
Por: Enrique R. Mirabal — 1 de julio, 2007
Producción del Teatro Colón visita México
La Opera Nacional de Bellas Artes ha decidido iniciar la temporada de óperas escenificadas (L’ Orfeo de Monteverdi se escuchó en versión concierto) con una producción de El barbero de Sevilla que nos llega del Colón de Buenos Aires, Argentina. Todos sabemos (los que leen interescena.com en primer lugar) que dicho teatro es el más vigoroso en cuanto a número de puestas en escena y tÃtulos selectos además de mantener la tradición, en toda Latinoamérica. En ópera y ballet, nadie les puede seguir el ritmo a los argentinos, asà que la expectativa es grande por este Barbero, con todo el peligro que esto implica. Si es muy conservadora, ya oiremos las quejas y si trata de ser más avant-garde que la mismÃsima vanguardia, el coro de risas no se hará esperar.
Gioacchino Rossini (1792-1868) escribió en su corta vida activa como compositor un número extenso de óperas y obras de cámara. Vivió en ParÃs hasta su muerte, sin haber compuesto ni un pregón después de su Guillermo Tell (1829). El bel canto fue su escuela y, fiel a ella, escribió treinta y nueve óperas, canon operático que seguirÃan y evolucionarÃan Donizetti y Verdi aunque, en realidad, Mozart les dio lecciones a todos.
El barbero es, sin dudas, la más famosa, por méritos propios y por aunar un chispeante libreto de Sterbini a partir de una de las obras de la trilogÃa de Figaro de Beaumarchais conocida también como de los Almaviva. Antes, Mozart habÃa creado Las bodas de FÃgaro basada en la que serÃa la continuación de las andanzas del barbero. Sobre el travieso personaje de Beaumarchais, compusieron óperas Paisiello e Issouard, sin acercarse, ni por casualidad, al virtuosismo de Rossini y Mozart.
En las óperas del alado cisne de Pésaro, se reconoce inmediatamente la estructura de arias, cavatinas y cabaletas, enlazadas en el argumento por recitativos y momentos corales que cobran especial relevancia en El barbero. La trama, como todas las comedias del siglo XVIII, tienden a la ejemplaridad o a la enseñanza moralizante, precepto no tomado muy en serio por el músico italiano. El nombre alternativo de la ópera, La inútil precaución da fe de estos cánones neoclásicos. Curiosamente, uno de los pocos ballets que sobrevivieron a este siglo iluminado y precursor de revoluciones es La fille mal gardée, conocido en algunos paÃses como Vana (o inútil) precaución.
El papel femenino principal fue escrito originalmente para una mezzosoprano pero ¿quién puede contener a una soprano, máxime si es de coloratura a cambiarlo todo a su favor?
Intercalando arias de Rossini no escritas para El barbero, muchas sopranos como Lily Pons y Maria Callas, por ejemplo, hicieron de la Rossina una de sus heroÃnas favoritas.
En esta puesta, serán Nancy Herrera y Carla López Speziale, quienes interpreten a Rossina. Por su parte, el tenor rumano George Petean, interpretará el papel de FÃgaro, además de un elenco internacional integrado por Brian Stucki, Rogelio MarÃn, Enric Serra, Rosendo Flores, Gabriela Thierry y Roberto Aznar, asà como la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes bajo la dirección concertadora de Marco Balderi y la dirección escénica de Willy Landin.
Esta coproducción México–Argentina se presentará en el Palacio de Bellas Artes los dÃas 1, 3, 5, 8, 10, 12 y 15 de julio; y posteriormente, el 27 y 29 de julio, en el Centro Cultural Tijuana (Cecut), que celebra 25 años de su fundación, y participará en el papel de Rosina, Guadalupe Paz, que es originaria de Tijuana y llegará procedente de Milán para estar presente en esta puesta operÃstica donde la soprano compartirá el escenario con el tenor Marco Labastida. En este montaje, destaca de manera especial la participación de la Orquesta de Baja California y el Coro de Opera de Tijuana, como director concertador Armando Pesqueira y el director de coro César Solórzano.
A ver y oÃr qué pasa con este barberillo hasta precisar si es digno de Sevilla o de Lavapiés. Fotos: J. Silva
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