Brandford Marsalis, el verdadero corazón del jazz

Por: Claudia Magun — 10 de junio, 2006

Branford Marsalis Quartet se presenta en el Lunario Entre elogios, aplausos y las cadenciosas notas de un jazz bien entendido, ayer viernes se presentó en el Lunario, Branford Marsalis y hoy sábado 10 de junio reafirma su calidad como uno de los más grandes e importantes personajes del jazz contemporáneo…

Tradición sincopada de este el último de la dinastía, Marsalis -su padre, el patriarca de la familia, el pianista Ellis Marsalis, es todavía hoy uno de los más célebres pianistas de jazz nacidos en New Orleáns-, Brandford tiene una larga formación clásica de estudios superiores en solfeo, armonía y clarinete, además su perpetua devoción al saxofón, lo hacen uno de los venerables músicos del jazz contemporáneo, capaz de tocar el tenor, el soprano o el alto, sustentado en los patrones clásicos del género surgido en la primera mitad del siglo XX.

Branford Marsalis Quartet, ricos matices y tecnica interpretativa del jazz Branford se dio a conocer junto a su hermano, el extraordinario trompetista Wynton Marsalis, en el seno de los “Jazz Messengers” de Art Blakey en 1981 y posteriormente pasó a formar parte del grupo del mismo Wynton, con quien estuvo entre 1982 y 1985, etapa en la cual es evidente la influencia de Wayne Shorter y John Coltrane en su estilo de interpretar el sax. Pronto se dio cuenta que su camino en el jazz iba por otros derroteros y alejándose de la línea emprendida por Wynton, inició su propia carrera en solitario sin dejar las magníficas colaboraciones con otros músicos, como el trabajo con Sonny Rollins, The Herbie Hancock V.S.O.P. II o con el mismo Miles Davis, en la ultima etapa de su carrera, formando parte de su quinteto y grabando en 1984 el disco “Decoy”.

Branford Marsalis Quartet perpetua devocion al saxofon En 1985 se une al grupo de Sting, con quien se fue de gira y estuvo trabajando durante un año y medio, lo que le valió una infinidad de reproches por los sectores mas ortodoxos del jazz. Sin embargo, esta asociación musical, que Marsalis disfrutó enormemente, no lo alejó de sus prioridades musicales.

En 1986 Branford trató de resarcirse de esas críticas formando un cuarteto clásico con piano, bajo y batería, con el que intentó y consiguió ganarse otra vez el respeto de la gente del jazz. El grupo estaba integrado por el pianista Kenny Kirkland, el bajista Bob Hurst y el baterista Jeff “Tain” Watts, que además llegó a presentarse como trío sin Kirkland. Entre 1992 y 1994 compartió su trabajo como músico con la T.V. estadounidense, dirigiendo el musical “Tonight Show” de Jay Leno y también en ambiciosos proyectos musicales, como “Buckshot LeFonque”, una reunión de músicos de jazz y raperos que intentan de nuevo la experimentación en torno a la música de jazz.

Branford Marsalis acompañado por el pianistas Joey Calderazzo, Jeff Tain Watts, baterista y Eric Revis, bajista en el Lunario Después de varias producciones discográficas exitosas y varios Grammys en su haber, Marsalis además de su tiempo como intérprete, también se dedica a impartir clases magistrales en diversas universidades con grupos de ansiosos músicos que ávidos de conocimiento, esperan la “palabra” de este que sólo quiere ser, según dice: “convertirme en el mejor músico que pueda ser Yo, porque particularmente, toco para ser bueno tocando”.

Así que esta noche, en el Lunario, Brandford Marsalis acompañado por Joey Calderazzo, uno de los pianistas con mayor potencial en la escena actual, el virtuoso Jeff “Tain” Watts, baterista de gran versatilidad y Eric Revis, bajista de excelente calidad, demostrará el porque su formación universitaria y su herencia –además de su padre, sus hermanos Wynton, Jason y Delfeayo, son reconocidos músicos- logran de la memoria jazzista el verdadero corazón de este género surgido en Nueva Orleáns, tierra de este nativo que creció entre ricos matices y técnica interpretativa del jazz clásico.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.