
Por: Oscar MartÃnez — 10 de marzo, 2012
Con ansÃa y muchas expectativas, quiénes nos asumimos como fans de la banda irlandesa, The Cranberries esperamos por mucho tiempo, -11 años- a que decidieran volver.
Wake Up And Smell The Coffee fue el último disco que nos dejaron antes de su separación; un disco que decepcionó pese a tener alguno que otro tema salvable, pero que carecÃa de la fuerza y la originalidad de sus producciones anteriores.
Este año, los irlandeses llegan a su sexto álbum: Roses. Producción que tomó bastante tiempo de descanso para la banda, quienes han explorado otros caminos, han materializado sus aspiraciones o han fracasado en ellas. Con todo ese tiempo de maduración y añejamiento, Roses resulta ser la segunda parte de aquel criticado último producto, el problema: es bastante pretencioso.
Emulan un ritmo y sonido propio de una “banda madura“, Dolores y Nolan justo han continuado lo que dejaron pendiente en aquel disco último; honestamente nos han vendido los B-Sides del Wake Up… en lugar de rescatar el mood rocker que los hizo llenar estadios.
The Cranberries es por mucho, la banda que pautó los hits guitarreros de quienes ahora somos “adultos contemporáneos” por ello es que su regreso debiese estar cargado no sólo de cierta añoranza o nostalgia por el pasado, sino además de un ansÃa de retomar aquella potencia musical que ellos definieron en la década de los 90. Si esperas encontrar los temas con compromiso y propuesta que The Cranberries trataban cuando mostraban al mundo su cara más rocker, olvÃdenlo.
Independientemente de eso, Roses parece no tener un rumbo o dirección clara, deambula entre sonidos melancólicos, como de flojera, que de pronto se autosabotea y emiten algún signo automotivacional efÃmero. La madurez para ellos parece ser más bien la pérdida de la agresividad y las inquietudes de la juventud, para convertirlas en sosiego y tranquilidad, una parte de ellos que siempre hemos conocido, pero que nunca fue la más importante.
Sobre la potencia de antaño, sólo queda un vacÃo que no llena ninguno de los tracks de Roses y es que al final, ningún tema está en ese estilo que tan bien les conocemos. Ninguno, después de 11 años, tiene el encanto de Dreams o Linger temas llenos de un carisma que aquà brilla por su ausencia, y lo poco apreciable en ese sentido, aparece en el primer tema, Conduct, para ir desinflándose poco a poco a medida que avanzan las canciones.
Asà que, escuchar este nuevo trabajo de los arándanos, se convierte más en una búsqueda de lo que no encontraremos en él, que en disfrutar un disco que por muchas oportunidades que le demos, se obstina en no crecer.
Esta es la realidad, banda contemporánea, Roses no será ningún mal trago. Llegarás a escucharlo de principio a fin, como un disco más del grupo, pero tras unas cuantas escuchas te darás cuenta de que, aún tratando de mostrarse más maduros, no lo consiguen y su trabajo se convierte en algo vacuo que pronto habrá sido olvidado, mientras seguimos escuchando, una y otra vez el omnipresente Zombie de siempre.
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