
Por: Roberto Sosa — 5 de diciembre, 2010
La escenografÃa la componen dos cÃrculos, uno dentro del otro; el exterior al girar, cambia su declive, el interior es plano y los dos se mueven de manera mecánica impulsados por los mismos actores…
Sin sangre, es una historia dramática que aborda los sentimientos que se anclan en un ser humano que sobrevive con el paso de las décadas al recuerdo de la matanza de su familia.
Una metáfora escénica donde los cÃrculos giran en relación con la vida de dos seres que se vuelven a encontrar y se confrontan después de muchos años de haberse conocido. Un anciano (Silverio Palacios) y una mujer (Lucero Trejo) reviven una historia que los marcó para siempre.
La mujer entra a un centro comercial y en un kiosco encuentra al anciano vendiendo billetes de loterÃa, el sitio puede estar en algún paÃs de Latinoamérica o en cualquier ciudad. Después de comprarle un billete, la mujer le invita una copa al anciano.
Mientras beben (en el cÃrculo interior), los hechos se narran (desde el cÃrculo exterior) por cuatro personas (Pablo Astiazarán, Juan Manuel Bernal / Miguel Loyo, Carlos A. Orozco y Miguel Alvarado), los cuatro compaginan la historia ante la mirada atenta del anciano.
Los cÃrculos giran y exponen a los personajes en diferentes ángulos frente al espectador; el declive es en proporción a las emociones que la historia aborda, un relato que le habla al público de un hecho sangriento, una guerra que rompe el tejido social.
Un acontecimiento que expone en el presente a dos protagonistas del pasado, un suceso que dejó profundas heridas y que intentarán ser sanadas; la mujer, otrora una niña, sobrevive al dolor de haber perdido a su padre y a su hermano; el anciano, antaño un joven idealista que pretendió cambiar la estructura social.
“No hay que avergonzarse de la venganza, es la única medicina que existe contra el dolor, lo único que se ha encontrado para no volverse loco, es la droga con la que nos hacen capaces de lucharâ€, reza en el texto a través de la voz de la mujer, quien paulatinamente descubre la verdad de los acontecido ese dÃa en que perdió a su padre y a su hermano.
Sin sangre, es un texto de gran calidad basado en una novela de Alessandro Baricco (TurÃn 1958), quien es considerado –al igual que su Ãdolo J.D. Salinger–, uno de los escritores más inaccesibles del panorama literario contemporáneo, odiando conceder cualquier tipo de entrevista e incluso negándose a participar en la promoción de sus libros, entre ellos el multipremiado Seda, que en 1996 lo convirtió en uno de los dioses de la novelÃstica contemporánea.
Y en 2003 publicó Sin sangre, un fenómeno literario que se transforma en este espacio teatral en un relato que estremece desde el escenario, donde las actuaciones se bordan con la dramaturgia para presentar un trabajo que se desarrolla a través de la interpretación, que es exacta, donde los personajes hacen suyos a los actores, y estos dan credibilidad al hecho; la realidad aunque ficticia, existe porque los interpretes cumplen cabalmente con el compromiso frente al espectador.
El anciano y la mujer bailan después de haber bebido, después de la catarsis; los narradores hacen lo propio con el público, como si invitaran al espectador a ser parte de su historia, como compartir la experiencia desde la escena hacia el aforo, el espectador no debe ser sólo eso; aquel que asiste debe sentir de cerca y en el escenario, a quienes los mueven en la butaca. Al termino de la función, la sensación es de haber visto y ser visto.
Sin sangre se presenta en el Teatro El Granero Xavier Rojas, del Centro Cultural del Bosque, hasta el 12 de diciembre, una labor de un excelente reparto que da prueba del trabajo realizado por José Caballero quien además de haber realizado la adaptación y traducción de la obra, dirige el proyecto en mancuerna con Silvia Ortega Vettoretti.
“Los hechos y personajes que se mencionan en esta historia son imaginarios y no hacen referencia a alguna realidad particular. La lección frecuente de nombres españoles es un hecho puramente musical y no debe sugerir una ubicación temporal o geográfica de los acontecimientos†Alessandro Baricco.
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Esta obra es una maravilla, tengo muchos años de que una puesta no me conmueve tanto ni me llega hasta el tuétano.
Las actuaciones son soberbias y el montaje excelente.
La dirección fluida, original y muy bien contada.
Te mantiene pegado al asiento, te conmueve, te hace llorar.
Altamente recomendada, no se la pierda, está hasta el 20 de febrero asà que aún puede verla.