
Por: Oswaldo Valdovinos — 3 de abril, 2007
La impertinencia no siempre es fatal, sobre todo cuando a través de ella se trata de expresar aquello que quizás de otro modo serÃa difÃcil decir. Claro, no cualquier impertinencia, sino ésa capaz de convertir la tristeza en una oportunidad para retarse a sà mismo y salir avante de una situación que para la gran mayorÃa de los niños es terrible: la separación de los padres.
A partir de esta premisa —que para muchos podrÃa resultar un tabú, sobre todo en el teatro infantil—, Marionetas de la esquina lleva a cabo una propuesta escénica donde la principal apuesta es interpelar la sensibilidad y el criterio infantiles en un tema poco recurrente —más bien eludido y silenciado en pos de una falsa salida— en el teatro de marionetas.
Asà pues, Dibújame una vaca, de Amaranta Leyva, bajo la dirección de Lucio EspÃndola y Lourdes Pérez Gay, cuenta la historia de Emilio, un pequeño niño a quien le cuesta trabajo aceptar la separación de sus padres, situación que lo lleva a encerrarse en sà mismo y aislarse por completo del mundo exterior y todos aquellos que lo rodean.
En su afán por negar su existencia presente —la vida con su madre en una nueva colonia, sin nadie conocido y aún con los recuerdos de la vida familiar a flor de piel—, Emilio hace lo que cualquier otro niño harÃa en su lugar: desear con todas sus fuerzas que todo vuelva a ser como antes, cuando mamá y papá estaban juntos y aparentemente todo era feliz, a pesar de las discusiones y los pleitos en que ambos gritaban y se herÃan mutuamente. Por eso se inventa mil pretextos para no salir de casa y mucho menos ir a la escuela pues está seguro de que la “marca†de ser hijo de padres divorciados será lo primero que el resto de sus compañeros de clase verán.
Sin embargo, con lo que no cuenta Emilio es con Vaca, un dibujo impertinente y locuaz —hasta cierto punto un alter ego muy particular y desenfadado— que cobra vida cada vez que Emilio se ve en la necesidad de afrontar situaciones que de otro modo no serÃa capaz de superar.
Gracias a Vaca, por ejemplo, el peligroso trayecto a la escuela, lleno de vicisitudes y calamidades propias de la imaginación infantil, se convierte en el primer paso para confrontar sus temores Ãntimos; eso y el hecho de saber que hay otros niños el la misma situación que él resultará determinante para aceptar que ser hijo de padres divorciados no tiene por qué ponerlo al margen de los demás niños que sà viven con sus papás, ni mucho menos, y sÃ, en cambio, puede llegar a ser una excelente oportunidad para seguir creciendo y experimentando el mundo infantil desde una perspectiva diferente.
Con Dibújame una vaca, Marionetas de la esquina, compañÃa con más de 30 años de trabajo ininterrumpido, presenta todos los domingos a 1 de la tarde. (hasta mayo) en el
Teatro Wilberto Cantón, esta tradicional producción “donde los tÃteres vuelven a tomar el escenario para demostrar, una vez más, que a través del arte es posible abordar temas en apariencia difÃciles para un público que no por pequeño es menos receptivo y sensible: los niñosâ€.
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