Por: Josué Romero — 19 de enero, 2012
“Asà como el tren tuvo un peso importante en el periodo revolucionario, en este caso se convierte en una metáfora de lo que sucede en el contexto actual”, Ignacio Escárcega.
¿Ante la frustración y el enojo cuántas veces te has dicho me lleva el tren…? Pues bien, eso es precisamente la puesta en escena de Nos lleva el tren, un ejercicio dramático que responde al caos y a la violencia que impera en el paÃs y que como contraparte de toda historia muestra también la búsqueda de la esperanza a través de un humor ácido que se genera del descontento social que estamos viviendo, pero sobre todo, motiva la reflexión y la necesidad de reformar la situación y darle un cambio de rumbo a este tramo que cada vez se hace más cuesta arriba.
Tomando como punto de partida la historia de Guarupa, una mujer chamana a la que le han matado siete hijos y que decide trasladarse en tren desde la Sierra Tarahumara hasta la Ciudad de México con la firme intención de hablar con el mero preciso, es decir el mismÃsimo Presidente de la República, para contarle sus visiones sobre el paÃs que podrÃa ser, esta es una narración que oscila entre el horror y la esperanza, un recuento de daños empero también un llamado a la acción. En suma, Guarupa es el sÃmbolo y la suma de muchas mujeres que hoy luchan y exigen justicia ante la muerte inocente de sus familiares.
Durante este recorrido, llegar a la capital del paÃs es difÃcil, tanto como encontrar respuesta ante tanta barbarie. En cada pueblo y en cada retén se huele la desolación y el terror, un desfile de esos personajes de noticiario que a su paso infunden miedo y rabia: maras, soldados, sicarios, empero también la gente común, la que trabaja y se esfuerza todos los dÃas por salir avante, por ello no es casualidad que a este viaje –que si bien es crudo por momentos no está excento de una dosis de humor–, se sumen dos jóvenes, Juan y Adela, que huyen de un ambiente de violencia y crimen para recobrar la esperanza.
En escena están Teresa Valenzuela, quien interpreta a Guarupa y Luis Eduardo Yee, Ireli Vázquez, Salvador Ãlvarez y Fernando Sánchez, que dirigidos por Ignacio Escárcega, hacen una puesta en escena donde la farsa es la parte medular y que es reforzado por un vestuario y utilerÃa en tonos negros y grises como si se tratara de una bien lograda viñeta polÃtica.
El montaje de Nos lleva el tren es el resultado del ciclo de lecturas dramatizadas “De la Independencia a la Revolución†organizado en 2010 por el Centro Cultural Helénico y la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) en el marco de las conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución; y a decir de su autora, la dramaturga Camila Villegas, la obra tiene como punto de partida la reflexión, por ello incluyó en el texto fragmentos de la poesÃa de Jaime Sabines y Javier Sicilia, el primero porque le gusta y el segundo porque forma parte de la esperanza de miles de mexicanos.
Nos lleva el tren es una lección de esperanza para los que dÃa a dÃa vemos transcurrir el tiempo y nos negamos a permanecer pasivos ante tanta injusticia, todos los que de alguna manera estamos “hasta la madre†y que buscamos vivir en paz y en tranquilidad. Una obra que después del éxito logrado en 2011, regresa a partir de este 14 de enero, todos los sábados –hasta el 25 de febrero– al Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.
Y como bien dice Teresa Valenzuela, la Guarupa de esta historia, “A diferencia de los otros personajes, el mÃo es el más serio, pero lo hago desde el fondo de mi corazón como ciudadana, pues tenÃa ganas de exigir, de hacer algo respecto a la violencia, no me podÃa quedar callada“. No callemos. ¡Qué No nos lleve el tren!
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