
Por: Claudia Magun — 15 de julio, 2014
“Llegarás alto: general de división y después comandante supremo…”
Antonio ZuÌñiga y Juan Carrillo llevan a escena Mendoza, una adaptación sobre el claÌsico Macbeth de William Shakespeare con toques de Juan Rulfo y Elena Garro que nos ofrece una perspectiva sobre como el poder y la ambición llega a enloquecer a los hombres. Una relación profunda entre el actor y el espectador, con una historia que le toca de frente, que conoce y que vive hoy en dÃa: los asesinatos, las balaceras y el poder.
“Para mà Shakespeare es uno de los dramaturgos más universales, porque sus historias siempre suceden independientemente de la época o el lugar en el que estemos situadosâ€, Juan Carrillo.
Mendoza, una producción de Los Colochos Teatro se presenta únicamente los saÌbados (hasta el 20 de septiembre) en el Foro La Gruta del Centro Cultural HeleÌnico, una historia de héroes y villanos que aun cuando está situada en el México revolucionario de 1910, nos descubre una profunda reflexión que sigue vigente hasta nuestros dÃas.
Cuando hablamos de hacer un Shakespeare revolucionario y decir que se trata de un buen argumento podrÃa sonar a chascarrillo, pues resulta que no se trata de una farsa, lo contrario, aun cuando tiene sus toques de humor, Mendoza podrÃa ser un perfecto Macbeth, un espÃritu debil que transformado por el poder se torna en un hombre prepotente, ambicioso, maldito, como uno de los tantos protagonistas velados del México revolucionario.
Mendoza nos lleva por los momentos de gloria de uno más de los generales que nos pinta la historia oficial, como hombres de gran honestidad que quisieron liberar al pueblo de la tiranÃa, pero que al toparse con el poder resultaron iguales o peores que los opresores.
Un caudillo más, que se declara fiel al movimiento revolucionario y como hombre leal al comandante Montaño –otro más de los personajes–, se le agradece con poder y dinero, pues “de esa manera se paga la lealtad”.
Todo empieza cuando tentado por una vieja bruja, Mendoza se encuentra con su futuro y decide apoyado o más bien, como gallo de pelea, provocado por su las cizañas de su mujer, buscar el poder y para obtenerlo trazar un oscuro camino de asesinatos y muertes… “Llegarás alto: general de división y después comandante supremo”.
Es asà que la dirección de Juan Carrillo y las actuaciones de Marco Vidal, MoÌnica del Carmen, Erandeni Duran, Leonardo Zamudio, MartiÌn Becerra, GermaÌn Villarreal, Ulises MartiÌnez, Alfredo MonsivaÌis, Roam LeoÌn, Carla Soto y Yadira PeÌrez, como cuerpo histriónico –por cierto muy talentoso–, nos descubren una obra que habla sobre la gloria y, al mismo tiempo, sobre el derrumbe de un hombre sediento de poder que espera convertirse en héroe, un hombre que al igual que Macbeth, desconfÃa de su gente, desafÃa y hasta mata a sus amigos y finalmente provoca el odio, la ira y hasta su muerte.
Llevada a escena con gran conocimiento de oficio, desde una perspectiva más cercana al público mexicano, en un espacio carente de escenografÃa y, sólo con unos cuantos elementos de utilerÃa –seis sillas, una mesa de metal, un telar que juega de diferentes formas (como rebozo, mantel, niño), cubetas, máscaras, picahielos, hierbas, una trompeta, cervezas, sangre y hasta una gallina–, Mendoza nos ubica en una cantina que en realidad no corresponde a ninguÌn tiempo o espacio determinado pero es ideal como marco para una trama muy bien delineada.
La música como parte de la narrativa aporta con los acordes de la guitarra esa tierra donde suenan los corridos (de Lalo Laredo y Roam LeoÌn) de los personajes populares, pero que además sirve para acentuar los momentos climáticos y, por supuesto no hay que olvidar el diseño de iluminación de Mario Eduardo D’LeoÌn, que con sutiles toques acentúa los rostros de los actores y con esto el dramatismo gestual que experimenta y transforma al personaje, de la carcajada, al coraje, a la lagrima, a la chingada…
Mendoza, nos lleva por un episodio más de héroes, esa rueda de la fortuna donde muchos se han subido, pero que como simples mortales tropiezan con los egos y el poder. Un texto shakesperiano a la mexicana donde Macbeth, convertido en el Mendoza revolucionario nos descubre la sangre como el alimento del pasado de un pueblo y plantea la gloria y, al mismo tiempo, el derrumbe de un Ãdolo, con pies de barro, forjado por la codicia y la necesidad de la posteridad antes que de justicia.
“Se trata de una adaptación de Macbeth a la mexicana. La lucha por el poder entre generales de la Revoluciónâ€, Antonio Zúñiga,
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