
Por: MarÃa Teresa Adalid — 1 de septiembre, 2007
La violencia intrafamiliar es un grave problema que aqueja en las todas las urbes del planeta, con mayor rezago se encuentran aquellas sociedades con poca posibilidad de desarrollo y acceso a la información. Uno de cada tres hogares en la capital mexicana ha vivido maltrato emocional según datos de la directora de Atención y Prevención de la Violencia Familiar del Gobierno del Distrito Federal en el 2002. El maltrato ocurre en mujeres, niños y ancianos primordialmente. La violencia se manifiesta a través del maltrato psicológico, sexual y agresión fÃsica. Esta serie de acciones tiene funestas consecuencias para quien lo ejerce y quien lo vive encerrándoles en un cÃrculo vicioso difÃcil de romper, afectando el entorno familiar.
El teatro tiene una labor formativa, educacional, de entretenimiento, curación, con causa social, etc. La labor pedagógica se envuelve en discursos que apela a la realidad y urgencia social.
MÃa, es un ejemplo de ello, la compañÃa Marionetas de la esquina, maneja una pedagogÃa escénica a través de su propuesta artÃstica que retrata la cotidianeidad de muchos sectores que se ven agravados por la violencia intrafamiliar.
La dramaturgia presenta a una pequeña niña, cuyos padres a quienes nunca vemos y sólo reconocemos el color de su voz, son captados por la pequeña MÃa en instantes que quedan atrapados en la memoria al espiar a través de la cerradura de la puerta desde el sótano de su casa. La chiquilla se refugia en ese rincón sombrÃo, frÃo de recuerdos, y repleto de soledad. En aquél lugar apartado brilla una luz de esperanza al encontrar nuevamente a su amigo de la infancia Sinforoso, un muñeco extraño, de pico largo, ojos grandes, no muy agraciado, y de largas piernas que se estiran y encogen sin parar. Aquél tÃtere representa un buen abrigo emocional que emana cariño, compañÃa, solidaridad, y amor. A través de sus charlas con Sinforoso, MÃa abre sus pensamientos con una serie de destellos provenientes de una mente infantil, de este modo y en ese nivel, manifiesta como su mundo se ve atisbado por la diluyente figura patriarcal.
Sinforoso –manipulado por dos actores–, es el personaje que despierta las formas de la ternura infantil y su comunicación, en una etapa que para la sociedad del cliché debiera de ser maravillosamente rosa, cuando la realidad dista mucho de serlo. El factor de la sociedad adulta contrapuesto al mundo infantil se plantea como eje central en esta dramaturgia.
La estética escénica utiliza elementos básicos, cercado en una caja negra, para fusionar música, tÃteres y crear ambientes destensando la fragilidad infantil, situaciones con escapes a la playa y la visión futurista de encontrar y vivir un mundo mejor. El texto (Premio Nacional de Teatro para Niños 2006 INBA-Instituto Coahuilense de Cultura) no descubre el hilo negro ni tiene grandes pretensiones, es sencillo y sin moraleja. Funciona porque comparte una realidad de manera directa que fomenta y estimula la imaginación acompañándose de tÃteres y una ambientación con detalles que funcionan en sincronÃa; suaviza situaciones caóticas como son los gritos y malos tratos, lo que se plantea a nivel de la imaginación. La propuesta permanece en el espacio para la reflexión posterior en el espectador.
MÃaLourdes Pérez Gay y Lucio EspÃndola, se acompaña del equipo creativo de Amaranta Leyva, DarÃo Alvarez, Alberto DomÃnguez y Paola Huitrón. Sábados y domingos, hasta el 9 de diciembre en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque.
MÃa exposición de conflictos familiares desde la óptica infantil que obliga a reflexionar a los más grandes.
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