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Por: Arturo Carrasco — 27 de agosto, 2014
La obra de Carlos Iván Córdova, ganadora en 2013 el Premio Nacional de Dramaturgia Joven “Gerardo Mancebo del Castilloâ€, llega al Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico por una corta temporada.
Alguna vez han pensado que la vida es más complicada de lo que parece y que para afrontarla requerimos herramientas que nos la faciliten, y no me refiero a utensilios materiales, que nos ayuden a ser y sentir.
Como Enrique Bunbury, quien en su poesÃa rockanrolera nos recuerda que hay que pedir “Un bastón para el corazón†para superar esas malas rachas que luego vivimos y, pensándolo bien, tener estas prótesis para existir no serÃa mala idea.
Quizás muchos pedirÃamos que existieran estas especies de extensiones artificiales que nos podrÃan ayudar a soportar la vida, para todos serÃa más fácil tener un apoyo extra, y si lo pensamos bien quizás ya las tenemos y no nos hemos dado cuenta, o al menos asà lo considera y expone Carlos Iván Córdova en su obra Mujeres sin cuello.
Este joven sonorense (1982) presenta en ésta, su ópera prima –la cual le hizo ganar el Premio Nacional de Dramaturgia 2013–, esa idea de “prótesis para la vida†con el fin de recordarnos lo insatisfechos o vacÃos que a veces estamos, sobre todo cuánto necesitamos de éstas o de cualquier otro tipo de apoyo que nos auxilie para continuar en la vida.
“Busco en la metáfora de la prótesis, incluso la que usamos los que nacemos ‘normales’, la idea de desentrañar y resolver preguntas. Un teléfono celular se vuelve extensión de la comunicación que no tengo con el otro. El uso de las palabras que no existen como prótesis del lenguaje, el alcohol como prótesis de la felicidad. ¿Las mentiras podrÃan ser una prótesis de lo que le falta a la realidad?…â€, Carlos Iván Córdova.
Y para concretar esta idea, invitó al también joven director Ginés Cruz, becario del FONCA, para juntos construir su relato a partir de dos personajes que se encuentran con un mundo incompleto lo cual no les impide entrever que las fronteras del cuerpo son también los umbrales entre cotidianidad y sordidez.
En Mujeres sin cuello conocemos a Milagros, una joven que carece de antebrazos y piernas por debajo de las rodillas, quien mientras la celebración de una fiesta, es escondida y encerrada por su familia, a la par de vigilada por una enfermera.
A primera vista el personaje de “Miliâ€, como llaman a la joven, podrÃa ser parte de una historia hecha para causar lástima e invitar a la reflexión, sin embargo, no está pensado en ese sentido, pues más que ser un personaje que cause compasión por su limitación –como muchos podrÃan pensar–, ella es una adolescente manipuladora con un fuerte narcisismo que entiende muy bien sus limitantes y apoyada en esto marca las diferencias con su cuidadora a quien disfruta hacer sufrir.
Por su parte, Amelia, su enfermera, es una mujer de edad media que aunque fÃsicamente se encuentra bien, tiene una carencia emocional resultado de la vida que ha llevado: Tiene una amante, no es casada, no tiene hijos y se encuentra en una situación donde el dinero es su principal fuente necesidad. Asà las cosas, estos dos protagonistas de Mujeres sin cuello, representan carencias y deficiencias emocionales y fÃsicas que los humanos buscan llenar a través de diversas extensiones que les ayuden a vivir.
Cabe destacar que Mujeres sin cuello se sostiene en la parte actoral con el trabajo de Mahalat Sánchez y Patricia Yáñez, ambas con una gran experiencia en el campo de la actuación y dirección que en este proyecto explotan al máximo.
En la elaboración de sus personajes, las dos actrices no sólo tuvieron que compenetrarse con la complejidad de los mismos sino que también realizaron un arduo trabajo fÃsico, con la ayuda de la bailarina Erika Méndez. Asimismo, para poder entender cómo se desenvuelve un cuerpo sin extremidades y los estados de ánimo que puede generar en el individuo realizaron una extensa investigación a fin de compartir el verdadero sentido de lo que representa la discapacidad con los espectadores.
En este sentido jugó un importante papel el escenario concebido por Carolina Jiménez, en el cual la sensación de ausencia es el protagónico para los ojos del espectador que al mismo tiempo siente las limitantes, lo inconcluso y la ausencia como sÃmbolos relacionados con el tema del encierro y la ausencia.
De acuerdo a Carolina, lo que se buscó fue construir un espacio que ofreciera una cuestión más conceptual, para ello desarrollo una especie de jaula en cuyo piso se pueden observar fracturas que al igual que los personajes como denotaran la ausencia.
En una corta temporada –que se extiende hasta el 31 de octubre– Mujeres sin cuello se presenta todos los viernes en el Foro La Gruta, del Centro Cultural Helénico, una historia que ahonda en las discapacidades del ser humano, no sólo en las fÃsicas, también en las emocionales. Una encrucijada donde Carlos Iván Córdova expone, a través del drama en paralelo con el humor negro, la diversidad de emociones que experimenta el individuo cuando está imposibilitado de hacer o sentir. Fotos: Yanko Bribiesca.
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