
Por: Marcela Chávez — 1 de enero, 2012
En estos tiempos de violencia y amores exprés, las historias románticas parecieran ser poco atractivas y haber sido superadas, empero para el joven director Artús Chávez Novelo (creador de Norvak, Poderoso DeMente, Lo que el virus se llevó y Cabaret mortal, entre otras exitosas puestas escénicas) se trata de verdaderos clásicos “que todos conocemos pero pocos hemos leÃdo alguna vez†por lo que vale la pena rescatarlas y verlas en el escenario.
Con esta premisa es que la nueva producción de La dama de las camelias –que se presenta a partir del 12 de enero, de jueves a viernes, en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque–, reunió a un elenco variopinto que conjunta artistas de diversos géneros.
Por un lado tiene en Alejandra MarÃn (con una larga trayectoria en teatro independiente) a una apasionada, atormentada y manipuladora Marguerite Gautier, célebre cortesana que sostiene un tórrido romance con el joven Armand Duval, interpretado por Mauricio Ochmann, quien más allá de su participación en algunos culebrones hoy se encuentra trabajando arduamente bajo la dirección de Chávez Novelo para demostrar que el que es actor donde sea arranca el aplauso.
A esta pareja protagónica, le siguen una adorable y experimentada Pilar Ixquic Mata, como la amiga alcahueta y presunta Madame que además de ser cómplice de la protagonista es como una especie de narradora que le añade picardÃa a los momentos que se ven en escena,
Además de Fernanda Castillo, muy conocida por su trabajo en el musical Hoy no me puedo levantar, y una que otra telenovela; Luis Maggi como el cÃnico Gastón Rieux, amigo de Armand y otros experimentados histriones como Irineo Ãlvarez, Javier Villegas, Manuel Balbi, Marcos GarcÃa y Madeleine Sierra, quienes en conjunto han creado un trabajo digno, ligero pero no por eso carente de calidad.
“La dama de las camelias es una obra para toda la familia, que es difÃcil encontrar en estos tiempos, estamos manteniéndo todo en el mejor gusto posible y de una forma muy sencilla alejada de tabicones que alejan al público. El elenco es una mezcla muy atractiva para los públicos actuales que no están tan acostumbrados a ir al teatro si no reconocen una cara o un nombreâ€, Artús Chávez Novelo.
Otro de los aspectos que cabe resaltar en esta producción es el trabajo de la pianista Deborah Silberer, quien de hecho marca el inicio de la obra en un tono fúnebre con música de Rachmaninov, asà los cuadros que se suceden uno a uno están hilvanados con la música de autores como Debusy, Chopin y Liszt, entre otros, a partir de una reinterpretación de la misma intérprete.
Es asà que la música se vuelve otra protagonista más de la puesta y le añade un plus nostálgico y melancólico que se enriquece con el vestuario de Emilio Rebollar, quien permitiéndose ciertas licencias poéticas hace lucir a todos en tonos grisáceos, mientras a la protagonista la resalta con colores vivos, creando asà un ambiente como de sueño lejano que nos sitúa en un pasado remoto donde la heroÃna romántica deja ver su lado descarado y atormentado marcado por los caprichos y la imposición, que bien puede resumirse en la siguiente frase: “Estás enamorado de una mujer que está histéricamente infeliz la mayor parte del tiempo lo que es de por sà muy triste, asà que ó me amas menos o me entiendes más…â€
Por su parte, Mauricio Ochmann logra sacar avante al apasionado Armand, demostrando que aun para los tonos liberales de nuestros dÃas “es más fácil enamorar a una mujer buena que a una prostitutaâ€, él es parte fundamental para lograr ese sentimiento de redención a través del amor que se logra percibir a lo largo de la puesta escénica.
“La dama de las camelias es un clásico que me encanta porque es de esos romances que perduran en la memoria. Hay que verla para darnos esa oportunidad de desconectarnos, llegar al teatro y regresar a finales de mil 800 y sumergirnos en esa épocaâ€, Mauricio Ochman.
Considerada un clásico del Romanticismo, La dama de las camelias, en una versión del dramaturgo inglés Neil Bartlett, es un ejemplo de buen teatro, una historia universal contada con sencillez y sin pretensiones, que a diferencia de la novela original, se trata de una versión más fresca y personal que se apoya de un lenguaje concreto, sencillo y menos melodramático que invita al público a conocer las pasiones descarnadas y en ocasiones crueles que mueven a los personajes de esta historia. Un texto para disfrutar y dejarse atrapar por la magia del escenario. Un cuento de amor… que en estos tiempos de violencia y caos se agradece. Feliz 2012 para el teatro!
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