Por: Susana Fernández — 20 de febrero, 2013
Decir adiós no siempre es fácil, aceptar que nunca más volveremos a ver a aquellos a quienes amamos no es sencillo, reflexionar sobre el acto de la muerte como un hecho contundente e irreversible no es algo común en nuestra cultura y mucho menos es “algo†de lo que hablemos con los pequeños de forma natural.
Y es que “esa señora Muerte tiene la manÃa de dejarnos solos, al menos asà lo piensa Julia, una pequeña rebelde y simpática niña –interpretada de forma muy natural por Sara Pinet– quien ha perdido a su querida abuela MarÃa MarÃa (Concepción Márquez) y se niega a dejarla partir… todo esto y más sucede en Pacamambo, un texto infantil del dramaturgo franco-canadiense-libanés Wadji Mouawad.
En un ambiente escénico que nos recuerda a “las casitas†que fabricábamos cuando éramos niños recreado de forma lúdica por Auda Caraza –quien logra que desde que se pisa el escenario nos transportemos a un tiempo en nuestra infancia–, Julia acompañada por su perro el Gordo (Miguel Romero) se enfrentan a las ideas de un sicólogo (Pedro Mira) que busca las razones que tuvo la nieta para esconder a su abuela de la muerte.
Asà a través de un lenguaje sencillo y claro, el director Hugo Arrevillaga plantea una esta tragedia infantil donde la pequeña y el terapeuta entablan un dialogo donde escarban las razones que tuvo Julia para impedir que su abuela partiera a “Pacamambo, el lugar de todas las luces, el lugar donde todos nos volvemos a encontrarâ€, con observaciones sobre la conducta de los seres humanos que hacen que el público sonrÃa ante la simpleza y evidencia de los propios actos cotidianos, niña y adulto introducen al público en un acto de memoria sobre los seres queridos a quienes hemos dicho adiós.
Cabe decir –al menos en la función que me tocó presenciar– que más de uno va soltando las lágrimas y en cada frase que va escuchando se entreteje una historia de amor, una narración escénica que de forma simple va abordando el eterno dilema de la muerte de los seres queridos.
Más allá de una puesta de sensiblerÃa fácil, Pacamambo es una obra de una enorme carga dramática e inteligente, un texto profundo y maduro que presenta la compañÃa Tapioca Inn bajo la dirección de Hugo Arrevillaga, quien con gran ingenio y emotividad logra llevar al público de todas las edades por un relato hilvanado con ternura que pone el acento en recordar que la muerte jamás podrá llevarse los recuerdos de aquellos a quienes amamos.
Con esa delicadeza que Arrevillaga ya ha demostrado en como abordar la tragedia y con esa sensibilidad que lo distingue para crear proyectos que le hablen al ser humano desde las emociones más Ãntimas y las experiencias más dolorosas, el joven director logra que simpaticemos con la muerte y aceptemos que si bien ésta “no tiene derecho de jodernos la existencia al llevarse a nuestros seres queridosâ€, la muerte es un acto irreversible y es seguro que a todos nos tocará verle la cara algún dÃa.
“Intenté, a través de Pacamambo, escribir una tragedia para niños. Una tragedia, es decir, una fiesta donde las preguntas dolorosas se aborden de la forma más lúdica posible, confiando totalmente en la inteligencia y en la imaginaciónâ€, Hugo Arrevillaga.
Con varias temporadas en su haber desde 2010 y con una larga lista de Festivales donde ha dejado una huella profunda y emotiva, Pacamambo se presenta ahora en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, sábados y domingos hasta el 21 de abril, una experiencia que moverá emociones en grandes y pequeños, y nos recuerda que “cada quien tiene su momento para partir hacia Pacamamboâ€. Una historia para recordar a quienes se nos adelantaron en el viaje, un abrazo de la muerte para que gocemos cada minuto de vida. Fotos: Alma Curiel.
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