Los maestros son los que fecundan el difícil camino de las artes

Por: María Teresa Adalid — 28 de abril, 2007

Nueva Danza y Nueva Musica 2007 rinde homenaje a Miguel Angel Palmeros El mundo de la danza ha producido descollantes intérpretes y creadores que han sembrado su conocimiento como sólidos puentes en el campo de la educación, difusión e investigación. Fuertes tablas que perduran con el tiempo a pesar de la invasión de la imperante banalidad. Con logros y fracasos, aciertos y flaquezas, los hombres componen épocas e historias. En las aulas se dejan testimonios de vida, logros individuales y colectivos, historias memorables. Los maestros son caudales que tienen en sus manos el despertar artístico de futuras promesas.

Por lo anterior, los herederos de éstas enseñanzas convocados por Nueva Danza y Nueva Música en una sola multiplicidad, fueron testigos para dar homenaje en vida a cuatro pilares esenciales de la danza: Valentina Castro, Miguel Angel Palmeros, Lourdes Lecona y Manolo Vargas en una noche de gala como parte del evento: Memorias del Patrimonio Vivo que se realizó en el Teatro de la Ciudad, el pasado 27 de abril.

Hombres y mujeres que concretan el futuro a raíz de los sueños y el trabajo, a través del conocimiento y la disciplina como un principio de entendimiento humano a través de la danza. Cada uno con estilo y visión entorno a este arte. Valentina Castro destaca por encontrar en la danza Butho una alianza, símbolo de su expresión actual, una mujer de transición social, alejada de la radicalidad.

Nueva Danza y Nueva Musica 2007 rinde homenaje a Lourdes Lecona Miguel Angel Palmeros, maestro, coreógrafo y promotor de la danza se ha consolidado con su grupo Expansión 7, su aportación a la cultura de este país lo lleva a seguir impartiendo clases a bailarines profesionales y a su compañía enseñando ahora su propia técnica. Lourdes Lecuona, lo mismo se desempeña en cargos institucionales como en la docencia de danza flamenca. Manolo Vargas, fiel a su devoción, se desempeña en la enseñanza de danza española y el baile flamenco, teniendo como pupilos a los más grandes intérpretes del flamenco.

La noche abrió con Deseo, de la compañía Nemian, una obra extremadamente visual, pensada en imágenes orientales, basada en culturas como la japonesa o china, donde la estética y el lenguaje del Tai-Chi en la especialidad del abanico se resuelve con una coreografía novedosa. Cuerpos que escuchan la posible música en una pronunciación exacta como un mándala lingüístico que atrae las miradas del espectador ante esas formas y coloridos vestuarios contrastantes en rojos, negros y amarillos con un inesperado juego de abanicos como extensión del cuerpo.

Por su parte, Momento Corpóreo ofreció Desasimiento, Muerte en el estanque y Cruce de vías. Un vasto universo de emociones, impulsos y deseos dentro de diferentes cuerpos, donde cada uno observa, palpa y reacciona a los innumerables factores externos de su entorno, gozando de su capacidad irrenunciable de elegir el estado en el que desean permanecer.

Nueva Danza y Nueva Musica 2007 rinde homenaje a Manolo Vargas Desasimiento inicia retratando desinterés, se mueve en un cúmulo de movimientos incorpóreos, etéreos y a la vez salvajes utilizando ligas y toda la fuerza del abdomen. El estanque es un cuadro bello de colores azules y armoniosos con fondos rojos, lo fuerte y lo vulnerable al tiempo, la sensación de que algo está cumplido y que sólo se muere para comenzar algo mejor, un reflejo en el agua de unas temidas pupilas.

La compañía flamenca de María Elena Anaya presentó: Oyeme con los ojos, inspirado en un poema de Sor Juana Inés de la Cruz; y siguiendo con la danza española Caña y Candela Pura interpretaron Guajira, Seguirilla y Soleá por Bujería.

El cuerpo del flamenco lleva una elegancia y fuerza innata, el zapateado deja un escalofrío que queda vibrando en los huesos, la pasión es lo que mueve y hace saltar sobre el tablado de centellas, una comunión con la magia del cuerpo y un relámpago en los poros.

La noche cerró con la entrega de la pieza del dios Xochipili, gran señor de la música, la danza, las flores, la vegetación y fecundidad. Como un reconocimiento a la trayectoria de Valentina Castro, Miguel Angel Palmeros, Lourdes Lecona y Manolo Vargas.

Los maestros son los que fecundan el difícil camino de la modernidad con sus enseñanzas y fortaleza hacia las nuevas generaciones quienes ofrecieron una noche especial en honor a quienes han dedicado su vida al entrañable mundo de la danza.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.