Una mirada al VIII Festival de San Luis

Por: Colaborador Invitado — 25 de mayo, 2008

VIII Festival de San Luis: Die Winterreise Las manifestaciones culturales suele expresarse en dos vertientes: la oficial, que es auspiciada con recursos públicos, por lo cual tiene acceso a prácticamente todos los medios de difusión y publicidad a la mano, amén de los recursos económicos y logísticos para poder llevarla a buenos términos; y la independiente, que en la mayor parte de los casos se ve obligada a ser autosuficiente, pues en raras ocasiones cuenta con el apoyo, ya sea económico, en especie, o en logística, de instituciones oficiales y, por consiguiente, tiene mayor dificultad para acceder a las bondades antes mencionadas.

De ahí que uno espere, cuando se trata de un festival cuya finalidad es mostrar una pluralidad cultural y una apertura a las nuevas avanzadas y a lo tradicional, organizado por diversas instituciones, tanto de orden cultural como gubernamental, una selección diversa de eventos de toda índole: desde lo popular, lo clásico, lo alternativo, hasta manifestaciones multitudinarias o exquisitas. La omisión es, por supuesto, lo comercial, pues este segmento por sí mismo tiene sus propios recursos y no necesita de ningún tipo de apoyo gubernamental o institucional, pues sería un tanto absurdo subsidiar o dotar de recursos a quien los tiene en cantidades prácticamente ilimitadas. Y no es que lo comercial necesariamente sea banal o carezca de calidad artística, sino que simplemente tiene mayores posibilidades de presentarse en cualquier escaparate en el momento que lo desee.

Cuarteto Vocal Aveiros se presentó en el Festival San Luis, 2008 De lo anterior surge entonces la gran pregunta: ¿cuál es el criterio de selección de eventos para un festival en el que, paradójicamente, lo comercial parece haber tenido mucho más presencia en una “programación que tendrá como sello principal el balance armonioso entre la diversidad, la calidad, la tradición y la vanguardia”? Tal fue el caso del VIII Festival de San Luis, llevado a cabo en al ciudad de San Luis Potosí del 3 a l 10 de mayo del año en curso.

Si bien la programación incluyó ópera (Die Winterreise, producción original para el Forum de Monterrey 2007), teatro (dos obras nada más: una producción nacional, Nezahualcóyotl, y otra canadiense, Dream Catchers), literatura (un brevísimo homenaje a Simone de Beauvoir), cine (una plática previa, y la proyección de The Gaucho, como otro brevísimo homenaje a Lupe Vélez), danza (quizás alguien olvidó decirle al gobernador potosino, Marcelo de los Santos Fraga, que a la mera hora los participantes en esta disciplina cancelaron, o que un huateque no es propiamente lo que se conoce como danza, aunque participe la Danzonera La Playa), y eso sí, mucha, mucha música, que fue la disciplina donde sí hubo una mayor diversidad, aunque la balanza parece haberse inclinado hacia lo comercial.

Dream Catchers se presentó en el Festival San Luis 2008 Y es que cabe preguntarse, ¿por qué parecía que el plato fuerte del Festival eran precisamente los conciertos nocturnos en la Plaza de los Fundadores? ¿Por qué programar, por ejemplo, el concierto de La gusana ciega a la misma hora que el concierto de Sacbé; o a la Danzonera La Playa de manera simultánea que el Cuarteto Vocal Aveiros? Claro, parte de la diversidad radica en el número de propuestas, sólo que si nada más hay una presentación de un grupo o un solista, por qué no ajustar los horarios para poder ver lo más que se pueda, sobre todo si se considera que la tónica del Festival fue que en la tarde-noche de casi todos los días no hubo evento alguno.

¿Se tratará de omisiones, olvidos, falta de propuestas, deficiencia en la organización, desconocimiento de las costumbres potosinas, apertura a otras expresiones más allá de lo redituable? Las preguntas quedan en el aire. Aunque tal vez todo pueda resumirse en las palabras, más o menos (si el Alzheimer todavía no gana la batalla), que el gobernador dijo durante la inauguración del Festival: “¡Ya me callo y los dejo con Celso Piña, que para eso vinieron aquí”.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.