Vadim Gluzman se presentó con la Orquesta Sinfónica Nacional

Por: Claudia Magun — 23 de septiembre, 2013

Vadim Gluzman se presento con la Orquesta Sinfonica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, septiembre 2013. Foto Marco Borggreve. En los conciertos del pasado fin de semana, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) tuvo como invitado a Vadim Gluzman, en esta ocasión el violinista israelí además de participar como solista invitado también llevó la dirección del ensamble mexicano.

En la Sala principal del Palacio de Bellas Artes se pudo disfrutar un programa donde las cuerdas ejercieron una hegemonía sonora en la interpretación que protagonizó la OSN sobre las partituras de Alfred Schnittke, Dmitri Shostakovich y el gran compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart.

Vadim Gluzman, celebrado por la crítica y la audiencia por ser un ejecutante con gran profundidad y virtuosismo, es uno de los asiduos invitados a la escena orquestal de nuestro país, su técnica y sensibilidad interpretativa las hemos podido apreciar como solista participante en diferentes temporadas de la Filarmónica de la UNAM y de la Sinfónica de Minería, así como en conciertos anteriores de este ensamble que dirige el maestro Carlos Miguel Prieto.

Vadim Gluzman se presento con la Orquesta Sinfonica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, septiembre 2013 Presentaciones muy apreciadas por aquellos capitalinos que ya siguen a este talentoso músico que los ha conquistado con su calidad interpretativa, carismática personalidad y esa exquisita sonoridad que logra extraer de su bello instrumento, un Stradivarius de Leopold Auer que data de 1690, el cual utiliza gracias al reconocimiento que le otorga la Stradivari Society of Chicago.

Como en este último programa que ofreció el sábado 21 y domingo 22 de septiembre, la OSN, el cual inició con la Suite en estilo antiguo para violín y orquesta de cuerdas de Schnittke, compositor ecléctico a quien los conocedores han definido como: “capaz de disfrazar sus composiciones con estilos y lenguajes diversos de acuerdo con las necesidades expresivas de cada obra suya”.

Vadim Gluzman se presento con la Orquesta Sinfonica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, septiembre 2013 En particular esta Suite, que fue escrita originalmente para violín y piano o clavecín, se caracteriza por su multiplicidad de estilos y por la sutileza con la que Schnittke se refiere a ellos. Para aquellos que asistimos a este concierto de la Sinfónica, y no somos grandes conocedores pero si nos encantamos con la música, realmente nos sorprendimos con esta obra pues no por ser una partitura moderna pierde la sensibilidad de los clásicos y no se escucha como esas composiciones que se crearon en una época donde los autores rompían con todo aquello que sonaba a establecido.

El concierto continuó con dos piezas maravillosas de Mozart: la primera fue el Concierto para violín y orquesta No. 3 y después del intermedio, se escuchó un soberbio Adagio y fuga para cuerdas. Dos obras icónicas del gran compositor austriaco a quien se le recuerda fundamentalmente como pianista, pero que también fue un violinista sobresaliente.

Vadim Gluzman se presento con la Orquesta Sinfonica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, septiembre 2013 De hecho, como versa en el programa de mano del concierto –como siempre acertadamente descrito por Juan Arturo Brennan–: “Como violinista llegó a ocupar el puesto de concertino en la orquesta del arzobispo de Salzburgo, Jerónimo Colloredo, patrón con el que Mozart se llevaba muy mal. Si a ello se suma el hecho de que su padre, Leopold Mozart, lo presionaba continuamente para que no perdiera la práctica en el violín, parece plenamente justificado que al abandonar Salzburgo en 1781 para hacer de Viena su centro de operaciones, Mozart dejara el violín colgado de un clavo y no quisiera saber nada más de ese instrumento. Así, se rebelaba simultáneamente contra Colloredo y contra la autoritaria figura de su padre”.

En mi particular gusto por la música, estas dos interpretaciones fueron las más gozosas de la noche, en cada una de ellas –siendo totalmente diferentes– se pudo apreciar la enorme capacidad de Vadim Gluzman y porque no también el nivel que hoy sustenta la Sinfónica Nacional, la cual bajo la dirección de Prieto realmente ha crecido.

Vadim Gluzman se presento con la Orquesta Sinfonica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, septiembre 2013. Foto: Marco Borggreve Para finalizar el programa, se escuchó la Sinfonía de cámara para orquesta de cuerdas de Shostakovich, una pieza –también descrita por Brennan– construida en cinco movimientos ligados entre sí, que contiene varias citas de obras del propio Shostakovich, como su Primera sinfonía, el Primer concierto para violonchelo y la ópera Lady Macbeth de Mtsensk. Una obra que Shostakovich concibió en 1960 después de visitar la ciudad de Dresde, destruida durante la Segunda Guerra Mundial, y la dedicó a las víctimas del fascismo y la guerra.

Fue así que una vez más tuvimos la oportunidad de disfrutar de la presencia de un gran intérprete, en esta ocasión fue Vadim Gluzman, quien como invitado de esta Temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional nos hizo vivir la música de los grandes compositores. Un concierto diferente donde se apreció a la Orquesta como un conjunto de cuerdas que nos mostró obras tan disímiles en su creación pero al mismo tiempo unidas en la calidad de estos compositores que aun cuando se desarrollaron en diferentes tiempos y experimentaron diversas vivencias, a los tres se les puede definir como protagonistas de la música universal.

Vadim Gluzman se presento con la Orquesta Sinfonica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, septiembre 2013 Para muchos, los invitados que Carlos Miguel Prieto ha tenido desde que tomó la batuta del ensamble nacional, carecen de esa calidad que puede seducir a los melómanos más exigentes, empero para aquellos que asistimos a los conciertos porque amamos la música, cada oportunidad que nos ofrece la OSN para disfrutar intérpretes de la escena internacional en Bellas Artes se agradece más que con el aplauso con el disfrute, porque formar públicos y hacer de un ensamble un objeto de fidelidad es toda una labor, es como un buen manjar que lleva su tiempo de cocción.

Para esta Temporada, la Orquesta nos prepara más programas atractivos tanto en la parte musical como en la figura de los intérpretes invitados. Hoy a seis años de administración artística del maestro Prieto, la OSN se percibe más fresca, con más trabajo en lo que se refiere a la técnica, más disciplinada y sobre todo más comprometida.

Desde mi particular punto de vista, no es que me case con alabar a la Orquesta, pero hay que ser realistas, tampoco vivimos en Nueva York, en Berlín o en Londres, esto es lo que tenemos y como público también nos atañe la responsabilidad de asistir, agradecer con el aplauso y ser parte de ese crecimiento donde intérpretes y escuchas además de gozar logremos una armonía donde disfrute y conocimiento no estén contrapunteados.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.