
Por: Susana Fernández — 17 de octubre, 2014
“Dicen que el pueblo es bruto y de gran corazón…â€, fragmento de Coriolano I de William Shakespeare, con la CompañÃa Nacional de Teatro, dirección David OlguÃn.
En medio de la venganza, la ambición, los juegos del poder y, por sobre todas las cosas, la soberbia del ser humano, la CompañÃa Nacional de Teatro cierra de forma impecable la ambiciosa TrilogÃa Coriolano con esta puesta en escena dirigida por David OlguÃn.
“Nos tienen en la miseria y los Patricios lo tienen todo…†Con el sonido de los tambores de guerra de fondo, aparece el gran salvador de Roma, Cayo Marcio Coriolano (Juan Carlos Remolina), aclamado y vitoreado por polÃticos y militares, mientras por otro lado, el pueblo se queja de la escasez que sufre (¿le suena conocida la historia querido lector?), hasta aquà el inicio de Coriolano de William Shakespeare que después de su estreno y gran aceptación en el 42 Festival Internacional Cervantino se presenta este fin de semana en el Teatro Julio Jiménez Rueda.
Una historia que habla de los entretejes polÃticos que desde siempre gobiernan el destino de las sociedades, un juego perverso donde la traición y la manipulación se ven en su más clara expresión cuando somos testigos de la confabulación de los representantes del pueblo, en este caso Junio Bruto y Sicinio Veluto –interpretados de forma ingeniosa por Enrique Arreola y Diego Jáuregui, respetivamente–, en contra de sus contrincantes polÃticos, quienes amenazan su estatus e influencia.
AsÃ, partiendo del hecho sucedido siglos atrás antes del ascenso del Imperio Romano, registrado por el historiador griego Plutarco en su obra Vidas paralelas, la pluma de Shakespeare aparece miles de años después y llega hasta nuestros dÃas para ofrecer entre lÃneas los hechos que como animal de costumbres el ser humano repite incansablemente, somos depredadores de nosotros mismos.
Vale la pena, agradecer en este renglón la traducción que del texto del dramaturgo inglés hiciera Otto Minera, quien con agudo conocimiento de la obra hace que los diálogos sean precisos y concluyentes, para redondear con la dirección de David OlguÃn, quien en un juego de ajedrez escénico hace que cada situación y movimiento de los actores fluyan de manera natural, nadie recita el texto, ninguno está sobrado, todos actúan de forma tan armónica que este Coriolano embona en cada escena, cada dialogo como si se tratara de la noticia más actual que estuviéramos presenciando en cualquier otro medio de información y no en ese espacio mágico que es el teatro.
–¡¿De que sirve al pueblo representantes como estos¬?!– Reclama Coriolano, (no sin falta de argumentos), cuando él, que debiera ser encumbrado en la gloria se ve expuesto a la furia y resentimiento de la horda, amenazante, manipulada, falta de toda crÃtica para construir su propio destino (de nuevo el Déjà vu se asoma, para crear la sensación de ya haber vivido esto antes). Acaso en este punto, uno, como simple espectador en la comodidad de su butaca, no puedo abstraerse más de la propia realidad y hacer la misma pregunta ante la verdad que vivimos y es aquà cuando la obra de Shakespeare se vuelve atemporal y más vigente que nunca.
Debemos agradecer al maestro Luis de Tavira, director de la CNT, esa visión para abofetear la realidad a partir de la impostura del teatro con producciones como han sido este Coriolano de Shakespeare, además de las dos producciones que le precedieron: Coriolano de Bertolt Brecht dirigida por Alberto Villarreal y Los plebeyos ensayan la insurrección de Günter Grass con la visión escénica de MartÃn Acosta.
TrilogÃa que comparte la escenografÃa de Jorge Ballina, quien juega y recrea tiempos y épocas distintas utilizando grandes bloques que de forma dúctil y creativa se convierten y transforman el escenario.
Con las actuaciones del elenco estable de la CompañÃa Nacional de Teatro, donde destacan las actuaciones del propio Juan Carlos Remolina a quien el héroe le queda mas que pintado; Óscar Narváez como Menenio Agripa y Luis Rábago, entre otros, Coriolano es una obra poderosa que nos presenta a un héroe perdido por su propia soberbia y que de forma lapidaria culmina: “Siempre hay intereses por encima del honor…â€
“El lenguaje contenido en la obra ha sido respetado, sin embargo, lo que dicen los personajes suena a que podrÃamos identificarlos hoy con quienes forman parte de la Cámara baja mexicana. En este caso, Roma, lugar donde se desarrolla la acción, es México en muchos de sus aspectos, como la persistencia de la tentación autoritaria y los fantasmas de la democracia que deciden por el pueblo pero sin el puebloâ€, David OlguÃn. Fotos: Sergio Carreón Ireta.
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