
Por: Colaborador Invitado — 18 de mayo, 2012
Cruce de dos miradas en la penumbra, una lÃnea azul suspendida en una pantalla y una nota al piano que se convirtió en un acorde, acompañada con sonidos, casi pulsaciones, que emanaban de la computadora. La audiencia, de inmediato atrapada en la etérea atmósfera.
Asà iniciaba, el pasado 16 de mayo, el concierto del artista sonoro-visual alemán, Alva Noto y del pianista y compositor japonés Ryuichi Sakamoto, que clausuraron el Ciclo Aural, dedicado a la música experimental, en el marco del FMX, Festival de México, en su edición 2012.
La mancuerna Alva Noto-Ryuichi Sakamoto es puro compromiso con la creación sofisticada, imaginativa, que resulta en una experiencia sensorial orgánica y dialogante; una retroalimentación fascinante que inicia entre ellos y cuya empática complicidad se permea en los oÃdos, en los ojos y en las historias personales de cada perceptor.
El escenario: piano de cola a la izquierda junto con una computadora, y a la extrema derecha, una plataforma donde yacÃan dos computadoras. La iluminación era muy tenue para dar paso a una horizontal pantalla colocada al fondo del entarimado. En esa pantalla despuntó el talento por el cual se destaca Alva Noto, quien en su andar siempre ha buscado un propio código de signos acústico-visuales, pues para él, “el sonido en sà mismo, tiene un lenguaje visualâ€.
De tal suerte que, como público, “veÃamos el sonidoâ€, pues para cada pieza habÃa un patrón de formas y lÃneas que en la mayor parte del tiempo, respondÃan a la intensidad y tonalidad de los acordes y rÃtmica generados por ambos artistas.
En el resto del espacio perceptivo se colocaron la glitch electrónica (música con resonancias que provienen de distorsiones por errores en los sistemas de audio) y tecno de Alva Noto (alias de Carsten Nicolai), cuya maestrÃa minimalista y selección de clicks y frecuencias, resultaron en capas y tonos graves en donde se sumergÃa el piano preparado y los acordes limpios, nostálgicos y apasionados de Ryuichi Sakamoto, un músico que, adhiriéndose fielmente a la tónica de expandir los lÃmites y ser siempre fresco consigo mismo (como lo declarara horas antes en conferencia de prensa), se ha permitido la exploración con variopinta gama de géneros y estilos musicales. Su trabajo plasmado en álbumes y partituras para numerosos filmes, es por demás admirado y premiado.
En poco menos de 90 minutos (incluidos dos solicitados encores), a pesar de que existe una estructura-partitura para cada pieza, gracias al puro virtuosismo, no faltó la cantidad precisa de improvisación, tanto de Sakamoto en el piano, como de Noto en lo digital, al intervenir y explorar en tiempo real las notas emanadas de las manos de Sakamoto.
Asà pues, la experiencia fue un viaje emotivo que, discreta y paulatinamente incrementó su intensidad hasta el punto máximo. El pulso probablemente se aceleró en muchos, y el aliento se contenÃa ya en las piezas finales del recital, ya que después de cada acorde, venÃa otro aún más desconcertante. PoesÃa sensorial entre esa música nostálgica, enigmática, pacÃfica, futurista, acuática y desértica.
Como perceptor respetuoso, imaginaba que al tratarse de un proyecto distinto, no escucharÃa una de las tonadas más famosas de Sakamoto, leimotiv de la pelÃcula Merry Christmas Mr. Lawrence, pero de pronto, Sakamoto fue generoso, y ahà estaba esa melodÃa melancólica, en una especie de versión contemporánea, reinventada de forma soberbia, como sólo el propio Sakamoto podrÃa hacerlo con el acompañamiento electrónico de Noto.
Casi al final del concierto, se agregan al trance destellos casi lastimosos provenientes de la pantalla, aunque esto último no hace más que corroborar el discurso sin concesiones de la audaz dupla alemana-japonesa -ya con cinco álbumes grabados-absolutamente comprometida con la experimentación y la estética. Seguramente este recital podrÃa perfilarse como uno de los mejores del año.
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