Un hombre verdadero

Por: Colaborador Invitado — 1 de enero, 2006

Leonardo VelÃ�¡squezLeonardo Velásquez, quien el mes pasado cumpliría 70 años de su nacimiento, fue recordado el pasado 14 de diciembre en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Organizado por la Coordinación Nacional de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes y el Colectivo de Mujeres en la Música, Comuarte, este evento titulado Concierto-conferencia Leonardo Velásquez…un hombre verdadero, inició con la plática que ofreció la maestra Leticia Armijo sobre la vida y obra de este músico oaxaqueño, en la parte musical se interpretaron obras del músico a cargo de los pianistas Gabriela Rivera, Adrián Velásquez y José Luis González; la soprano Amparo Cervantes y el Coro de Madrigalistas, bajo la batuta huésped de Jorge Córdoba.

Leonardo Velásquez fue un compositor privilegiado con el don de hacer música con buen humor, más que un nacionalista ortodoxo, un compositor con esencia mexicana. El maestro ingresó al Taller de Composición de Blas Galindo en 1951. Dos años después obtuvo, mediante concurso, una beca para continuar sus estudios de composición en el Conservatorio de Los Ángeles, California, Estados Unidos, con Morris H. Ruger, entonces director de esa intitución. En 1954 regresó a México, reincorporándose al Taller de Galindo. De 1957 a 1958, llevó el curso de Armonía Moderna y Técnicas Contemporáneas de Composición, con Carlos Jiménez Mabarak. En el curso de dirección de orquesta tuvo como maestros a José Pablo Moncayo y Jean Giardino.

El compositor oaxaqueño fue maestro de música en el Conservatorio Nacional de Música y en la Academia de la Danza Mexicana y de Teatro del INBA; también desempeñó los cargos de jefe del Departamento de Música (1980) y director de Actividades Musicales de la UNAM. Falleció el 20 de julio de 2004, en Varadero, Cuba.

Su obra incluye varios géneros musicales que van desde el incidental, en el que compuso música para ballet, teatro, cine y televisión, hasta un amplio repertorio de obras de concierto para piano, guitarra, voz, coro, diversos conjuntos instrumentales y un amplio y variado catálogo sinfónico del cual podríamos nombrar, entre otras obras: Antares, sinfonía para orquesta de cuerdas; Airapí, El concierto de La Paz, para piano y orquesta, y Menestral, sinfonía para cuerdas.

Leonardo VelásquezSu natural talento y trayectoria artística le valieron premios y reconocimientos diversos: diplomas, Diosas de plata, Arieles, así como su ingreso, en 1988, como Miembro de Número de la Academia de Artes (1988); becario del Sistema Nacional de Creadores de Arte (1993), presidente de Música de Concierto de México (1994) y miembro activo de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas (1999), y vocal del Comité de Vigilancia de la Sociedad de Autores y Compositores de Música.

Antes de morir Velásquez preparaba una ópera basada en Sor Juana Inés de la Cruz y en un probable tratado de armonía escrito por la religiosa jerónima, de la obra denominada El caracol invisible, solo está terminado su primer movimiento para voces y piano. Asimismo, dejó inconcluso el proyecto Oaxaqueñas, en el que musicalizaría pequeños poemas.

El artista también dejó lista la pieza El abandono, escrita a petición de la coreógrafa Gloria Contreras para ser bailada por el Taller Coreográfico de la UNAM, así como canciones para niños dedicadas a la soprano Encarnación Vázquez.

En el proximo Encuentro Internacional-VI Iberoamericano de Mujeres en el Arte México-Italia 2006, que se llevará a cabo el próximo mes de marzo, también se le rendirá un homenaje al maestro Velásquez, quien fue uno los grandes apoyós al derecho de las mujeres, ya que pensaba que la música bien escrita tenía que ser difundida sin importar el género.

La obra de Leonardo Velásquez se conjugan la libertad con la lógica y el libre curso con el rigor. Es una producción clara y fluida, sencilla concisa y segura, más que nacionalista, impregnada de un gran respeto por México.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.