Por: Claudia Magun — 10 de agosto, 2012
“El teatro es una experiencia distinta a cualquiera otra. Los niños no van a él para ver lo que pueden encontrar en la televisión. Una obra debe dejar interrogantes, vacÃos que el público deba llenarâ€, Boris Schoemann.
El Centro Cultural Helénico y Los Endebles presentan Los Cuervos no se peinan, una propuesta infantil con la siempre elocuente dirección escénica de Boris Schoemann que a través de su aguda visión nos lleva por una historia inteligente y muy divertida que habla sobre la diferencia, el deseo y la libertad.
Una iniciativa de Alas y RaÃces y la SecretarÃa de Cultura de San Luis Potosà que busca generar propuestas que inviten a los peques a celebrar el teatro a partir de producciones con temáticas y formatos difÃcilmente exploradas que al mismo tiempo que cumplen con el cometido de entretener, sustenten temas que en su contenido lleven mensajes que ayuden a los niños a enfrentar problemáticas que les afecten en su entorno cotidiano, como puede ser la nula aceptación a situaciones que se salen de los estereotipos sociales.
Los Cuervos no se peinan nos lleva por la historia de Emilio, el personaje principal de esta poética exploración de los sentimientos que a través de la pluma de la dramaturga Maribel Carrasco nos dibuja un pajarraco bastante feo que aun cuando se supone que vuela, nunca aprende a volar…
Asà que imagÃnense que frustrante puede ser la existencia de este simpático personaje que desde que sale del huevo se encuentra con un destino bastante disparejo que lo lleva a una vida que no es la suya, con una mamá que por más que lo quiera, no es la propia y tampoco está contenta con el fÃsico de Emilito, empezando por sus patas, sus graznidos y sus plumas –que con una crueldad no declarada, una a una se las arranca, ¡Ouch!–.
Es asà que este pobre y sobreprotegido cuervo que además de haber sido abandonado o perdido por una mamá cuervo, en su camino descubre un mundo que no es el suyo y por si fuera poco debe adoptar las costumbres de los seres humanos, empezando por las de su casa con la demandas de una mujer neurótica que dice ser su madre y quiere que sea un perfecto niño, sin embargo el supuesto niño no es más que un pequeño cuervito que no se explica por qué no es como los demás, por qué su naturaleza es distinta.
Un dÃa, Emilio descubre una pequeña pluma negra brotando de su brazo. La arranca suavemente y la guarda en secreto dentro de su melena, justo debajo de una gorra de colores que su mamá le puso para que no se le asomaran los pelos parados, perdón las plumas.
Desde ese dÃa, una gran pregunta ronda en su cabeza: ¿todos los niños son iguales? SÃ, tan iguales como gotas de lluvia –ha dicho su mamá–. Pero Emilio no se conforma con esta respuesta tan pequeña, sabe muy bien que no es igual a los otros niños.
“Siempre me ha interesado buscar las fibras más sensibles de las relaciones que tienen los niños con sus padres y entre ellos. Por eso creo que el teatro es un espacio completamente diferente, en el que el niño tiene oportunidad de reflexionar de manera muy especial. En él los niños se pueden confrontarâ€, Maribel Carrasco.
Los cuervos no se peinan, es otra más de las buenas propuestas que Los Endebles realizan para los peques o para los adolescentes, como se apreció en La historia de la Oca, Un campo, Kiwi o Alphonse, cuatro textos que en su planteamiento confrontan a los pequeños con una realidad violenta pero de forma lúdica, que van más allá de lo simple que pudiera considerarse el teatro infantil.
Y es asà que como en estas propuestas anteriores, en Los Cuervos no se peinan, la actuación de Sergio SolÃs y Amanda Farah nos revela a un Boris que como buen hacedor de teatro una vez más provoca a los infantes, los hace pensar en un mundo real y cercano con una visión que no por ser áspera carece de humanidad y siempre tiene el toquecito de esperanza… A Boris Schoemann le gusta recordarnos que ir al teatro despierta la sensibilidad necesaria para hacer de este mundo un lugar mejor.
“Yo soy un director comprometido con la palabra y quedé fascinado con la obra de Maribel pues en ella encontré un texto que la valora y que es muy sutil pues no se preocupa en ponerle los puntos a las es, no es explicativa, como gran parte del teatro que se hace en México. Es una obra que apela a la inteligencia y la sensibilidad del espectador, de los niños, que casi siempre son más inteligentes y sensibles que lo que uno piensaâ€, Boris Schoemann. Fotos: Ricardo Ramirez Arriola.
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