El amor de las luciérnagas… todo menos intermitente

Por: Colaborador Invitado — 6 de agosto, 2014

“El amor de las luciérnagas es una tragicomedia teatral escrita en el realismo mágico. Una obra que reflexiona sobre la necesidad de soltar para poder seguir adelante”, Alejandro Ricaño.

“Nuestro amor es intermitente… como las luciérnagas” es la escusa de Rómulo para terminar con María una y otra vez a lo largo de un noviazgo de diez años. Al ya no soportar este amor sin futuro, la protagonista, una joven escritora de teatro para niños, decide partir hacia el fin del mundo para poner en orden su vida.

Lo extraordinario de la obra surge cuando María, por medio de una maquina de escribir “embrujada” que compró en un mercado de pulgas en Noruega, escribe la historia de la otra María, aquella que se hace cargo de su vida. Dicha historia se materializa y su otra yo se apodera de todo aquello que nuestra protagonista creía suyo. Sin embargo, la joven dramaturga tiene que regresar a México para emprender, junto con Lola (Sara Pinet), su mejor amiga, una búsqueda –literalmente– de ella misma.

En esa atmósfera de desencuentros y encuentros inesperados comienza El amor de las luciérnagas, una hermosa historia, escrita y dirigida por Alejandro Ricaño, en la que este autor, hoy muy de moda en los escenarios teatrales, nos habla bajo el embrujo del realismo mágico sobre el amor, sin caer en la cursilería banal.

Se trata de un texto que lanza al espectador las preguntas de ¿quién soy? ¿a dónde voy? y ¿qué quiero realmente para mi vida? Desatando una trama que nos deja ver que las oportunidades se encuentran, invariablemente, dentro de nosotros mismos.

La travesía de estas dos amigas se crea utilizando todos los elementos que posee el teatro para colocarnos en un universo contemplativo, lleno de narraciones escénicas, diálogos fluidos que juegan entre la profundidad del ser humano y una comedia donde tres actrices representan las distintas etapas de la existencia de María, abarcando desde su adolescencia hasta su madurez.

Sonia Franco (María 1), quien se desenvuelve con fuerza y gracia en el escenario, comenta sobre la capacidad escénica del director: “su trabajo puede sorprendente con las cosas más simples. No se trata del chiste por el chiste, sino de generar una dramaturgia en la que se aborde algo más profundo. Siento que Alejandro va por ideas y conceptos donde a partir de la ligereza, el sentido del humor y la comicidad, nos incita para que le demos la vuelta al sufrimiento y simplemente nos provoque reírnos”.

El amor de las luciérnagas cuenta con un trazo escénico lúdico e inteligente, donde la profundidad del espacio crea un juego entre los actores; la iluminación de Matías Gorlero y la escenografía, a cargo del mismo Alejandro Ricaño, complementan el movimiento de escena, el cual se disfruta en su totalidad.

Por su parte, el equipo actoral conformado por Sonia Franco, Ana Zavala, Sofía Sylwin, Sara Pinet, Hamlet Ramírez, Pablo Marín, Miguel Romero y Luis Eduardo Yee, se maneja con una libertad equilibrada entre la dirección de Ricaño y la autonomia propia del actor para lograr que el desarrollo histriónico descubra la personalidad y el sentir del personaje.

Carcajadas sin fin, reflexiones profundas y un muy buen sabor de boca nos deja El amor de las Luciérnagas, que lejos de ser intermitente se ha mantenido constante en el éxito y aceptación con el público desde su estreno en 2012 y en las distintas temporadas que ha realizado en diversos espacios escénicos de nuestro país.

Ganadora del Premio Bellas Artes de Literatura 2011, El amor de las luciérnagas se presenta todos los miércoles –hasta el 20 de agosto– en el Teatro Helénico, una obra que conforme avanza la trama registra la perspicacia de la pluma de Alejandro Ricaño para abordar los sentimientos más disímbolos con un lenguaje fresco que atrae a las nuevas generaciones. Un talento que descubre el resplandor a la dramaturgia mexicana contemporánea.