora Fernández realiza un trabajo impecable, excelente. Su presencia escénica es tan contundente que vemos a un personaje distinto en cada uno de los monólogos, donde interpreta a siete mujeres que nos transmiten por completo su esencia. A continuación describo mi percepción de los personajes:

Una mujer que milita en la política, comprometida con su partido, que lucha por la equidad de género, que está convencida de su proyecto y que al mismo tiempo divide su tiempo para ser madre, esposa y amiga.

Una niña de cuatro años que solamente absorbe como esponja la situación que vive en un hogar con padres separados que, además, están tratando de rehacer su vida con otras parejas.

Una adolescente que transita por esta dimensión de querer ser, pero que se ve envuelta por el deber ser, un deber ser contra el que lucha, aun de manera inconsciente en muchas ocasiones. Está en la etapa de poder criticar lo que no le gusta de los adultos, de poder decidir lo que va a ser de su vida, pero que se desenvuelve con la misma indolencia que absorbe a todos los jóvenes de su edad, que se dejan llevar por una moda en el vestir, el hablar, el pensar incluso.

Una mujer con parálisis cerebral que solamente exige que se le vea y se le trate como lo que es, una mujer con los mismo sentimientos y deseos de trabajar, superarse, vivir, amar.

Una mujer borracha de tantos cursos y talleres para ser mejor, para sanar el alma, para atraer la energía positiva y alejar la negativa, pero hundida constantemente en una depresión disfrazada de entusiasmo. Una mujer que a fuerza de tanto repetirse fórmulas esotéricas, ha mezclado todas las creencias con las carencias y debilidades personales, pero que no pierde su espíritu alegre y su disposición a ayudar a los demás, a pesar de no poder rescatarse a ella misma.

La vida de una empleada doméstica no es sencilla, pues su trabajo es doblemente pesado y muy mal remunerado, pero al ser además madre soltera, es la única salida digna que tiene para sacar adelante a su hijo. La otra salida sería prostituírse y eso le pesa mucho. Tiene pocas alternativas de superación, pero su sacrificio es poco si su hijo es aceptado y valorado en la sociedad. Una mujer que no se valora a sí misma pretende transmitirle a su hijo el valor de una persona, el derecho a mejorar y ser tratado igual que cualquier niño con recursos.

Por último Nora se representa a sí misma… una Nora sin maquillaje en la cara pero tampoco en el alma… una Nora que representa a tantas mujeres que exigen ser tratadas en su condición de mujeres… no de objeto, no de esposa, no de madre, ejecutiva o trabajadora, simplemente de mujer.

Una mujer que se enfrenta por primera vez a comunicarse de verdad con su pareja, a hacer un recuento de los años vividos juntos, pero que no forzosamente representan años de vivir en pareja.

Una mujer que quiere tener un proyecto de vida en común y que abandona la espada para exigir con razones su deseo de ser vista así, mujer al fin.

Me parece que los estereotipos que la actriz argentina ha elegido para este espectáculo son tan equilibrados que la satisfacción es total, no sólo para las mujeres, sino para los hombres, con quienes interactúa a lo largo de la puesta en escena.

SuRrealismo que está por cumplir 15 años desde su primera presentación en Mendoza, Argentina, y ha sido vista y aplaudida en Estados Unidos, México y países de Centro y Sudamérica, se presenta los jueves de julio y agosto, a las 9 de la noche, en la Planta de Luz (Av. Revolución y Río Magdalena, Plaza Loreto. También ofrecerán funciones en las ciudades de Querétaro y San Miguel de Allende.

Nora Fernández imparte seminarios de su método de trabajo corporal “Despertando desde el cuerpo”, y es autora del libro “Use su cuerpo, mente y emociones a su favor. Guía de ejercicios, reflexiones y decretos para vivir mejor”.

Hay eventos y personas que cambian nuestra vida para siempre, Nora Fernández y SURrealismo no sólo cambiaron mi forma de percibir el mundo, ahora son parte de mi vida.