El clarinetista Giora Feidman invitado de la Sinfónica de Minería en Bellas Artes

Por: Enrique R. Mirabal — 1 de agosto, 2007

El clarinetista Giora Feidman invitado de la Sinfónica de Minería en Bellas Artes No hay peor enemigo del arte que las guerras. Las bombas lo mismo destruyen vidas humanas que museos, bibliotecas y teatros. Peor aún, desaparecen tradiciones y se mutila la cultura a la par de los cuerpos. Durante la Segunda Guerra Mundial y en los años que la precedieron, la ideología del nacionalsocialismo alemán tuvo entre sus prioridades la eliminación de la raza judía y todo vestigio de su historia como pueblo. Se trató de borrar del mapa cualquier evidencia de la presencia judía en Europa mediante campos de concentración, noches de cristales rotos, quema de libros siguiendo el nefasto ejemplo de la Inquisición y provocando el éxodo de miles de artistas judíos: todo lo que resultara decadente para los nazis se calificó como arte degenerado, Entartete Kunst proviniera o no de creadores judíos. En otro tenor, relacionado con la tradición jasídica se enuentra el klezmer que, inevitablemente, sufrió el embate de la barbarie nazi.

Entre las tradiciones de los judíos askenazíes de la Europa Oriental el klezmer, término que se podría traducir literalmente como instrumento musical (k´li zemer) y tiene su origen en la música klezmorim del siglo XV, aunque la produjeron artistas seculares se inspira en textos del antiguo testamento. En la interpretación de este género se pueden escuchar sonidos producidos por la voz humana y no precisamente sólo cantos sino también lamentos, risas y diversos sonidos guturales.

El clarinetista Giora Feidman invitado de la Sinfónica de Minería en Bellas Artes Por fortuna y gracias al empeño de músicos judíos en la década de los años 70 del pasado siglo, el klezmer se reanimó y cobró vida en agrupaciones especializadas en el género que se han encargado de darlo a conocer a lo largo y ancho del planeta con notables brotes incusive en Alemania

Un fiel cultivador de esta música pero además un estupendo clarinetista clásico es Giora Feidman, un intérprete insustituible de la música contemporánea y un innovador nato que incorpora a su repertorio y combina en su música al tango, el jazz, la música clásica y el Klezmer. Nacido en Argentina en 1936, se formó dentro de la tradición de la música judía que sus padres, inmigrantes, le trasmitieron. A los 18 años de edad, Feidman se incorpora a la Orquesta Sinfónica y de la Ópera del Teatro Colón en Buenos Aires.

Dos años después comienza una larga relación de 20 años con la Filarmónica de Israel. En los setenta, se convierte en “El Rey del Klezmer”, fusiona estilos americanos en su música e inicia, como solista un periplo que lo ha llevado a casi todas las principales salas de concierto del mundo junto con su cuarteto o como solista invitado.

El clarinetista Giora Feidman invitado de la Sinfónica de Minería en Bellas Artes Entre sus espectáculos, se cuentan Spirit of Music, Tango Klezmer y Dance of Joy. Su nombre se asocia con reconocidos conjuntos y ensembles como Kronos Quartet o el Polish Chamber Philharmonic, así como a la producción de CD’s con la Orquesta Sinfónica de Berlín y la Orquesta de Cámara de Munich. Junto a Itzhak Perlman, logró un Oscar por la música de la película de Steven Spielberg, La Lista de Schindler en la que interpreta composiciones de la pintora, poeta y música Ora Bat Chaim.

En el concierto en el que tocará Giora Fiedman en la Ciudad de México –en el Palacio de Bellas Artes el 24 de agosto–, acompañado de la Orquesta Sinfónica de Minería, interpretará, entre otras, obras de la mencionada Bat Chaim, el Concierto para clarinete y orquesta de Mozart y selecciones de Porgy and Bess de Gershwin.

Capaz de evocar sentimientos más profundos, Giora Fiedman rompe el silencio a través de la fuerza y melancolía de su clarinete.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.