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Por: Enrique R. Mirabal — 1 de agosto, 2012
La versión de la compañÃa lituana Meno Fortas se presenta únicamente el 4 y 5 de agosto.
A falta de obras que trasciendan la dorada mediocridad del teatro contemporáneo (excepciones hay y prominentes pero excepciones son), algunos dramaturgos se han dedicado a rastrear la literatura clásica, entendiéndose ésta de los griegos hasta los inicios del siglo XX, a la búsqueda de personajes intensos, con la complejidad suficiente para superar la nada cotidiana y ser dignos de impactar en escena a manera de antÃdoto y contrapunto de lo efÃmero y vacuo de tanto montaje desechable e inútilmente complicado.
Qué mejor acierto que una inmersión en el rico y canónico siglo XIX de la literatura europea y si es rusa, dos veces más acertado.
Fiódor Dostoievski (Moscú, 1821–San Petersburgo, 1881), cuya narrativa ha sido influencia explÃcita y reconocida entre novelistas del siglo XX, Thomas Mann a la cabeza, creó un universo propio, muy ruso en toda la extensión de la palabra pero de una dimensión universal y atemporal a través de personajes arquetÃpicos desde el momento de su creación pero con un desarrollo moral y psicológico, forjados por el autor con conocimiento de causa al extremo de ser materia prima de sesudos análisis de Freud y Nietzsche, por citar a los tópicos.
Dostoievski viviseccionó a la sociedad rusa en la que nació, padeció y murió al vaivén de la polÃtica, la religión y los excesos del autoritarismo zarista que lo llevaron a prisión en Siberia y al frente del pelotón de fusilamiento en una ejecución abortada a última hora.
La marca de la epilepsia, los años de cárcel y el destierro aparecen en algunos de sus personajes como alter ego ineludible, siendo el prÃncipe Mishkin de El idiota uno de los más reconocibles. Precisamente, en esta novela ha encontrado el lituano Eimuntas Nekrosius un material ad hoc para dar lugar a una puesta que dimensiona anécdota y caracteres a través de la puesta en escena.
Meno Fortas es una compañÃa de teatro lituana, fundada en 1998 por el mencionado director Nekrosius, con ella ha viajado por los centros culturales neurálgicos de Europa y América. Habitual en festivales y muestras, su paso por México ha dejado huella, admiradores y fans que en esta presentación en Bellas Artes se preparan para revalidar el entusiasmo inicial.
Precedido de una larga serie de adaptaciones de obras capitales de la literatura, no ha desdeñado ni el Antiguo Testamento ni las más socorridas obras de Shakespeare o Goethe además de los rusos. Tólstoi y Dostoievski, por ejemplo. Con este último, tiene una difÃcil tarea: adaptar una narración a las reglas formales del teatro en el que los diálogos integrados a la acción sustituyen a las descripciones de personas, cosas y lugares.
Un Mishkin desgarbado, ingenuo pero no tonto, sensible e inteligente sólo será percibido por la caracterización del actor y los movimientos, gestos, pausas e intenciones que el director le haya marcado más no por un narrador que nos lo deje saber, salvo en el caso que se recurra a distanciamientos brechtianos mediante carteles y letreros, lo cual no creemos que ocurra en el caso de los lituanos.
Quienes nunca han entrado en contacto con Meno Fortas, éste será el punto de confrontación para decidir si sumarse a las huestes propiciatorias o formar su propio grupo disidente. Las dos funciones de El idiota en Bellas Artes serán definitorias. La duración de la puesta alcanza las cuatro horas, el idioma de los actores será su lengua natal, el lituano y se proyectarán supertÃtulos en castellano para un imprescindible seguimiento del texto.
Como dato adicional, recordamos dos versiones cinematográficas de esta obra, entre las varias que existen: una francesa de 1946 y otra japonesa de 1951, dirigida por Akira Kurosawa, ambas conservan el tÃtulo original mas adaptan la historia según la idiosincrasia de cada paÃs.
El idiota se presenta en el Palacio de Bellas Artes, sábado 4 y domingo 5 de agosto. Disfrute el espectáculo sin prejuicios, déjese llevar por el inicial nihilismo de Dostoiévski devenido en antecedente ilustre del existencialismo que vendrÃa décadas más tarde y, sobre todo, observe la escuela de actuación que Nekrosius hereda de la tradición rusa de los grandes maestros, con Stanislavsky y sus epÃgonos por delante más la influencia de las vanguardias del siglo XX.
SerÃa interesante también hacer una comparación introspectiva con lo hecho en México.
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