
Por: Enrique R. Mirabal — 1 de mayo, 2007
La SÃlfide y el Escocés en Bellas Artes
SÃlfides, willis, ondinas, náyades y otras criaturas fantásticas, provenientes de las leyendas medievales europeas, sentaron sus reales sobre los escenarios con la llegada del romanticismo en la primera mitad del siglo XIX. La idealización de la mujer, el descubrimiento de otros mundos, ya sea que provinieran del Oriente lejano o de universos paralelos a la vuelta del primer claro del bosque o del remoto origen de los pueblos germanos fueron materia prima de gran riqueza a explotar por poetas, narradores, pintores, compositores y coreógrafos.
El mercado llegó a saturarse y el gusto del burgués (nuevo) espectador, también pero mientras duró la moda, dio sus frutos. Un claro ejemplo es… La sÃlfide, en primera instancia, un ballet de Filipo Taglioni con música de Schneitzhoeffer, estrenado en ParÃs en 1832, para gloria e inmortalización de su querida Marie.
El disidente francés, Augusto Bournonville, asentado en Copenhague, lo reprodujo cuatro años más tarde para Lucille Grahn según sus reglas del baile y sobre nueva música, en este caso de Løvenskjold. Asà surgió la escuela danesa de ballet que es nada más y nada menos que la antigua escuela francesa en su más puro quehacer. Por lo tanto, coexistieron dos versiones diferentes en pasos y música durante varias décadas en los escenarios europeos. La de Taglioni, con todo y ser la primigenia, se fue diluyendo al paso del tiempo. Según los responsables de la conservación del patrimonio artÃstico del Teatro Mariinski de San Petersburgo, ellos conservan hasta el menor detalle, una escena o pas deux del mencionado ballet que ningún otro teatro puede presumir. Felicitaciones.
En el siglo XX, hubo varios intentos por reconstruir la coreografÃa original pero, la mayorÃa quedó, precisamente, en aproximaciones y tentativas no muy afortunadas que nadie recuerda; sin embargo, a fines de los años 70, el francés Pierre Lacotte, coreógrafo principal de la Opera de ParÃs, revisó archivos, periódicos y notas disponibles para recrear los trazos de Taglioni. Asà surgió su versión de La sÃlfide para gloria y perpetuidad de su esposa, la entonces etoile de la Opera, Ghislaine Thesmar.
Mucho más al norte del continente, los daneses del Real Ballet perseveraron en mantener, hasta el mÃnimo detalle, la versión de Bournonville que, además, reprodujeron en otras casas de ballet de Europa y norte de América. Terri Orr hizo lo suyo (en realidad muy poco pero lo suficiente para cobrar derechos) sobre el original a petición del American Ballet Theater. Esta es la versión que se montó para la CompañÃa Nacional de Danza (CND) en 1990 y este mes de mayo, presenta en el Palacio de Bellas Artes, el domingo 27, a las 17:00 horas, el martes 29 y el jueves 31, a las 20:00 horas y el domingo 3, Junio, a las 17:00 horas.
A lo largo de la historia del ballet mundial, imperantes bailarinas han sido inmortalizadas en el papel de la sÃlfide, en su estreno nacional, una estrella naciente de la danza mexicana encarnó (espiritualizó serÃa más apropiado) a la romántica sÃlfide que da nombre al ballet. Laura Morelos ha sido, hasta la fecha, no la mejor sino la única sÃlfide que ha revoloteado sobre la escena de Bellas Artes, dueña absoluta del personaje y como singular representante de la escuela romántica entre nosotros. No sabemos quién o quiénes serán los bailarines de esta temporada pero, seguramente, extrañaremos a La Morelos.
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