![](https://interescena.com/wp-content/themes/interescena2015B/images/logo.png)
Por: Enrique R. Mirabal — 1 de septiembre, 2014
“Me gusta contar grandes historias. Y Woyzec es una de ellas. En esta versión se pueda apreciar una combinacioÌn entre un estilo claÌsico y contemporaÌneo, a partir del lenguaje lacoÌnico y metafoÌrico de Büchner en una coreografiÌa de imaÌgenes intensas con muchos elementos visuales como lluvia y otros efectos especialesâ€, Christian Spuck.
El Ballet de Zürich es una compañÃa suiza estrechamente relacionada con las décadas en las que el coreógrafo suizo Heinz Spoerli (1940) estuvo al frente de la compañÃa (1996-2012). A partir de 2012 y hasta la fecha, la dirección artÃstica ha recaÃdo en el alemán Christian Spuck, formado en Stuttgart y fogueado en otras compañÃas europeas.
Por razones tanto geográficas como culturales, no sorprende la relación entre suizos y alemanes, especialmente en Zürich, el principal foco cultural de Suiza. No es la única compañÃa de ballet que destaca en la Confederación. Recientemente nos visitó el Béjart Ballet Lausanne (área francesa) y, años atrás, el Ballet de Ginebra. Sin lugar a dudas, la compañÃa de mayor peso es la de Zürich, la más numerosa y la de mayor tradición y la más plural, en términos de estética y corrientes balletÃsticas entre las que no se excluye el repertorio clásico.
En un primer acercamiento, sin la lista de creativos a la mano, la sola mención de ver Woyzeck en adaptación para ballet, la asociación con la ópera de Alban Berg fue la primera referencia. Con los créditos correspondientes, saltan a la vista el nombre del coreógrafo, Spuck, y cuatro compositores, Martin Donner, Philip Glass, el ingrediente obligado de todos los collages, György Kurtág y Alfred Schnitke pero nunca, Alban Berg.
Del coreógrafo, será ésta la primera vez que quien esto escribe verá una de sus obras. De los músicos, Donner parece ser un ecléctico con antecedentes de DJ y los dos últimos en citarse, el húngaro y el ruso, aparecen cada vez con mayor frecuencia en los programas de concierto y en los collages dancÃsticos, una tendencia que se ha hecho lugar común.
Cierto es que Kurtág y Schnitke son músicos con sello propio y una vida artÃstica fuera de lo común pero, ninguno de ellos sobrepasa el significativo papel del austriaco Alban Berg (1885-1935) en la música del siglo XX. Cercano a Arnold Schoenberg (segunda escuela vienesa), ambos fueron pioneros y difusores del atonalismo y el dodecafonismo.
En este punto, es necesario y aconsejable revisitar la ópera de Berg y releer la obra teatral de Georg Büchner (1813-1837) en la que se basó el libreto para dicha ópera; por cierto, su tÃtulo se escribe con diferente grafÃa: Wozzeck.
Del punto de partida, la obra inconclusa de Büchner, mucho puede apuntarse: el haber sido remendada después de su muerte con finales no concebidos por el autor, su valor literario no sólo destacado por el uso del alemán sino por la estructura dramática que no seguÃa los cánones de la época.
Del romanticismo devenido del Sturm und Drang, sus personajes son diametralmente opuestos al cliché de sus contemporáneos –Büchner pone en escena a seres de carne y hueso emanados de las clases bajas, desbordados por traumas sico-sociales más que por actos de heroicidad– y se adelanta por casi un siglo al expresionismo tan caro a los alemanes y austriacos.
En la humillante necesidad de Woyzeck al prestarse como conejillo de Indias de un médico sin escrúpulos, Büchner presagia los experimentos nazis. Polifacético y polémico, culto, polÃticamente activo en sus escasos años de vida, veinticuatro en total, Büchner murió en el exilio en Zürich, lo que nos vincula con la creación del ballet de Spuck en 2011.
El coreógrafo también ha trabajado sobre Leoncia y Lena, la segunda obra de Büchner. En el cine, se recuerda la pelÃcula de Werner Herzog de 1979 con Klaus Kinski en el personaje de Woyzeck, papel que definirÃa su permanencia en el cine con papeles similares y tics sicopáticos que lo identifican.
En el Palacio de Bellas Artes de México, la ópera Wozzeck de Alban Berg ha tenido, al menos dos puestas, una en 1966 y la otra, en 2000. De la segunda, dirigida escénicamente por Benjamin Cann y, musicalmente, por Guido Maria Guida podemos decir que ha sido una de las más logradas puestas de óperas del siglo XX. De Büchner, en 1981, esta vez en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, se estrenó la ópera para actores/cantantes y ensamble instrumental Leoncio y Lena, compuesta por Federico Ibarra con libreto de José Ramón EnrÃquez a partir del texto original. Otro notable hito en la ópera mexicana.
Con antecedentes tan eximios, nos preparamos a ver al Ballet de Zürich –Palacio de Bellas Artes, miércoles 3 y jueves 4 de septiembre– en esta versión bailada de Woyzeck en la que los tortuosos personajes movidos por reacciones tan humanas como elementales y atávicas deberán traducirse con pasos de ballet y un rigor dramático imprescindible.
Un listado de enlaces a centros culturales, música, teatro, danza, infantiles, festivales y medios y más.
Deja un comentario