
Por: Arturo Carrasco — 20 de septiembre, 2012
Lo peor que alguien puede hacer es resistirse a enamorarse y sentir.
Dice la sabidurÃa popular que a veces queremos y nos quieren, o bien, queremos y no nos quieren… asà de paradójica es la naturaleza humana nos guste o no.
Precisamente de esto va la puesta en escena La mujer lagartija, la cual nos relata la historia de un hombre que conoce a una mujer en un parque y a partir de entonces se obsesiona con escribir “la carta de amor más bella jamás escritaâ€, misma que la musa en cuestión se niega a abrir por miedo a lo que se encuentra en ella.
El hombre enamorado (Erwin Veytia), al no obtener respuesta de su objeto de deseo, presiente que algo terrible le ha sucedido y comienza a buscarla, sin siquiera saber su nombre, dando inicio a una historia diferente y original sobre el amor y sus demonios.
Original de Cutberto López y dirigida por Aarón Hernández, La mujer lagartija se puede definir como una puesta difÃcil de entender y de explicar porque maneja un tiempo que no transcurre de manera lineal sino simultáneo lo que en ocasiones hace percibir algunas escena como hechos contradictorios.
Asà vemos el sentir de la chica, protagonizada por Francesca Guillen, que por momentos vive y descarga mediante platicas constantes con la muerte, personaje que interpreta Cecilia Toussaint, el cual también puede interpretarse como la misma chica, quizás como una proyección futura, a manera de espejo.
Aunque por el titulo pareciera ser una obra de terror u otra cosa, la verdad es que La mujer lagartija es una propuesta que busca descubrir una bella historia de amor no correspondido, mientras busca hacer que el espectador reflexione sobre sus propios miedos y sentimientos.
Uno de los elementos que más destacan en la texto es el lenguaje, utilizado por los actores para dar a conocer esta historia de amor atemporal, un elemento importantÃsimo, porque en la palabra radica su fuerza y riqueza. Un diálogo –casi poético– que pretende llegar al espectador y clavarse en su corazón y en su memoria con el fin de que se comprenda mejor esta trama llena de obsesiones y deseos mediante un discurso amoroso que se construye a través de los diálogos.
Por este motivo, intentar realzar el papel de la palabra, es que el director echó mano de muy pocos elementos visuales para poder construir las escenas: mientras nos adentra en esta historia vemos los confines no definidos de una casa, un despacho y un hospital, donde podemos vivir, en carne propia, las pasiones y obsesiones de los personajes que viven en un tiempo donde se mezclan y se enfrentan entre sà el presente, el pasado y el futuro, como un juego de tiempos para introducirnos en la más bella carta de amor.
La mujer lagartija baja el telón el próximo 27 de septiembre en el Foro Shakespeare para buscar nuevos escenarios y regresar con esta obra que se desprende de Voces Perpetuas, un proyecto –apoyado por el Fonca– del cual también surge Negro animal tristeza, de la dramaturga alemana Anja Hiling, dos trabajos que confrontan las consecuencias de los actos individuales en el colectivo de encarar a la muerte para vincularse -inevitablemente- al otro; la necesidad de reinventarse sacudiendo las cenizas y escamas de un lenguaje caótico que vibra intensamente por lograr un discurso común.
La mujer lagartija es una más de las producciones de La CompañÃa Perpetua, un grupo independiente que ha dejado huella en aquellos que gustan del buen teatro, como en 1822, el año que fuimos imperio de Flavio González Mello, un gran texto histórico que tanta acepatación logró en la escena universitaria; Lear, una revaloración shakesperiana que se presentó en el 2004 en el Teatro Santa Catarina; Lascuráin o la brevedad del poder la cual el público disfrutó en su estreno en el Palacio Nacional, como parte del Festival del Centro Histórico y después en el Teatro Orientación; El mambo de Oz que en 2010 realizó temporada en el Teatro El Milagro; Lluna de Jaime Chabaud que se presentó Foro La Gruta en 2010 y 2011; y A propósito de Alicia que con gran éxito se presentó por varios meses en el Foro La Gruta, en 2011.
Todas significativas propuestas que nos hicieron vivivir grandes momentos y tuvieron larga vida en la escena nacional, como esperemos que suceda con La mujer lagartija, una historia de amor que de rosa no tiene nada y en su construcción dramática trasciende a ese deseo de encontrar respuestas a las interrogantes sobre la vida y la muerte.
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